Ella pertenece a la novena generación de su familia, de origen mexicano, nacida en Estados Unidos. “Nunca crucé la frontera, la frontera nos ha cruzado a nosotros. Y cuando la gente aquí nos dice ‘Vete a casa’, yo contesto: ‘Pero si esta es mi casa’”, comenta Eva Longoria en su aparición en el episodio 3 de la serie Seen conducida por Nick Bareli. 

Ella creció en un barrio mexicano de Corpus Christi en Texas, aunque no fue consciente de su identidad y sus orígenes hasta su primer día de clases en un colegio en donde los asistentes eran, en su mayoría, estadounidenses blancos. “No me sentía realmente mexicana porque no necesitaba decir eso; allí estábamos todos juntos en el mismo barrio”, dice. Pero la diferencia entre tomar una tarta y unos tacos rellenos de frijoles como desayuno ayudó a Longoria a descubrir parte de su identidad, hasta el momento, desconocida: “Yo era diferente y no sabía por qué. Y era confuso para ellos, no para mí; porque no tenía acento, tengo la piel blanca, y para ellos no parecía mexicana”, dice.  

Una mexicana que no habla español 

El idioma predominante en casa de Longoria siempre fue el inglés, como ocurre en muchas casas de Latinos en Estados Unidos. “Mis padres no querían que me discriminaran por hablar español así que nunca aprendí a hablar ese idioma hasta que me casé con un mexicano”, manifiesta. 

Esta anécdota se repitió a lo largo de su vida e incluso cuando llegó a Hollywood hace más de 30 años.  “Cuando me decían que hable español, decía que no lo hablaba. Y me preguntaban, como si eres Latina no hablas español. ¡Pero si muchos latinos no hablamos español. Era como si no fuese lo suficientemente latina para ser latina”, manifiesta. Esa fluidez en el idioma, en el que sí se comunicaban sus padres, no fue un impedimento para que Longoria tuviera como inspiración a figuras como Selena (Texicana como ella), Salma Hayek y Rita Moreno. 

Hollywood nunca estuvo en los planes 

Ni ella ni sus padres proyectaron jamás la carrera de Eva en el cine. Un concurso de talentos la llevó por primera vez a Los Ángeles en 1998: ese viaje marcó su vida para siempre. “Gané todo y todos los agentes querían ficharme. En esa época, ser Latina abría puertas y tuve suerte”, comentó. Los comienzos no fueron fáciles y tuvo que recurrir a un trabajo de medio tiempo. 

Pasaron más de tres décadas, y a lo largo de su carrera Longoria actuó, produjo y dirigió. Este último rol le ha significado trabajar más en su confianza y sus fortalezas en un mundo dominado por hombres. “Tuve que esforzarme el doble en mi visión y en mi presentación. En mi debut pensaba: soy mujer, soy Latina, directora por primera vez, lo tengo todo en contra. Pero funcionó y fui contratada”, recuerda. “Ser infravalorada es la mejor posición en la que puedes estar porque tienes que probarte a tí mismo y a los demás de que sí puedes hacerlo”, agrega. 

Su compromiso con la comunidad latina 

Con su productora, Longoria busca catapultar el talento de los jóvenes artistas latinos. “Existimos, estamos aquí, en la industria, y quiero crear oportunidades de trabajo para ellos, y darles experiencia”, comenta.

Además de sus múltiples roles en el cine, la actriz es reconocida por su lucha por la inclusión social y económica de la comunidad Latina. “El activismo político siempre será necesario entre los latinos, porque todavía están desatendidos y subrepresentados. Por eso los aliento a elevar su voz con el voto, con compromiso cívico, informándose e involucrándose en los asuntos de su comunidad”. 

A sus 46 años, la energía de Longoria (quien ha sido madre en 2018) parece inagotable. “Todavía quiero actuar, producir y dirigir. Aunque mi fundación será mi proyecto de vida”, finaliza.