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La periodista Fey Berman ha recopilado en un libro personajes mexamericanos destacados. Foto: Brooking Institute
La periodista Fey Berman ha recopilado en un libro personajes mexamericanos destacados. Foto: Brooking Institute

“Mexamérica existe más allá de la frontera”

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Hace más de treinta años, Fey Berman se mudó de Ciudad de México a Nueva York para estudiar Historia del Arte y desde entonces su vida personal y profesional ha girado entorno a una idea: comprender mejor la vida y cultura de los mexicanos que viven en Estados Unidos.

“Cuando se habla de mexicanos en EE.UU  siempre se habla de indocumentados, pero estos solo representan el 16 por ciento del total de los inmigrantes. Es necesario que se hable de ellos, por supuesto, pero formamos un grupo de 37,5 millones de personas con una gran diversidad. Es muy distinto ser un inmigrante recién llegado que un americano de tercera generación, que nació acá, pero sus abuelos eran mexicanos”, explica por teléfono esta escritora y periodista mexicana residente en Nueva York.

El pasado mes de septiembre, Berman publicó el libro “MexAmérica: una cultura naciendo”, en donde explica la importancia de los mexicanos en Estados Unidos y su relevante crecimiento en ese territorio.

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“Tampoco tiene nada que ver un mexicano que vive en Los Angeles, la segunda ciudad del mundo con más población de origen mexicano, después de Ciudad de México, que uno de Chicago, o uno de Iowa”, comenta Berman, que ha aprovechado las vacaciones de Navidad para pasar unos días junto a su familia, en Oaxaca. Ella misma, que reside en Nueva York desde 1981, se identifica con la etiqueta “mexamericana”, tanto cuando está en EEUU como cuando regresa a su México natal.

“Mexamérica existe más allá de la frontera”, insiste, en referencia a los 37 millones de personas de origen mexicano que viven en territorio estadounidense. “Por supuesto que nos define la ciudad y el vecindario en que vivimos. Muchos mexicanos viven en barrios latinos, y de ahí surgen matrimonios mixtos, mexicanos con puertorriqueños, con dominicanos, etc.”, añade la autora, convencida de que ser mexamericano supone una serie de características particulares, más allá de ser “latino” o “hispano”.

“La etiqueta “Latino” es un término “muy conveniente”, dice Berman. “Pero en realidad, ¿qué tienen en común alguien nacido en un pueblito de Honduras y un mexicano  educado en las mejores universidades de Europa?”.  

Con la idea de analizar qué significa ser mexamericano en EEUU, la autora -  colaboradora regular en medios mexicanos como Proceso, Milenio o Reforma- utiliza su libro para retratar una serie de personajes de origen mexicano con perfiles muy diversos, desde artistas a cirujanos de renombre o líderes de la comunidad, que han logrado el éxito profesional en Estados Unidos.

“Cada año, cuando llegaba el Mes de la Hispanidad, me daba cuenta de que los medios solo  destacaban a actores o deportistas latinos famosos. Y éstos no son representativos de la realidad mexamericana”, dice.

Entre los retratados en su libro figuran personajes del mundo del arte, como Martín Ramirez y José Limón, un inmigrante mexicano que se fue a Nueva York y llegó a convertirse en uno de los mejores coreógrafos de EEUU; el cineasta Carlos Reygadas y la actriz de Broadway Bianca Marroquín; o del mundo científico, como Alfredo Quiñones-Hinojosa, reconocido neurocirujano e investigador sobre el cáncer de la Clínica Mayo. Nacido en una pequeña aldea cerca de Mexicali, Quiñones emigró con 19 años a California, sin saber una palabra de inglés. “Primero fue jornalero y tuvo muchos otros empleos, antes de empezar los estudios en un community college”, explica Berman, con orgullo. Más adelante, se graduó en Medicina por las universidades de Berkeley y Harvard, y hoy Quiñones es hoy uno de los neurocirujanos más reputados de la nación.

Toda esta gente forma parte de la élite intelectual de EEUU, pero no se hablaba de su mexicanidad, en parte debido a la soberbia de EEUU  hacia sus minorías”, comenta la autora, que ha estado trabajando en su libro durante más de dos años.

Otro de los objetivos del libro era, según Berman, romper tabúes, “como la creencia de que por tener acento español uno no puede llegar a ser director de hospital o tener un buen puesto en la universidad. “Eso no es cierto, los mexamericanos forman parte de una élite muy lograda”, dice.

Otros ejemplos de mexamericanos de éxito mencionados en su libro son Nora Volkow, directora del Instituto Nacional Sobre el Abuso de Drogas de EE.UU, y Alondra de la Parra, que llegó a Manhattan para estudiar música y fue la fundadora y directora de la Orquesta Filarmónica de las Américas, con sede en Nueva York.

“Quise que distintas personas explicaran qué es ser mexamericano”, comenta Berman. “Los mexicanos que lo dejan todo para ir en busca de una vida mejor a EEUU son una parte de la historia. Pero también hay gente que se fue de México en busca de una mayor proyección y lo ha logrado”.

El muro absurdo

Para Berman, el libro cobra especialmente importancia en la era Trump, una era “marcada por una narrativa llena de odio y sustentada en la ignorancia, que nos describe como criminales y ladrones de empleos”, dice.

En todas las sociedades hay gente racista y otra que no. Pero ahora, con un presidente racista gobernando, hay más casos abiertos de racismo. Encima, esa idea absurda de construir un muro, cuando la mayor parte de la inmigración entra por avión”, añade Fey, indignada.

En cuanto al idioma español, Berman es consciente de que muchas familias mexamericanas hay padres o jóvenes que reniegan de hablar su lengua materna por miedo al rechazo social. Sin embargo, insiste en que hay que comprender que en la realidad de los mexamericanos - especialmente entre los de segunda y tercera generación - conviven dos visiones: “los que se siguen sintiendo mexicanos, y se sienten orgullosos de su pasado hispano. Y los que reniegan”, comenta.

Con Trump, estas dos visiones son ahora muy evidentes. Para demostrarlo, la autora pone como ejemplo la conversación que tuvo hace poco cerca de Tijuana con un agente de aduanas de EEUU que había nacido en Huimuchil, un pueblito de Sinaloa. “Me dijo que se sentía totalmente norteamericano, y que no le molestaba que su trabajo era tener que detener a la gente sin papeles y devolverlas al mismo lugar de donde él había llegado”, dice.

Otro tema que tiene preocupada a Berman es la situación de los Dreamers, como se conoce a los inmigrantes que entraron de forma ilegal en EEUU con menos de 16 años y que por tanto pudieron acogerse a la ley DACA, un programa que les da permiso temporal para vivir y trabajar en EEUU. En setiembre, el presidente Trump ordenó eliminar esta ley, dejando a más de 200,000 Dreamers en riesgo de ser deportados, en su mayoría de origen mexicano. “Muchos de ellos la última vez que vieron México estaban en pañales. Su país no les dice nada. Se identifican totalmente con la identidad americana”, dice Berman.

El año que viene hay elecciones en el Congreso y éste podría dejar de ser mayoritariamente republicano. “Entonces podría haber algun avance en las políticas migratorias hacia los indocumentados, pero han sido décadas con los demócratas tiñendo la mayoría y no ha sucedido”, señala Berman. “El problema de los indocumentados podría haberse resuelto hace tiempo, pero no hay voluntad. Son mano de obra barata muy conveniente, porque no tienen derechos”.   

Personalmente, ella -  como inmigrante mexicana - dice no haber tenido problemas de adaptación a EEUU. “Claro que soy rubia y vivo en Nueva York”, dice. “Es mucho más fácil ser mexamericano en Manhattan que una lechería de los alrededores de Buffalo, donde hay decenas de indocumentados que trabajan ilegalmente 14 horas al día”, comenta. “El contexto en el que vives, y bajo qué circunstancia llegastes, condicionan mucho tu experiencia migratoria”.

También tiene mucho que ver el país de procedencia. “La comunidad latina suele verse como un grupo uniforme, pero en realidad cada grupo tiene preocupaciones diferentes. Los puertorriqueños, por ejemplo, siempre hablan de la independencia de la isla, no les preocupan los asuntos migratorios de los jornaleros mexicanos de California. A los mexicanos de Los Angeles no les interesa si (el presidente cubano) Raul Castro dejará el mando. Y en Chicago, por tradición histórica, todos están muy concienciados con los derechos de los trabajadores”, explica la autora mexicana.  

En ciudades como Filadelfia, con menos presencia histórica de mexicanos, o otras ciudades del Noreste, “han tenido que adaptarse a la oleada de inmigración latina. Han visto llegar gente con problemas enormes, de salud, educación, analafabetismo… mientras otros venían a estudiar en Princeton (N.J)  o UPenn (PA).”

Berman espera, pues, que su libro sirva para dar una visión más amplia y diversa de los mexamericanos, “más allá de la propagandística y caricaturesca visión de mariachis, tacos y guacamole. Más allá del inmigrante de frontera”, dice. “Porque Mexamérica no se limita al sur de EEUU y el norte de México, sino que es una diáspora gigantesca en un territorio amplio”.

 
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