A medida que los focos de protesta contra el racismo institucionalizado se multiplican en Estados Unidos, las escenas de violencia policial también se repiten.

En Filadelfia, y mientras las protestas se llevaron a cabo de una manera pacífica en gran parte desde el día domingo, algunos manifestantes que marchaban en Broad Street se encontraron con un cordón policial que pronto decantó en golpes y disturbios.

Según reportó la filial local de CBS, una pelea estalló entre un oficial y un manifestante, que terminó en el suelo. Eventualmente el manifestante terminó bajo custodia, al igual que muchos otros durante la jornada.

Según informó la policía, hasta le mediodía del domingo, hubo alrededor de 60 arrestos en la ciudad.

El día lunes, las protestas se mantuvieron al igual que en resto del país, y eventualmente “estalló el caos”, según explicó la reportera del Philadelphia Inquirer, Kristen A. Graham, en una columna de opinión.

Mientras miles de personas se movía entre la 8ª y Race hasta la 22ª y Benjamin Franklin Parkway, “la multitud se puso a gritar, enojada” pero, según explica Graham “no vi violencia”.

Al llegar a la autopista de la calle Vine alrededor de las 5 p.m., “la policía disparó gas lacrimógeno a la multitud adyacente”. Una vez empezó el toque de queda, una hora después, la periodista empezó a retirarse, tomando fotos en el camino de los autobuses policiales, cuando fue detenida por agentes policiales.

“Me pusieron las manos en la espalda, me quitaron el casco que llevaba puesto y me quitaron la mochila”, explicó.

“Los oficiales me llevaron de ambos brazos a un autobús que estaba esperando. Fui la primera en entrar; más de 20 mujeres se me unieron eventualmente; una llorando mientras la llevaban adentro. Múltiples personas, incluyendo un periodista del Wilmington News-Journal, dijeron que también iban a pie o en coche a casa cuando fueron detenidos. Algunos gritaron "¡Las vidas negras importan!" mientras subían a bordo,” relató.

“Soy un filadelfiano nacido y criado, periodista del Inquirer durante las últimas dos décadas. He cubierto tiroteos y protestas, incendios y funerales, calamidades de todo tipo, pero nunca he experimentado nada parecido a lo que vi el lunes,” concluyó. “Todavía no estoy seguro de cómo explicárselo a mis hijos.”

Jon Ehrens, periodista de WHYY, también  compartió en redes una imagen de su rostro ensangrentado después de que un un grupo de hombres, blancos, armados le “diera una paliza” por estar grabando.

De igual manera, la periodista independiente, y ex miembro del equipo de AL DÍA, Emily Neil, compartió en Twitter su experiencia al acompañar la manifestación hasta la intersección de la 52 con Chestnut donde la policía había montado una barricada.

"Yo estaba en esa multitud, tomando fotos del otro lado de la calle, cuando la policía lanzó botes de gas lacrimógeno," explicó.

Mientras grababa cómo los policías detenían a personas presuntamente involucradas con el saqueo de Foot Locker, Neil junto a las personas a su alrededor fueron golpeados con balas de goma.

"Me quedé en el suelo por un momento y el tiroteo se detuvo", describió. "Alguien vino a ayudarme a levantarme, y otra persona presionó algo en mi cabeza para detener la hemorragia."

A pesar de no contar con un documento que pudiera probar su labor en el campo como periodista, Neil aseguró que las agresiones se sentían injustificadas.

"¿Había justificación para disparar al hombre que filmaba a mi lado, y no a mí, por dónde o cómo íbamos a compartir y publicar la información que estábamos reuniendo?", preguntó. "El oficial nos disparó porque estábamos filmando, y eso es significativo si somos reporteros afiliados o no, o incluso periodistas."