¿Sabe dónde nació la batería de su celular? Probablemente, en Bolivia.
En el planeta Tierra hay hoy más gadgets electrónicos que seres humanos. Celulares, computadoras portátiles, iPods… todos tienen en común que se alimentan con baterías de litio, un metal ligero que extrae principalmente de los salares bolivianos, como el Atacama o el Uyuni.
El auge continuado en el consumo de este tipo de dispositivos, sumada a la creciente implementación de los autos eléctricos, que también se alimentan con baterías de litio, ha disparado la demanda de este metal, beneficiando a la economía andina, pero también poniendo el precio del metal al alza y sembrando la alarma en las grandes empresas tecnológicas, que deben ser capaces de satisfacer sus necesidades de producción futuras.
Según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos citados por La Vanguardia, la producción mundial de litio aumentó un 12% en 2016, hasta alcanzar las 35,000 toneladas , una cifra inferior a la demanda, que fue de 37,800 toneladas. Todo esto ha hecho que el precio por tonelada de este metal se haya duplicado en los últimos cuatro años.
Actualmente, más del 70% de esa producción proviene de dos explotaciones de salmuera del Salar de Atacama, en Chile, y de una mina de espodumena (un silicato con altos niveles de litio) en Australia. Pero más de la mitad del litio mundial se encuentra concentrado en los salares de la región fronteriza entre Bolivia, Chile y Argentina, el llamado “triángulo del litio”.
El salar de Uyuni, en Bolivia, es el más grande de todos. Se encuentra a unos 11,990 pies de altura y tiene una superficie de 4085 millas cuadradas. En la orilla sur se encuentra una explotación extractora de litio dependiente del Ministerio de Energía boliviano. El plan del presidente boliviano, Evo Morales, es mantener la explotación bajo control estatal pero sin cerrar las puertas a la inversión extranjera. “Socios, pero no patrones”, como dice Morales, que ha puesto un marcha un plan para industrializar la producción del llamado "petróleo andino".
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El método de explotación que se utiliza en Bolivia – extracción a baja escala a partir de carbonato de litio en grandes piscinas industriales sobre el salar – es el mismo que se usa en Chile y Argentina. Es un método económico (unos 2,000 dólares por tonelada de carbonato de litio), pero lento, pues hay que esperar meses para que el sol evapora la salmuera.
En Australia, donde el litio se encuentra en forma mineral, la extracción es más rápìda, pero los procesos posteriores a los que se debe someter el material hacen que la factura ascienda a los 4,500 dólares aproximadamente, según La Vanguardia.
A las grandes empresas tecnológicas, sean americanas, europeas o chinas, lo que más les interesa es asegurar una producción estable que cubra la demanda. Las baterías han sido hasta ahora un cuello de botella para la expansión del vehículo eléctrico.
Con el fin de combatir este problema, Tesla, la compañía de autos eléctricos fundada por Elon Musk, ha creado Gigafactory, una fábrica gigantesca de baterías de litio en el desierto de Nevada, EE.UU, con capacidad para producir 35 GWh (gigawatts por hora), lo que equivale al total de producción combinada de baterías en todo el mundo en la actualidad. Según la compañía, sus procesos de extracción y manipulación permitirán reducir los costes de fabricación de baterías en un 30%. Gigafactory tiene previsto producir medio millón de baterías en 2018 y llegar a triplicar su producción en los próximos años, hasta los 1,5 millones de baterías anuales.
Por su parte, la Comisión europea también ha anunciado que tiene planes para construir una planta de producción de baterias de litio similar a Gigafactory. Nadie quiere quedarse atrás en la carrera por el oro del siglo XXI.
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