La historia del diplomático de la ONU Sergio Vieira de Mello, que perdió la vida en agosto de 2003 durante un ataque terrorista en Irak, ha sido llevada a la pantalla por el el director Greg Barker. 

El biopic, según declaró el cineasta a Deadline, está trabajado a conciencia. Tanta que puede asegurarnos que no hay ni un solo cliché a los que los latinos están tan acostumbrados en Hollywood. 

Los protagonistas de “Sergio”, que Netflix estrena el próximo 17 de abril, ya son una buena prueba: 

El también brasileño Wagner Moura encarnará al diplomático y la cubana Ana de Armas dará vida a su esposa, Carolina Larriera, ambos fallecidos durante el estallido de un camión bomba en el Hotel Canal, dejando al menos 150 personas heridas. 

"Tenía esta visión de esta película como una historia de la lucha de un hombre para entenderse a sí mismo y a este mundo y para encontrar un camino a través de la oscuridad", explicó Barker a Deadline. "En el centro de la historia hay un mensaje de esperanza, empatía y de ver a la gente diferente de uno mismo y ver dentro de uno mismo".

“Lo que quería hacer era producir películas sobre la gente latina que no impongan estereotipos", Wagner Moura.

El director ya había estrenado un documental sobre Vieira hace diez años para HBO, pero admite que siempre vio la historia como una película, especialmente por la profundas secuelas que dejó la invasión estadounidense de Irak.

El actor y productor Wagner Moura se refirió a la responsabilidad de los latinos en contar historias que sean representativas: “Lo que quería hacer era producir películas sobre la gente latina que no impongan estereotipos", afirmó. Además de felicitarse por encarnar a Sergio Vieira, ya que siempre lo vio como un héroe personal. 

Más entusiasta incluso se mostró Ana de Armas en sus redes, cuando compartió una fotografía en la que aparecía con el rostro malherido, una imagen que preocupó a sus fans antes de saber que era un espectacular maquillaje:

“Este proyecto me cambió la vida”, escribió. “Todos nos unimos en esto debido a la empatía, la inspiración, el amor y el respeto que sentimos por Sergio Vieira de Mello y su legado”. 

Tras seis libros y al menos cinco filmes, hay quien sin conocer la vida y el contexto de la muerte de Vieira de Mello podría preguntarse qué hay tan absolutamente conmovedor que haga correr ríos de tinta…

Durante los 34 años en que trabajó para la ONU, De Mello supo labrarse una de las más prometedoras carreras diplomáticas de la historia reciente. Nacido en Río de Janeiro, se graduó y doctoró en la Universidad de la Soborna, en París, y con 21 años empezó a trabajar para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), actuando en diversas misiones en países como el Líbano, Mozambique, Chipre o Camboya. 

El diplomático destacó especialmente por su empeño en la reconstrucción de Timor Oriental, duramente mermado tras los 24 años de invasión indonesia, y tuvo un papel relevante en la creación de su nueva Constitución.

Un año antes de su muerte y debido a esta labor, asumió el cargo de Alto Comisario de la ONU para los Derechos Humanos. Pasando a ser el más probable y meritorio sucesor del entonces secretario general del organismo, Kofi Annan.

Poco se figuraba que su misión en Irak, en 2003, iba a ser la última.