Un estudio reciente sugiere que la amlodipina, un medicamento comúnmente utilizado para tratar la hipertensión arterial, podría ser eficaz en la reducción de síntomas asociados con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Este hallazgo abre la posibilidad de reutilizar este fármaco para el manejo de trastornos neuropsiquiátricos.

La amlodipina y su función en el TDAH

La amlodipina es un bloqueador de los canales de calcio tipo L, principalmente empleado para disminuir la presión arterial al relajar los vasos sanguíneos. Sin embargo, investigaciones recientes han explorado su impacto en el sistema nervioso central. Un estudio publicado en Neuropsychopharmacology evaluó cinco medicamentos potenciales en modelos animales con síntomas similares al TDAH. De estos, solo la amlodipina mostró una reducción significativa en la hiperactividad.

Para confirmar estos resultados, los investigadores realizaron pruebas adicionales en peces cebra, un modelo relevante debido a que comparten aproximadamente el 70% de los genes con los humanos. Los resultados indicaron que la amlodipina no solo redujo la hiperactividad, sino también la impulsividad, síntomas centrales del TDAH. Además, se descubrió que la amlodipina puede atravesar la barrera hematoencefálica, permitiéndole influir directamente en la función cerebral.

Mecanismo de acción propuesto

El TDAH ha sido asociado con variaciones genéticas en los subunidades de los canales de calcio tipo L. La amlodipina, al bloquear estos canales, podría modular la actividad neuronal y, por ende, mitigar los síntomas del TDAH. Este enfoque sugiere una vía terapéutica novedosa que difiere de los tratamientos estimulantes tradicionales.

Ventajas potenciales y consideraciones

La reutilización de la amlodipina para el tratamiento del TDAH presenta varias ventajas:

• Perfil de seguridad conocido: Al ser un medicamento ampliamente utilizado para la hipertensión, su perfil de efectos secundarios y contraindicaciones está bien documentado.

• Disponibilidad: La amlodipina es accesible y generalmente económica, lo que facilita su implementación en diferentes entornos clínicos.

No obstante, es crucial considerar los posibles efectos secundarios. Aunque la amlodipina es bien tolerada, puede causar mareos, somnolencia y, en casos raros, hipotensión severa. Además, su interacción con otros medicamentos debe ser evaluada cuidadosamente.

Conclusión

Los hallazgos recientes sobre la amlodipina ofrecen una perspectiva prometedora para el tratamiento del TDAH. Sin embargo, se requieren estudios clínicos en humanos para confirmar su eficacia y seguridad en este nuevo contexto. La posibilidad de reutilizar un medicamento existente podría acelerar la disponibilidad de opciones terapéuticas para quienes padecen este trastorno.