AGUANTE, documentando el mortífero "macho" de Puerto Rico
Bajo el objetivo de Dominick Torres, contemplamos cómo machismo y colonialismo representan una alianza criminal que ahoga en feminicidios a la población.
Dominick Torres es un incipiente director de documentales que partió de Nueva York hasta Puerto Rico hace años para informar sobre la catástrofe humanitaria desencadenada por el huracán María en 2017. Ahora vuelve unos años más tarde sobre la pista de otra catástrofe todavía más mortífera pero que sigue pareciendo tabú: la oleada de feminicidios que arrasa en Puerto Rico.
Aguante es el documental de Dominick Torres ya disponible que el neoyorquino financió gracias a Indiegogo para abordar la cultura machista que a afectado a tantas generaciones de mujeres, los cambios legislativos en Puerto Rico y el impacto del huracán en 2017.
Con más de sesenta mujeres muertas al año por violencia de género su tasa de feminicidios es de las más altas del continente, una cifra que se extiende temporalmente durante décadas con mayor cantidad de víctimas en global que cualquier otro catástrofe natural o grupo terrorista.
El macho es el mayor depredador y peligro para las adolescentes y mujeres de la isla, vistas las estadísticas.
Mientras estaba Torres en el Wheaton College (MA) viajaron en verano a Puerto Rico para analizar la situación humanitaria y allí quedó fuertemente impactado por la lucha feminista contra la violencia de género que sufrían.
Así decidió reportar sobre el tema usando como base durante la producción a la Universidad Pontificia Católica de Puerto Rico y como misión la de ofrecer una herramienta tanto a festivales como a organizaciones policiales o colleges, que transmitiese efectivamente el testimonio y la reflexión sobre tales injusticias de la mano de mujeres que llevan años profundizando en dicha lucha.
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El resultado ha sido una breve pieza casi ensayística en la que antropólogas y doctoras explican el doble filo del machismo: el "aguante" que hace que ellas toleren situaciones de violencia de género que en otro contexto serían intolerables y el aguante que hace que ellos supriman todas sus emociones hasta explotar violentamente consigo o con los demás.
También señalan el impacto necesario de la Ley 54 aprobada en 1998 que empezó por definir la violencia de género como algo que era físico pero también mental, como controlar el celular.
Este tipo de violencia no entiende ni de clases ni razas, afecta asimétricamente a todas por igual.
Las profesionales siguen desentrañando las letales alianzas entre patriarcado y colonialismo, de modo que la estructura política vendría a recrear una división de género entre el gobierno ejerciendo de padre y el territorio con el rol femenino, de modo que el sesgo de género se reproduce del hogar hasta el exterior en distintas intensidades. Todas ellas como distintos ejercicios de poder.
Tal vez uno de los peores de ellos sea el poder ejercido cuando las otras personas son indefensos familiares o están sufriendo por una catástrofe natural. Ese ha sido el caso en la isla después del huracán María, han aumentado los casos de violencia de género y los incestos.
Ante tamaño atropello a los derechos humanos, tanto las entrevistadas en el rol de activista como el director han querido recopilar por un lado un preciso análisis y, por el otro en un rol propiamente artístico del documental, rodar para hacer visible la violencia invisible.
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