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El Senador Republicano John McCain falleció el pasado sábado a los 81 años tras batallar un cáncer cerebral. Foto: Win McNamee/Getty Images
El Senador Republicano John McCain falleció el pasado sábado a los 81 años tras batallar un cáncer cerebral. Foto: Win McNamee/Getty Images

¿Homenaje o hipocresía? La paradoja de recordar a John McCain

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Nunca el divisionismo estadounidense se había sentido tanto como tras la muerte del Senador John McCain.

El sábado 25 de agosto los medios reportaban que el veterano y prisionero de guerra de Vietnam había fallecido en su hogar en Arizona a la edad de 81 años, tras batallar durante meses contra un cáncer de cerebro.

La trayectoria política de McCain no le sucedió tanto como su personalidad y sus tajantes posturas contra la Administración Trump durante los últimos meses, en especial su voto contra el impulso de su partido por rescindir la Affordable Care Act.

Su fallecimiento ha dejado al Partido Republicano sin un miembro fundamental quien no sólo representó los ideales fundadores del partido sino que frecuentemente buscó alianzas con su contraparte Demócrata, según recuerda The Atlantic.

En medio de una acérrima competencia por el control del Congreso, las manifestaciones de solidaridad y homenaje al difunto Senador han sido epicentro de debates y querellas políticas.

Alexandria Ocasio-Cortez, política neófita y fenómeno electoral, se pronunció en Twitter el mismo día sábado catalogando a McCain de “ejemplo sin igual de decencia humana y servicio estadounidense”, lo que le costó graves reacciones por parte de sus colegas progresistas y seguidores, quienes cuestionaron sus reales posiciones, según analiza el Daily Wire.

“Las cosas se calentaron, mientras los izquierdistas asaban a Ocasio-Cortez por desviarse de la línea del partido”, dijo el medio.

Colegas demócratas intentaron controlar el fuego desviando el foco hacia otros asuntos más prioritarios e incluso algunos republicanos agradecieron a la candidata por “ser un ser humano decente que reconoce una muerte importante”.

Y es que en Los Estados Unidos de hoy cualquier muestra de diplomacia es traición.

Si bien el apoyo de McCain por las políticas intervencionistas internacionales estadounidenses (Irak, Afganistán…) le ganaron la etiqueta de “imperialista” durante los inicios de su campaña política, su desempeño evolucionó de la mano del escenario nacional, llegando a llamar al archienemigo de los Republicanos, Barack Obama, una “persona decente”.

Pero el público sigue recordando sus declaraciones durante la campaña presidencial, su decisión de apoyar la reforma fiscal de Donald Trump y sus rígidas posturas contra el aborto y Planned Parenthood.

En un país cuyo presidente ha sido la meca de las irreverencias y de la anti-corrección política, el alboroto por un homenaje a un hombre que, de una u otra manera, sí sirvió al país, resulta completamente paradójico.

Patriota o no, McCain fue de los pocos políticos estadounidenses en asumir sus errores, su “comportamiento ridículamente inmaduro”, llegando incluso a pedir al presidente Bill Clinton que levantara el embargo contra Vietnam en 1993, según recuerda The Independent.

El divisionismo “con gríngolas” que padece el país no es sólo argumento suficiente para la realidad de la Casa Blanca actual, sino un muy mal presagio para los meses que están por venir.