"La desconfianza en los medios nos ha llevado al cinismo"
Cada vez son más los académicos que intentan combatir contra la expansión de las noticias falsas y la desinformación desde las universidades. AL DIA News…
La propagación de las “fake news”, noticias falsas, se han convertido en un problema global. Gartner, consultora americana líder en tecnologías de la información, estima en su último informe que en el 2022 las economías occidentales consumirán más noticias falsas que verdaderas y que no habrá suficiente capacidad tecnológica para contrarrestarlas. En EE.UU. el problema se hizo evidente durante la campaña electoral de 2016, afectada por numerosos escándalos de desinformación, y al asumir el poder un presidente como Trump, que no tiene reparos a la hora de acusar a la prensa de estar mintiendo cuando le conviene. En Catalunya, durante el conflicto independentista con España, el pasado octubre, proliferaron las noticias e imágenes falsas por los móviles de ciudadanos, incapaces de procesar el volumen de información que les llegaba a diario, o de cuestionar su veracidad. En Francia, el presidente francés Emmanuel Macron acaba de anunciar su intención de crear una ley para controlar, limitar y castigar la propagación en la red de noticias falsas durante campañas electorales por parte de entidades extranjeras.
¿Estamos a tiempo de detener la proliferación de noticias falsas y ayudar al periodismo de rigor a recuperar su credibilidad? Para averiguarlo, AL DIA News entrevistó a Melissa Zimdars profesora de Comunicación y Medios del Merrimack College (MA) y colaboradora de OpenSources.co, un proyecto que investiga webs de difusión de noticias falsas e información engañosa. Con un Doctorado por la Universidad de Iowa, Zimdars es autora de varios libros sobre comunicación y desinformación, y coautora de una guía para que los estudiantes universitarios aprendan a valorar la información y distinguir las noticias falsas
La desinformación y las fake news se expanden a gran velocidad. ¿A quién hay que echarle la culpa?
Hay un clúster de factores que contribuyen a este problema: la facilidad para crear y hacer circular información falsa en las redes sociales o mediante búsquedas en Google, la polarización política asimétrica y la desconfianza general en los medios tradicionales de comunicación, nuestros hábitos sociales, etc. Creo que demasiado a menudo culpamos a individuos en concreto sin considerar los factores estructurales (tecnológicos, de información) que hacen que sea muy difícil valorar con precisión toda la información con la que nos cruzamos en internet.
¿Qué parte de responsabilidad tiene la sociedad? ¿Podría decirse que la gente tiene menos interés en saber la verdad?
Los medios de noticias están basados en un modelo lucrativo que tiene una gran influencia en el tipo de noticias que se cubren, o cómo se cubren, y ese es uno de los principales causantes de esta desconfianza general hacia los medios, de las acusaciones tendenciosas y de la mala calidad de las noticias. Con el tiempo, la gente ha empezado a desconfiar de los medios nacionales en general, lo que lleva a muchos al cinismo, en lugar de mantenerse en el escepticismo.
Durante el conflicto independentista en Catalunya y España, el pasado octubre, tuve ocasión de experimentar en primera mano cómo la gente difundía por redes sociales noticias y fotos sin preocuparse por si eran falsas o no. Hasta los periodistas parecen hoy preocupados por el origen de las fotos que les llegan. ¿Cómo puede prevenirse esta incertidumbre desde las universidades?
Existe una tendencia general a pensar que todo lo que aparece en ciertos medios de comunicación (fotografías, documentales) son “pruebas” fiables, aunque solo cuenten una parte de la historia. Hoy en día, imágenes y videos pueden ser manipulados igual de fácilmente que las palabras, pero se hace difícil no confiar en nuestros propios ojos y oídos cuando topamos con esta información. En nuestra facultad trabajamos para que los estudiantes comprendan que hay que enmarcar las pruebas, sean historias o imágenes, en las trampas de la “objetividad”, y que las noticias son solo la primera impresión de unos acontecimientos, no ofrecen una visión completa de lo sucedido, o son el resultado de un trabajo de investigación.
¿Cree que empresas como Facebook o Twitter hacen lo suficiente para prevenir la expansión de noticias falsas?
Facebook y Google deberían comunicar de forma más transparente las decisiones que se esconden detrás de lo que vemos y no vemos en nuestros feed y resultados de búsqueda. Estas empresas filtran información cada día, y lo llevan haciendo desde hace mucho tiempo. El hecho de que, de forma accidental, alimenten, por ejemplo, el discurso del odio y la expansión de información falsa o equivocada supone un grave problema.
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¿La sociedad moderna está perdiendo la capacidad de ser crítica o escéptica con las noticas que recibe?
Yo diría que lo que estamos viendo es un escepticismo desbocado. Fuentes de noticias alternativas, a menudo altamente partidistas, han ido destruyendo la confianza del público en los medios de noticias nacionales y en los partidos políticos durante meses. Ahora estos sitios web de noticias políticas, propagandísticas o falsas están llenando ese vacío de confianza.
Cómo surgió la idea de crear una guía de orientación online sobre noticias falsas dirigida a los estudiantes universitarios del país?
El objetivo era que los estudiantes aprendan a identificar las diferencias entre distintas fuentes de noticias online, distinguiendo si son simplemente favorables a un partido o realmente falsas. Demasiado a menudo los estudiantes piensan que expresarse sobre política abiertamente significa automáticamente falta de credibilidad, y eso no es cierto. Otro objetivo era también que los estudiantes tengan en cuenta diferentes pasos a la hora de valorar la información digital, desde reflexionar sobre sus reacciones emocionales ante la desinformación o detectar noticias sin autor aparente.
Donald Trump ha hecho de las fake news una nueva forma de hacer política y ha puesto de moda acusar a la prensa de mentirosa cuando ésta no dice lo que él quiere oír.
Que nuestro presidente cuestione activamente la información, sea la fiabilidad del periodismo o el rigor de datos científicos comprobados de hace tiempo, es muy preocupante. Es algo que definitivamente siembra la desconfianza entre las diferentes comunidades y grupos políticos, a la vez que hace mucho más difícil conseguir estándares básicos de vida en términos de salarios, sanidad, protección de inmigrantes, libre flujo de personas e ideas, corregir el cambio climático, etc. De hecho, es difícil valorar la reacción del público a determinados tweets porque los bots tienen una enorme presencia en Twittter [bots: programas informáticos que se utilizan para simular la interacción humana, hinchando artificialmente el número de visitas o seguidores] y, normalmente, los individuos más tendenciosos y obstinados son los que más respuestas logran. Básicamente, es notablemente difícil entender la comunicación basándonos en tweets.
¿Cómo pueden la prensa y los medios recuperar su credibilidad?
Creo que debemos redefinir los modelos de financiación de los medios de noticias para que puedan ofrecer información de calidad, debidamente investigada y documentada, sin tener que priorizar la rapidez y el sensacionalismo.
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