Aprendiendo a programar en Filadelfia
En nuestra ciudad han surgido en los últimos años varias iniciativas sociales para fomentar los estudios de programación entre los jóvenes, especialmente en los barrios más desfavorecidos, donde los conocimientos técnicos en informática pueden convertirse en un activo fundamental a la hora de encontrar trabajo.
Uno de los primeros proyectos destinados a ofrecer cursos de programación a los chicos en edad escolar de familias con pocos recursos de Filadelfia, como ocurre en la comunidad latina, es Coded by Kids, una organización sin ánimo de lucro fundada hace dos años por Sylvester Mobley, un ex soldado del ejército estadounidense que al regresar de la guerra de Irak se empeñó en llevar a cabo algún proyecto con impacto social en su ciudad. Mobley –graduado en Finanzas por la Universidad de Temple –terminó su estancia en el Ejército transformado en un experto en informática y sistemas de encriptado, lo que le permitió darse cuenta del valor que tenían sus conocimientos técnicos para poder reincorporarse en el mercado laboral. No obstante, se sorprendió al ver la escasa diversidad social que reina en la industria digital, así que apostó por fomentar los estudios de programación entre los estratos sociales más desfavorecidos.
“Si uno piensa en la educación informática estándar que recibe un niño en una escuela pública en la actualidad, se dará cuenta de que no es suficiente para que pueda encontrar trabajo en la industria tecnológica”, dijo Mobley en un reportaje para AL DIA publicado en mayo de este año.
Mobley cree que la escasez de profesores experimentados y los recortes presupuestarios en el sistema de educación pública de la ciudad son una de las principales razones de la falta de preparación tecnológica entre los jóvenes de las minorías. Coded by Kids, pues, intenta que los niños aprendar a programar de una forma entretenida y divertida, se interesen por la informática y aumenten sus posibilidades de encontrar empleo en el futuro. En la actualidad, Coded by Kids tiene más de 90 estudiantes a la semana y una decena de profesores voluntarios como la puertorriqueña Cassandra Ramirez King, programadora autodidacta, acostumbrada a emigrar a trabajar con las minorías y en entornos duros.
Las mujeres en general son otro nicho social que peligra de quedarse a la cola de la industria tecnológica. Solo el 26% de los puestos de trabajo en informática en Estados Unidos están ocupados por mujeres, según un estudio de la American Association of University Women, publicado en 2013. Filadelfia cuenta con una sucursal de Girl, Develop It (GDI), una organización sin ánimo de lucro nacida hace seis años en Nueva York para promover los estudios de programación web y desarrollo de software entre las mujeres. Girl Develop It tiene hoy sucursales en 53 ciudades del país y suma más de 55.000 estudiantes.
Por otro lado, en Filadelfia existen también iniciativas como Code for Philly, una comunidad abierta de programadores y diseñadores que fomenta el desarrollo de apps y soluciones tecnológicas para mejorar la calidad de vida de la ciudad; o CodeDay, un evento nacional en el que programadores y creativos son retados a desarrollar webs y apps durante 24 horas.
En el ámbito empresarial han salido proyectos de negocio interesante, como Codedbyu, un proveedor de cursos de programación e informática dirigido a adultos que necesitan aprender a programar por fines profesionales, desde profesores de instituto a empleados de una compañía o una administración pública. El objetivo de CodebyU, creado por el fundador de Coded by Kids, es enseñar programación con un enfoque más práctico y a un coste accesible.
También en España
En España, y en Europa en general, han surgido varias iniciativas para importar este modelo de negocio de Estados Unidos. En 2014 surgió Sklylab Coders, una escuela de cursos intensivos de programación fundada por el catalán David Monreal, que antes de convertirse en emprendedor trabajaba en el principal portal online de busca de empleos del país, Infojobs. Fue justamente en su trabajo anterior donde Monreal detecté que en el mercado español había muy pocos programadores. “Ofrecemos cursos de programación tanto para estudiantes universitarios que quieran conocer la vertiente práctica de sus estudios, como para aquellos que requieran aprender una base sólida para programar para encontrar trabajo”, dijo el fundador de Skylab COders en una entrevista reciente. En España la tasa de empleo roza el 20%, la mayor de la Union Europea, después de Grecia.
“Es un momento ideal para emprender en Puerto Rico”
Sofia Stolberg, cofundadora de Codetrotters, la primera academia de programación de Puerto Rico y el Caribe
Sofia Stolberg se crio en el viejo San Juan, en Puerto Rico, y asegura que cuando terminó el bachillerato no soñaba con ser emprendedora o con crear su propio negocio. “Lo que sí tenía muy presente era que quería cambiar algunas cosas de la sociedad, y pensé que a través de la política y los gobiernos se podían lograr los cambios más grandes”, explica esta emprendedora boricua de 32 años, que en 2013 creó junto a su hermano y otros dos socios Codetrotters Academy, la primera escuela de programadores de Puerto Rico y de la zona del Caribe. “Nos dimos cuenta de que en Puerto Rico hay una escasez preocupante de talento técnico, y que muchas empresas que quieren invertir en la isla tienen dificultades para encontrar programadores, porque, simplemente, no hay. La mayoría de los graduados en Informática que salen de nuestras universidades se marchan a trabajar a Estados Unidos”, explica Sofia en una entrevista por Skype desde su oficina, en San Juan.
El interés por la programación y el mundo de las startups es un fenómeno bastante reciente en la vida de esta joven empresaria portorriqueña, que en el año 2002, Stolberg se marchó a Nueva York para estudiar un BA en Political Sciences en la Columbia University, en Nueva York. Poco después de graduarse, Stolberg realizó unas prácticas en el departamento de inmigración del gabinete de Hillary Clinton, entonces senadora del estado de Nueva York, “y allí me di cuenta de que la política no era para mí”, reconoce. “La experiencia fue muy enriquecedora, pero en política los cambios se producen a un ritmo mucho más lento de lo que esperaba”, explica. No obstante, trabajar en asuntos de inmigración y conocer de cerca las dificultades de la población desfavorecida la empujaron a estudiar un máster en Gestión de Desarrollo Económico en la prestigiosa London School of Economics (LSE).
“Lo natural era que de ahí me hubiera incorporado a una gran organización multilateral, como el Banco Mundial o las Naciones Unidas, pero también me di cuenta de que no era lo que quería. Este tipo de organizaciones son muy burocráticas y los cambios se producen muy lentos”, observa Stolberg. Al final, Sofía optó por trabajar en una consultoría privada especializada en proyectos de desarrollo económico en países emergentes, lo que le permitió viajar mucho por África. “Era un trabajo muy interesante, aunque veía que muchos proyectos muy bien planificados se perdían en el proceso de implementación”, recuerda Sofia, que por aquel entonces no tenía pensado regresar a Puerto Rico. Fue una extraña bacteria contraída en un país africano lo que la obligó a volver a su isla natal para recibir el tratamiento médico adecuado, y allí su futuro profesional dio un giro improvisado: poco después de llegar a la isla, Sofia conoció a Daniel Isenberg, un conocido profesor de Emprendeduría del Babson College (Massachussets), que se había instalado en Puerto Rico para poder bailar salsa y continuar sus estudios sobre el desarrollo de los ecosistemas empresariales. “La teoría de Isenberg es que para crear ecosistemas empresariales de éxito en una región hay que identificar y apoyar las empresas con mayor potencial de crecimiento y escalabilidad, es decir, con un crecimiento de entorno al 20% anual”, explica Sofia.
Las ideas sobre Emprendeduría de Daniel Isenberg entusiasmaron a Sofia, y pronto se vio involucrada en un proyecto de estudio del ecosistema empresarial de Puerto Rico, lo que le permitió conocer mejor la realidad empresarial de la isla en el año 2010. “La isla lleva sumida en la crisis desde hace 10 años, eso es obvio, pero nos dimos cuenta de uno de los problemas clave es que en Puerto Rico a las empresas les costaba cada vez más encontrar programadores. Y ser programador es uno de los empleos con mayor potencial de contratación y mejor pagados”, señala Sofia. Por otro lado, Sofia ya había creado con su hermano el primer espacio de coworking de San Juan de Puerto Rico, llamado Piloto 151, y empezaba a conocer de cerca las dificultades que tenían algunas startups y empresas para innovar por culpa de no disponer de talento técnico suficiente.
“Decidimos crear Codetrotters para cubrir una necesidad real de las empresas, y podemos decir que ya llevamos un año y medio funcionando con éxito”, dice Sofia, orgullosa. En la actualidad, Codetrotters ofrece cursos de programación dirigidos principalmente a personas sin conocimientos técnicos que desean reinventarse profesionalmente o incrementar las oportunidades de crecimiento en su actual puesto de trabajo. “Tenemos alumnos de todas las edades y perfiles, el más mayor tenía 63 años”, comenta la emprendedora. Los cursos son bilingües, español e inglés, duran 10 semanas y tienen un enfoque muy práctico. “Se calcula que en 2020 más de un millón de empleos de programador no podrán cubrirse. La programación es uno de los trabajos con mayor salida, no solo en Estados Unidos, sino a nivel global”, explica Sofia, contenta de poder contribuir en la creación de empleo en su isla natal.
“La crisis financiera ha sido una oportunidad para la isla, porque ha multiplicado el número de personas que necesitan reinventarse y emprender; también hay más motivación para innovar y para montar startups que en los mercados más maduros”, dice Sofia. Codetrotters ofrece a sus estudiantes servicios de mentoring y asesoramiento para buscar empleo o desarrollar su propio producto.
“Aunque suene a locura, la isla está en un momento ideal para emprender. Hay incentivos fiscales, hablamos inglés, tenemos el mercado estadounidense a un tiro de piedra y compartimos el mismo sistema legal, y además tenemos playa, buen clima, gente cualificada y los beneficios de la cultura latina. Además, tenemos un ecosistema empresarial cada vez más robusto. No obstante, tenemos pendiente completar esta falta de talento técnico”, concluye Sofia, que el pasado junio estuvo en la isla de Menorca (España) participando en un programa de aceleración de startups para despertar el interés de los inversores internacionales. En los próximos meses, la cofundadora de Codetrotters planea levantar una rueda de inversión y lanzar la primera oferta de cursos online, lo que le permitirá ampliar su oferta formativa a la comunidad hispana de EEUU.
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