La respuesta al tiroteo de Florida es la peor faceta de la política estadounidense
Los jóvenes sobrevivientes a la masacre de Florida se han transformado en la voz de lucha a favor del control de armas y, con ello, han empezado a pagar el…
Cuando creíamos que la derecha estadounidense no podía defraudarnos más, esta semana sus posturas contra los sobrevivientes del tiroteo en la Marjory Stoneman Douglas High School en Florida han producido arcadas y decepción a nivel internacional.
Los jóvenes que percibieron cómo uno de sus compañeros abría fuego en los pasillos de su escuela con un rifle de asalto semiautomático – al que tuvo libre acceso gracias a la permisiva política de armas en el país – decidieron transformar la tristeza y el miedo en una arrolladora fuerza y voluntad por la lucha organizada con la que pretenden cambiar el curso de las cosas.
“Desde la época de nuestros Padres Fundadores y desde que agregaron la Segunda Enmienda a la Constitución, nuestras armas se han desarrollado a una velocidad que me marea. Las armas han cambiado pero nuestras leyes no”, decía la estudiante de último año Emma Gonzalez en un discurso durante una manifestación posterior a la tragedia.
Gonzalez, junto con un gran colectivo de estudiantes, han decidido tomar el asunto en sus propias manos organizando un movimiento nacional bajo el eslogan #NeverAgain (“Nunca Más”) que han llevado directamente a las escaleras del Capitolio, demandando acciones y no plegarias contra el libre acceso a las armas por parte de personas con problemas psicológicos.
El pasado lunes, el grupo de jóvenes decidió abordar a los representantes legislativos locales para solicitar un cambio inmediato en las políticas nacionales. “Nosotros somos quienes estamos haciendo un cambio. Vamos a hablar con estos políticos mañana y el día después. Seguiremos hablando, seguiremos presionando hasta que algo se haga porque las personas se están muriendo y esto no puede seguir pasando”, dijo Alfonso Calderon, uno de los sobrevivientes, a los medios, según reportó la National Public Radio.
Calderon, junto a alrededor de cien estudiantes más, llegó a Tallahassee para participar en la sesión legislativa donde varios demócratas intentaron aprobar una ley que prohibiera los rifles de asalto y cargadores de gran capacidad, pero debieron ver con sus propios ojos como los Republicanos, que dominan la Cámara, la descartaron con total facilidad, según describía The Associated Press.
Sin embargo, los jóvenes parecieran tener una perspectiva mucho más real del asunto. Para Melissa Camilo, una de las sobrevivientes de 15 años, “todo esto podría haberse prevenido si las personas estuvieran haciendo su trabajo”, dijo haciendo referencia a los legisladores. “Y el hecho de que nosotros los jóvenes tengamos que empezar a actuar como adultos y empezar a hacer su trabajo, es realmente triste que tengamos que tomar acciones cuando estas personas han estudiado todas sus vidas para hacer un trabajo que no están cumpliendo” dijo la joven, de acuerdo al Tallahassee Democrat.
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Aún así, para los partidarios de la derecha estadounidense el asunto es ridiculizable y hasta risible. El autor y personaje público, Dinesh D’Souza – conocido por sus publicaciones contra la política progresista en Estados Unidos – escribió a través de su cuenta en Twitter que la desestimación de la propuesta de ley en Tallahassee era “la peor noticia que (los jóvenes) han recibido después de que sus padres les dijeran que consiguieran trabajos de verano”, como si esconderse en un clóset para evitar ser baleado fuera un asunto de todos los días.
Asimismo, un asistente legislativo estatal, Benjamin Kelly, escribió en sus redes que “ambos jóvenes en la foto (hablando de Gonzalez y su compañero, David Hogg) no son estudiantes sino actores que viajan a varias crisis cuando suceden”. Esta teoría conspirativa le costó a Kelly el trabajo, y una oleada de rechazo que se intensificó a través de las redes sociales.
El ataque contra estos jóvenes (y contra cualquiera que les apoye) ha variado de rango, desde quienes consideran el apoyo de los “liberales” a la causa como un asunto de hipocresía (como el activista conservador, Jack Kinston) hasta quienes aseguran que todo esto se trata de un montaje demócrata para conseguir los votos este año.
Tanta incredulidad y cinismo no hace sino evidenciar que, en un país donde las masacres escolares se han transformado en tradición, la fuerza de las víctimas es un fenómeno inexistente, casi una leyenda.
Pero sí existe una sociedad más grande y más vasta que sigue creyendo en lo que es justo, y ha decidido poner sus esperanzas en estos cientos de jóvenes que, indudablemente, cambiarán las vidas de todos.
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