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Imagen: Getty Images.
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Los bonos verdes: un paso para que América Latina tenga un futuro neutro en carbono

La descarbonización de la economía global fue uno de los temas centrales durante el Foro Económico Mundial en Davos y es uno de los pasos claves para revertir…

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La descarbonización de la economía es una de las medidas indispensables para lograr un futuro por debajo de los 2 grados centígrados de aumento de temperatura que son necesarios para que la crisis climática aún sea contenible.

Por eso fue un tema central en la reunión anual del Foro Económico Mundial celebrado en Davos del 21 al 24 de enero.

En el panel “Creando un futuro neutro en carbono” se abordó esta problemática teniendo en cuenta que solamente el 33% de la energía primaria (es decir, aquella derivada directamente de recursos naturales como la luz, el viento, el carbono, el gas o el petróleo) se convierte eficientemente en energía que usamos para las actividades que sustentan nuestro modo de vida. ¿A dónde va el 66% restante? ¿Cómo lograr aprovecharlo?

Si logramos que la pérdida de energía sea mínima, estaremos mucho más cerca de lograr un futuro donde nuestras emisiones de carbono sean neutras y, por lo tanto, nuestro futuro mucho más sostenible.

La eficiencia sistémica, aquella en que se tiene en cuenta todos los factores de la cadena productiva y todos los sectores, también tiene que darse a lo largo y ancho de todo el globo, no solamente en Europa (donde los panelistas de Davos han tenido algunas de sus experiencias más exitosas).

Dentro de la búsqueda por una vida neutra en carbono, la pregunta por la generación de energías limpias es la más apremiante de todas, ya que las emisiones de dióxido de carbono emitidas por el sector energético son responsables por la gran mayoría de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera cada año.

Se destacan las emisiones causadas por las minas de carbón, que son responsables por el 40% de las emisiones de dióxido de carbono del sector energético a nivel global. La complejidad radica que las zonas que producen la mayor emisión de CO2 por esta causa también son aquellas en las que viven más personas en condiciones de pobreza o miseria.

El círculo vicioso radica en que sacar a estas personas de la pobreza implica unas demandas energéticas muy altas, así como inversiones multimillonarias tanto en inversión social como en transición energética. Para entender este atasco hay que imaginar una persona que tenga que dedicar todo su día a actividades como cargar agua, cortar leña para poder cocinar o calentarse. En estas condiciones es imposible que alguien logre mejorar sus condiciones económicas o producir valor para la sociedad, reducir la huella de carbono es algo que no cabe en consideración.

Este es el caso de millones de personas en India y China, donde además de estar concentrada la mayoría de la población a nivel global, también están las minas de carbón más grandes. En América Latina y África también sucede, mas en el segundo, de acuerdo a Amani Abou-Zeid, Comisionada de Infraestructura y Energía de la Unión Africana, la transición tendrá que pasar directamente de la leña a la energía limpia.

Por esto es muy importante el desarrollo del mercado de bonos verdes en América Latina, cuyo pontencial es enorme, como lo muestra el informe de Climate Bonds Initiative, hecho con apoyo de la ONU y el BID.

América Latina y el Caribe. Estados del mercado de las finanzas verdes 2019. Climate Bonds Initiative.

El mercado de bonos es, en términos simples, la compra y venta de las deudas que adquiere un país, una ciudad o una empresa que está buscando financiación para desarrollos muy costosos.

Los bonos verdes, como lo entiende el Climate Bonds Initiative, son aquellos en que al menos el 95% de los ingresos son invertidos en activos alineados con el clima y en líneas de negocio verde. En general corresponden a los siguientes sectores: energía, edificaciones, transporte, agua, residuos, uso de la tierra, industria y tecnologías de la información.

El crecimiento de este mercado es importante porque tiende a incentivar más inversión en la lucha contra el cambio climático y, como señaló en Davos Christiana Figueres (cofundadora de Global Optimism y negociadora del Acuerdo de París), el sector financiero es uno de los pocos que se está moviendo con real celeridad. 

América Latina y el Caribe sigue siendo responsable, a penas, por el 2% del mercado mundial de bonos verdes. Sin embargo, no es nada despreciable si se tiene en cuenta que el primer bono verde en América Latina y el Caribe fue emitido en el 2014 y han acumulado 12.6 mil millones de dólares en seis años.

Durante el 2019 el mercado de bonos verdes en América Latina tuvo un crecimiento importante, solamente en el primer semestre se emitieron bonos por 3,700 millones de dólares: tres veces más que en el primer semestre del 2018 y un 40% más que en el mismo periodo del 2017. Fue un año record. 

Con relación al uso de los bonos, América Latina es única. A nivel global el sector más financiado es el energético, tendencia que se mantiene en América Latina, pero aquí los siguientes dos sectores más beneficiados son uso de tierra e industria. Dos sectores que, en contraste, son de los más desfinanciados en el resto del mundo.

Una parte de esos bonos verdes se destinaron al sector agrícola, pero la mayoría fue para silvicultura y papel certificado, especialmente en Brasil, que es el país de América Latina que ha tenido el histórico más alto en bonos verdes: 5.13 mil millones de dólares.

Chile, que tiene un histórico de 3,14 mil millones de dólares en bonos verdes, es el segundo mercado más desarrollado de la región en este sentido. Chile fue el gran impulsor del mercado de bonos verdes en América Latina durante el 2019 y el primero en emitir dos bonos soberanos: uno por 1,400 millones de dólares y otro por 861 millones de euros. La mayoría de estos fondos fueron destinados a transporte con baja huella de carbono, lo que es una gran singularidad. De hecho, Chile es el segundo país con la mayor flota de buses eléctricos, después de China.

México tiene el tercer mercado de bonos verdes más grande de América Latina, con un histórico de 1,800 millones de dólares. Esto es así pese a que el mercado ha estado estancado desde diciembre de 2018, cuando se canceló el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, el NAICM, que iba a ser el mayor proyecto de infraestructura financiado con bonos verdes que se hubiera hecho hasta el momento. Al cancelarse, se perdieron 6 mil millones de dólares en bonos verdes, que han repercutido en que no se emita ningún otro desde entonces. 

Como muestra el informe de Climate Bonds Initiative, los otros mercados de América Latina son más pequeños, pero aún así con singularidades interesantes: Perú fue el primer país de la región en emitir bonos verdes, que han sido usados para el desarrollo de energías limpias (eólica y solar, especialmente). Sumando el histórico de Perú, dos bonos emitidos a inicio de año y un tercero emitido después del cierre del informe, el país andino completaría un total 1,056 millones de dólares.

El camino por recorrer es largo pero la tendencia, aunque lenta, es favorable. El crecimiento de este mercado puede contribuir no solamente a mejorar el futuro de todos a nivel ambiental, sino a reducir la desigualdad social, algo por lo que América Latina clama a gritos.