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 ‘Sansón y yo’ reconstruye la vida de Sansón Noé Andrade para analizar la migración y el racismo en el sistema judicial de los Estados Unidos. Foto: Cinema Guild.
‘Sansón y yo’ reconstruye la vida de Sansón Noé Andrade para analizar la migración y el racismo en el sistema judicial de los Estados Unidos. Foto: Cinema Guild.

Una vida sin salida

A sus 19 años, las puertas de la cárcel se abrieron ante Sansón, un mexicano condenado a cadena perpetua siendo inocente. Un documental retrata su memoria.

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Cualquiera que conozca su historia diría que tiene la desgracia en el ADN, pero él es ante todo un superviviente. Sansón Noé Andrade nació en Tecomán, una zona del centro-oeste de México, fértil no sólo para los cultivos agrícolas, sino también para la miseria y el crimen organizado.

En esta localidad, una de las más mortíferas del mundo, Sansón creció en una familia de pescadores. Cuando era aún muy pequeño, junto con su madre y dos hermanas, lloró la muerte de su padre, un donjuán que evadía su rol encontrando refugio en el alcohol. Y es así como su adicción cavó su tumba y marcó el inicio de la debacle de su propia descendencia. “He sentido odio hacia él. Por su culpa se nos echó a perder la vida”, dijo Sansón. 

En ese entonces, nadie podía haber advertido que la desaparición de esa figura paterna perjudicaría la salud de su madre y escribiría otro capítulo lúgubre en la infancia de los Andrade. Huérfanos, los niños buscaron cobijo en su abuela, pero lejos de protección sólo recibieron maltratos. “No hay ternura en mi corazón para ella”, escribió al recordarla. 

En el entonces pequeño cuerpo de Sansón cabía el dolor, pero también el coraje que lo llevó a huir y refugiarse en un orfanato. Sus días allí transcurrieron sin paz, hasta que una tía decidió rescatarlo y cruzar a California. “Todo era diferente, los muebles eran bonitos. Todo estaba ordenado. Ahí juré que nunca volvería a México”, contó con añoranza. 

En Estados Unidos, Sansón pasó de la high school al trabajo ambulante y pronto conoció el amor. Con 19 años, la tristeza era parte del pasado: tenía un techo, un empleo y un proyecto de vida con una mujer con la que ansiaba tener hijos.

Pero, el día en el que su primer vástago cumplía un año, el infortunio le tenía deparado el trago más amargo. Salía de su casa en coche cuando un menor de edad le dio el alto y le pidió un ride. Sansón accedió. ¿Cómo no hacerlo? Era su cuñado y no tenía por qué dudar. Más tarde, el adolescente exigió a Sansón que parara, abrió la puerta, bajó y ejecutó dos disparos.

Sansón no recuerda más que el estruendo de los balazos y la sirena de la Policía. La lucha entre pandillas había cegado dos vidas y escrito la sentencia a cadena perpetua de Sansón. 

PELÍCULA NO AUTORIZADA 

En su juicio, Sansón tuvo como intérprete a Rodrigo Reyes, un cineasta mexicano que se interesó por el perfil de quien era entonces un desconocido. Privado de su libertad en la cárcel de Pelican Bay, donde está recluido, Reyes recurrió al intercambio de cartas y tejió, gracias a manuscritos enviados a lo largo de diez años, los hilos de una historia que retrata en Sansón y yo, un documental en el que Toñito (sobrino de Sansón) interpreta al personaje en su infancia y Gerardo Reyes (un actor natural), como adulto. 

Movido por la necesidad de escuchar la voz de los tocados por la violencia sistemática, Rodrigo Reyes se ganó la confianza de Sansón partiendo de que la producción no podía prometerle libertad. “No basta con el interés de contar la experiencia de otra persona, sino también hay que construir esa relación. La situación en la que él se encuentra es durísima, está detrás de un muro de muchas capas, no solo físicas sino psicológicas. Es una sentencia desmesurada y entonces trata de atravesar todo eso y cuidar también de su familia, su historia y su integridad”, dijo el realizador a AL DÍA.

ESCARBAR EN EL DOLOR

Reconstruir la memoria implicó viajar a Tecomán y reencontrar a una familia que nunca visitó a Sansón en prisión. “Recordar es algo complicado, especialmente cuando se trata de momentos traumáticos, pero la familia necesita escuchar su historia, aprender de lo que ha vivido Sansón y él quiere compartir eso con ellos y no solo perpetuar el silencio”, manifestó el realizador.

Rodrigo Reyes contó que “ha sido interesante presentarles la película, la reacción fue ‘mi hermano, mi tío, ha dicho su verdad, ha expresado su espíritu, eso nos tiene que obligar a cuestionar cómo vivimos y qué queremos en el futuro’. Es un diálogo que no se está llevando a cabo en las mejores condiciones porque no pueden visitar a Sansón, pero él está ahí haciéndose presente”. 

DE SANSÓN, PARA SANSÓN

En 2022, 'Sansón y yo' se estrenó en Tribeca y se alzó con el premio a Mejor Película en el Sheffield Doc/Fest en Reino Unido. 

Mientras que el público estadounidense ya puede ver la cinta en salas comerciales desde el pasado 3 de marzo, Sansón debe esperar hasta septiembre, mes en el que la cadena pública emitirá el documental en señal abierta. 

“Estamos tratando de hacer justicia en las sociedades pero no dejamos que un chico pueda ver su propia historia. ¿En qué le puede lastimar a la sociedad que él vea el resultado de su colaboración? Creo que eso solo le puede ayudar a rehabilitarse. A menudo, en Estados Unidos queremos castigar y no medimos las consecuencias”, recordó el realizador.

En su reflexión, Reyes expresó que “una de esas consecuencias es aislar a Sansón de algo tan bonito como una película. En este sentido, creo que el tema nos confronta porque no es equitativo ponerle una sentencia tan brutal, cuando otras personas que asesinan a múltiples víctimas reciben la misma condena. Por ejemplo, el asesino de los chicos de la escuela de Florida o el Chapo Guzmán, que recibieron la misma sentencia. Eso cuestiona el sistema”.