Congresista Gutiérrez presentó nuevo libro en Taller Puertorriqueño
El congresista de Illinois presentó su nuevo libro "No he dejado de soñar", y habló sobre los orígenes de su pasión por la reforma migratoria.
El congresista Luis Gutiérrez (D-IL) visitó el pasado 6 de noviembre el norte de Filadelfia para participar en una lectura de su nuevo libro "Still Dreaming: My Journey from the Barrio to Capitol Hill", y en una recepción a beneficio de la construcción de un nuevo edificio de Taller Puertorriqueño en el norte de la ciudad.
El evento se llevó a cabo como fruto de la relación entre el congresista y miembros locales del National Boricua Human Rights Network, quienes han luchado en conjunto por la liberación de Óscar López Rivera, independentista puertorriqueño encarcelado por EE.UU. desde hace 32 años.
Durante el evento se presentó como reconocimiento a la senadora Christine Tartaglione, una fotografía tomada por David Cruz, director de fotografía de AL DÍA News, por haber obtenido $5 millones de dólares de fondos estatales para la construcción del nuevo edificio. También se mostraron bosquejos del proyecto, así como una maqueta de este.
El evento con el congresista Gutiérrez, quien donó copias de su nuevo libro para dicha causa, formó parte de la campaña para recaudar $1,3 millones de fondos faltantes para comenzar con la construcción del nuevo edificio, cuyo costo total será de $10,7 millones.
El nuevo edificio, que será bautizado como "El Corazón Cultural Center", servirá para consolidar en un mismo espacio los diversos programas que ofrece Taller Puertorriqueño.
"Este centro cultural será un punto clave donde la gente va a poder celebrar, vivir y crear, inspirados en su herencia cultural puertorriqueña y latina", dijo Carmen Febo, directora de Taller Puertorriqueño. "Será un centro bellísimo con todas las instalaciones donde nos podemos sentir orgullosos de quienes somos".
Además contará con tres salones flexibles que se transformarán para dar lugar a un auditorio con capacidad para 250 personas, y en conjunto con un atrio, a un espacio que servirá para eventos especiales como bodas y banquetes, y cuya renta ayudará a la sostenibilidad de la organización.
"Todas las actividades han sido pensadas cuidadosamente con el propósito de desarrollar la capacidad de que este centro se sostenga en el futuro", dijo Febo. "Las instalaciones van a estar disponibles para rentarlas para eventos especiales y oficinas, y van a tener un servicio de comida, que va a generar recursos internamente para continuar sus operaciones".
Según Febo, los dos edificios actuales de Taller Puertorriqueño serían vendidos tras la construcción del nuevo edificio para crear un fondo de operaciones. Aunque en caso de ser necesario, también podrían ser vendidos para recaudar los fondos necesarios para comenzar con la construcción.
"Hago un llamado a que todos nosotros, en la capacidad en que podemos ser parte para lograr llegar a nuestra meta", dijo Febo. "Los que pueden contribuir desde un dólar hasta miles de dólares. Todos tenemos que ser partícipes".
Extranjero en su propia patria
Respecto a su nuevo libro, Gutiérrez dijo que decidió escribirlo "porque pensé que había que entender la violencia que enfrentan quienes luchan por la justicia y la igualdad".
El congresista de Illinois recordó la lucha de Harold Washington, el primer alcalde afroamericano de Chicago, quien luego de ganar las elecciones primarias en 1983, en una reñida contienda, vio que una cantidad significativa de votantes de su partido prefirieron apoyar a su oponente republicano, lo que Gutiérrez atribuye a tensiones raciales. Aun así Washington resultó vencedor e inspiró a Gutiérrrez.
Durante el evento, el congresista leyó parte del primer capítulo del libro, el cual abre con el recuento de una bomba molotov arrojada al interior de su casa en 1984, la cual desató un incendio del cual él y su familia escaparon.
Gutiérrez recordó que conforme los bomberos apagaban las llamas, un oficial de la policía llegó al lugar de los hechos para llenar un reporte, aunque no expresó ni la minima simpatía, y a duras penas lo vio a los ojos.
Durante su infancia, Gutiérrez estaba acostumbrado al trato que recibían los latinos en los barrio pobres de Chicago. Pero él ya no era ningún chico.
Entonces llamo a su jefe, Ben Reyes, subalcalde de Chicago, quien a su vez habló al encargado de la policía y los bomberos, y pronto llegaron dos investigadores mucho más serviciales.
Ya apagadas las llamas, descubrieron un ladrillo utilizado para quebrar la ventana de la sala de Gutiérrez, así como la botella de vino, aun impregnada con un olor a gasolina, que sirvió para prepara el coctel molotov.
Este es tan solo uno de las vivencias de Gutiérrez que forman parte de su libro y son muestra de los retos que ha enfrentado en parte, por él simple hecho de ser latino.
"Lo que trato de hacer en el libro es dar ejemplos de mi vida, desde la perspectiva que tenía en ese momento", dijo Gutiérrez. "No como miembro del Congreso, sino como un hombre joven que alguna vez se postularía para un puesto político".
Por otra parte, Gutiérrez recordó las raíces humildes de sus padres en Aguadilla, Puerto Rico, quienes se mudaron a Nueva York en busca de oportunidades y se enfrentaron a la discriminación y a los estereotipos de que los boricuas traían de la isla enfermedades, uso de drogas, y que venían a vivir de asistencia pública.
Para Gutiérrez, la experiencia de sus padres, quienes dejaron todo atrás para venir de Puerto Rico a Estados Unidos, aun con el beneficio de la ciudadanía pero sin saber inglés, es bastante similar a la experiencia de los inmigrantes que llegan a este país "sin educación, pero con un sueño y ganas de trabajar".
Al mismo Gutiérrez, quien se crío en Chicago, también le tocó sentirse inmigrante, cuando a sus 15 años de edad, sus padres decidieron mudarse de regreso a Puerto Rico.
"Yo crecí en una casa bilingüe. Mis padres hablaban español y yo les contestaba en inglés, y no había ningún problema", dijo Gutiérrez.
Pero al llegar a la isla, a la zona rural conocida popularmente como "San Sebastian del Pepino", su padre le advirtió que "estamos en Puerto Rico y aquí se habla español", y que si seguía hablando inglés "la gente va a pensar que tú te crees más importante que ellos".
Gutiérrez recordó que durante sus primeros días en la escuela en Puerto Rico, su maestro y sus compañeros de clase se burlaron de él porque no podía pronunciar correctamente ni su propio nombre y apellido en español, ni sabía que debía utilizar también su apellido materno como se acostumbra en Latinoamérica.
"Entendía lo que me decían, pero no podía defenderme. No sabía qué estaba pasando", dijo Gutiérrez.
Al llegar a casa ensayó la pronunciación de su nombre frente al espejo y no solo le gustó como sonaba, sino que le pareció digno de un futuro prometedor.
"Al día siguiente fui al salón de clase, había una muchachita ahí sentada, y le dije, 'hola, mi nombre es Luis Vicente Gutiérrez Olmedo, y cómo tú te llamas?'", dijo Gutiérrez, con tono de actor de novela.
Pero lejos de estar impresionada, la chica se dirigió al profesor y dijo: "Mister, el gringo me está molestando!"
Gutiérrez, quien está próximo a cumplir 60 años, recordó que hasta ese momento nunca se había sentido tan humillado en su corta vida.
Para quienes se preguntan qué hace un puertorriqueño abogando tan apasionadamente por la inmigración, Gutiérrez respondió:
"Sé lo que es ser tratado como un extranjero en mi propia patria, y sé lo que es ser demasiado puertorriqueño para ser americano en este país".
Por otra parte, agregó que los puertorriqueños, pese a ser ciudadanos de EE.UU., han sido tratados como extranjeros desde que sus padres llegaron a esta nación.
"En ese entonces no había nadie que alzara la voz por ellos. Pero ahora yo estoy aquí para alzar la voz por quienes están en una situación similar", dijo Gutiérrez.
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