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Nancy Pelosi y Donald Trump se dan la mano en la inauguración de Trump en 2017. Foto: J. Scott Applewhite, Pool/Getty Images
Nancy Pelosi y Donald Trump se dan la mano en la inauguración de Trump en 2017. Foto: J. Scott Applewhite, Pool/Getty Images

La lección de los Demócratas para Trump: el arte de la negociación en política

A más de 30 días del cierre parcial del gobierno auspiciado por el presidente estadounidense, la estrategia demócrata ha acorralado a la Casa Blanca en un…

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Cuando Donald Trump hablaba de construir un muro fronterizo con México durante su campaña presidencial, pocas personas fuera de su base le tomaron realmente en serio.

Pero a medida que su Administración avanzaba, el mayor de los peligros fue su tenacidad a la hora de cumplir con sus radicales promesas electorales.

Pareciera que un presidente que cumple su palabra era, por primera vez, un riesgo grave para varias comunidades en el país.

Sin embargo, después de la victoria demócrata en las elecciones de mitad de período, la nueva presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, cerró filas con sus colegas en el Senado y trazó un plan de trabajo que tenía por fin último hacer entender al presidente que habría quien le pusiera límites.

En el momento de definir el destino de los fondos del gobierno, Trump cruzó los brazos y aseguró que no firmaría ninguna propuesta que no incluyera dinero para su ansiado muro, tomando por sorpresa a representantes de su partido quienes habían llegado a un pacto bipartidista en el Congreso para otorgar tan sólo dinero para seguridad fronteriza, sin incluir ningún tipo de valla o barrera.

Con una seguridad ilusoria de que los demócratas cederían ante su último capricho, Trump decidió cerrar el gobierno, y ahora Estados Unidos lleva más de 30 días sin poder saldar deudas de funcionamiento interno, con más de 700.000 empleados sin salario, incluyendo al FBI y a agencias de seguridad nacional.

El muro pasó entonces a ser el símbolo del ego y la prepotencia en ambos bandos.

Durante las últimas semanas, los demócratas han declarado que el negarse a otorgar fondos para el capricho presidencial es una manera de “disciplinar” a Trump.

“No podemos permitir que cada vez que el presidente tenga una objeción diga que va a cerrar el gobierno hasta que estemos de acuerdo con él”, dijo Pelosi ante los medios. “Si mantiene a los empleados como rehenes ahora, lo hará siempre”.

La presidenta hacía referencia a los intentos desesperados del presidente por llegar a un acuerdo con los demócratas, en especial después de haber propuesto un proyecto que incluiría protecciones para los jóvenes indocumentados llegados en la infancia (Dreamers) y para algunos ciudadanos bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS).

Por el contrario, Pelosi y sus colegas insistieron en llevar al suelo del Senado una propuesta que abriera el gobierno hasta principios de febrero y permitiera no sólo la vuelta al trabajo de los empleados federales, sino el tiempo necesario para llegar a un acuerdo con Trump.

Ambas propuestas fallaron en el proceso de votación el día jueves, y demostraron que la popularidad del presidente no sólo ha descendido en la población gracias a su cierre gubernamental, sino también entre sus propias filas.

Según reportó el Washington Post, la propuesta de los demócratas contó con el apoyo de los senadores Mike Lee (R-Utah) y Tom Cotton (R-Ark.) quienes “cruzaron las líneas del partido para votar en contra de la medida (de Trump)”.

Aunque el senador demócrata Joe Manchin también cruzó hacia el lado contrario, los republicanos – y por ende, el presidente – salieron perdiendo en la contienda.

Después de que Pelosi le negara el podio a Trump para su discurso del Estado de la Unión en el Congreso, y después de que él aceptara, el gobierno se encuentra en un jaque mate que promete prolongarse, al menos, hasta que el abogado especial Robert Mueller tenga noticias para el resto del país.