Si hay alguna palabra que encaje con el espíritu del mandato de Donald Trump, ésta es sin duda “confrontación”.

Una semana después de que el presidente de EE.UU apelara en su discurso del estado de la Unión a la colaboración entre demócratas y republicanos para avanzar en temas como infraestructuras públicas e inmigración,  Trump ha vuelto a sembrar la discordia. Esta vez, tildó de “antiamericanos” a los demócratas que no le aplaudieron durante su discurso y que han criticado el informe publicado por la Casa Blanca en el que se acusa al FBI de haber manipulado las investigaciones sobre el Rusiagate (la posible coordinación entre Moscú y el equipo del presidente Trump durante la campaña electoral de 2016).

El informe - muy criticado por el FBI por considerar que distorsiona y manipula los hechos - , relata cómo los agentes federales y de Justicia ocultaron que el ex espía británico Christopher Steele había trabajado para la candidata del partido demócrata, Hillary Clinton.

 “El legislador Devin Nunes, un hombre de tremendo coraje y firmeza, será algún día reconocido como un gran héroe americano por lo que ha expuesto y lo que ha tenido que soportar”, dijo Trump en un tweet.

Los demócratas, en respuesta, han elaborado un contrainforme para contrarrestar el relato de abuso de poder del FBI que asegura el informe de Nunes. 

Trump tiene ahora cinco días para responder “al golpe de última hora” de los demócratas, como reporta el diario español El Mundo.Si bloquea su publicación, los líderes demócratas del Congreso, Nancy Pelosi, de California, y Chuck Schumer, de Nueva York, se le echarán encima. En cambio, si acepta su publicación, facilitaría un posible enfrentamiento con el equipo legal de la Casa Blanca, según El Mundo.

La investigación sobre el Rusiagate está siendo liderada por el fiscal especial Robert Mueller.

Según el diario El País, “el avance de Mueller hacia la Casa Blanca es un factor determinante en la tormenta desatada. Cada día es más evidente que su objetivo es llamar a declarar a Trump y que el encargado de supervisar la investigación, Rod Rosenstein, no va a objetar a este trascendental paso”.

El presidente de EE.UU ya ha dicho públicamente que está dispuesto a acudir ante la Justicia para declarar sobre este caso. Pero su Administración teme que su comparecencia sea perjudicial para los republicanos en las elecciones al Congreso y al Senado, convocadas para finales de este año.