Un diablo de diez toneladas para la primera película de terror panameño
Más allá de Jack O’Lantern, el jinete sin cabeza que cabalga con una calabaza bajo el brazo la noche de Halloween, cada país tiene sus propios fantasmas.
Un diablo iluminado convertido en un lienzo sobre ruedas, con un Cristo llameante pintado en sus laterales o una atractiva mujer desnuda cabalgando un dragón. Hasta el año 2013, eran frecuente ver por las calles de Panamá autobuses llamados “diablos rojos”, que eran viejos vehículos escolares norteamericanos reconvertidos en un inusual e irregular transporte colectivo.
La directora de cine panameña Sol Moreno los rescata de las cocheras para contar la historia del chófer de uno de estos diablos perseguido por una maldición, en la que dice ser la primera película de terror panameña.
Y además, arraigada al folklore local del país…
Donde figuran leyendas como la de La Tulivieja, un fantasma femenino parecido a La Llorona mexicana que viste un sombrero ‘tule’ (en forma de banana) y recorre los caminos y despoblados con sus enormes pechos chorreantes de leche, seguida por una hilera de hormigas, y llorando al hijo que perdió. Los panameños, especialmente en las zonas rurales, creen que si La Tulivieja pasa por el pueblo y oye a un bebé llorar, irá a consolarlo, lo amamantará y lo secuestrará.
La creencia en brujas está muy arraigada en la mayoría de países latinoamericanos, que tiene una riquísima tradición oral. Personajes arquetípicos como las brujas representan el lado oscuro de la potencia femenina, aquella que da la vida y cuando se le antoja también la quita, pero que en buena medida, y si hacemos una lectura atenta de la historia, en el fondo es una víctima del poder patriarcal.
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En el mito de La Tulivieja, también conocida como La Tepesa, se cuenta cómo un español embarazó a una mujer indígena y esta, desesperada, parió a su hijo en un río de montaña y lo lanzó al agua. Entonces, Dios le habló y la condenó a vagar eternamente llorando su culpa.
Moreno se hace valer de este personaje para conducir al chófer del diablo hasta la jungla de Chiquití, de la que se entra pero no se sale de la misma forma. Y, sin ánimo de hacerles un spoiler, ella bien tenía sus motivos.
“Diablo Rojo TPY”, protagonizada por el actor Carlos Carrasco (Blood In Blood Out), toma la estética de las películas de terror de serie B de vampiros y zombis y nos traslada a otra época, a un momento y un lugar donde era frecuente ver rodando por las calles estos diablos quemando el asfalto.
Una cinta muy recomendable sobre todo en un momento en que el terror, como las calabazas, están tan globalizados que olvidamos que cada pueblo y cada cultura tiembla a su manera.
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