Nacida en El Paso y de ascendencia mexicana, la popularidad de Zión Moreno ha crecido como la espuma desde su participación en la conocida serie juvenil de factoría mexicana Control Z de Netflix y muchos anticipan para ella un dorado futuro en Hollywood después de que fuera anunciado que la actriz se unirá también al reparto del reboot de Gossip Girl. 

Sin embargo, sus comienzos no fueron sencillos. Ni tampoco su batalla contra las etiquetas y el bullying con el que tuvo que batallar desde la infancia por su identidad trans, y que le serviría años después para encarnar a Isabela.

“Usé mis experiencias del pasado, de ser una adolescente en la prepa, que también sufrió de bullying. Creo que Isabela es un personaje nuevo no sólo para Latinoamérica sino para el mundo, porque se sale de los estereotipos al contar su historia trans”, explica a Publimetro México.

Para Zion, uno de los grandes objetivos de su trabajo es dar visibilidad y explicar historias que duramente aparecen en el cine y la televisión: no únicamente las de personas trans, sino hispanos y mexicanos como sus padres.

 “No me gusta poner a las personas en categorías, eso me ha ayudado a fortalecer mi propia creatividad, imagen y pasión de ser actriz y escritora”

“Cuando era pequeña visitábamos mucho a nuestra familia en México. Cuando crecí dejé de visitar, pero gracias a la producción de Control Z pude reencontrar mi amor por México y encontré un nuevo amor por la Ciudad de México. Me encanta la diversidad de cultura que hay en un país tan hermoso como México”, dice.

A sus 27 años, la estrella es uno de los miembros más maduros del elenco de la serie. Comenzó su carrera como modelo en Nueva York a los 19 años, pero empezó a darse cuenta que el modelaje se le quedaba corto y luchó hasta conseguir su primera audición, realizando trabajos de todo tipo para sobrevivir: fue mesera y también trabajó en hoteles, lo que le dio a su vez una gran amplitud de miras e inspiración para mirar la vida desde diferentes perspectivas. 

“Poder contar historias que valen la pena y darle esperanza a personas que no se sienten representadas o vistas”, insiste Zión.

La actriz es un soplo de aire fresco en una industria excesivamente normativa y poco inclusiva, y demuestra que las etiquetas sólo son buenas para los productos pero no para las personas:

 “No me gusta poner a las personas en categorías, eso me ha ayudado a fortalecer mi propia creatividad, imagen y pasión de ser actriz y escritora”, concluye.