Todo lo que piensas de Danny Trejo es cierto
Antes de caminar por la alfombra roja, Trejo siguió el camino de baldosas amarillas hasta convertirse en Oz.
La vida no es sencilla. A veces uno cree estar en Kansas, a resguardo y seguro con su querida tía, y un viento huracanado te sitúa en ningún lugar. Así que solo queda hacer acopio de valentía, inteligencia y un corazón que lata por las cosas justas y tener la suerte de cruzarte en tu camino con una hada madrina que te facilite la vuelta a quien de verdad eres.
Todo eso le ocurrió al actor Danny Trejo, cuya vida y carrera explora en un sorprendente documental titulado Inmate #1: The Rise of Danny Trejo, que sigue desde su turbulenta juventud sembrada de heroína hasta su caída en la cárcel, más tarde en un ring de boxeo y finalmente en un set de cine.
Pero situémonos en esa prisión de San Quintín, donde pasó una buena temporada tratando de mantener la cordura a base de recrear en solitario todo el guión de El Mago de Oz y de paso entrenar sus puños hasta convertirse en boxeador. O esa otra, recuerda Danny, en que acababa de enterarse de que su madre había muerto y se echó a llorar en el hombro de la rana René en un espectáculo de los Muppets.
Una verdadera catarsis, un alarde de sinceridad como pocas veces tenemos el gusto de ver en un artista, eso es el documental dirigido por Brett Harvey que llega a la pequeña pantalla el 7 de julio y donde acompañamos a Trejo a su difícil pasado en el sur de Los Ángeles, junto a otros amigos que cuentan parte de su historia, como la actriz Michelle Rodriguez, el director Robert Rodriguez o su propia familia.
"Me encanta lo que salió del documental aunque no hubiera sido yo, porque creo que le da a un montón de gente que no tiene ninguno", dice a SI.com el actor, cuyos mejores personajes tienen nombres afilados (Navajas, Machete).
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"Creo que lo que hicimos con esta película es dar esperanza a la gente y si no has estado en la cárcel te muestra que todo es posible. Si recibiste una buena educación y te graduaste de la secundaria a la universidad, y estás pasando por un momento difícil, bueno, aquí hay un tipo que empezó bajo la cámara de gas... así que todo es posible".
Nacido en una familia de migrantes mexicanos, el boxeo salvó a Trejo de una espiral de violencia y robos a mano armada en la que anduvo metido de crío. De hecho, le debe mucho a sus puños.
Su buen gancho hizo que en 1985, tras salir de prisión y ayudar a otras personas a dejar las drogas, entrenase al actor Eric Roberts para su papel como joven boxeador convicto en Runaway Train. Esa fue su primera aparición en el cine y también su primer acercamiento a los personajes de tipo duro que tan célebre le han hecho, aunque Trejo sea considerado por todos como un buen tipo, un hombre sensible. Alguien hecho a sí mismo.
Un latino en Hollywood orgulloso de sus orígenes y que no sólo acabó encontrando a Oz, se convirtió en él. Un referente para muchos otros jóvenes artistas y emprendedores hispanos que tratan de encajar las piezas de su doble identidad.
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