El fenómeno del Puente Aéreo de Puerto Rico parece no tener fin
Reportes recientes del Philadelphia Inquirer han detallado lo que muchos expertos sospechaban desde hace tiempo: muchos pobres y enfermos están abandonando la isla de Puerto Rico hacia el continente en búsqueda de asistencia sanitaria, incluyendo adictos.
Reportes recientes del Philadelphia Inquirer han detallado lo que muchos expertos sospechaban desde hace tiempo: muchos pobres y enfermos están abandonando la isla de Puerto Rico hacia el continente en búsqueda de asistencia sanitaria, incluyendo adictos.
De aquellos que han llegado al área, especialmente en búsqueda de asistencia médica y tratamiento, muchos han sido enviados a Filadelfia desde Puerto Rico con un pasaje de ida y con la esperanza de que lograrán curarse de sus enfermedades y volver a casa. Este proceso, conocido como el Puente Aéreo, es una práctica que puso en marcha el gobierno de Puerto Rico para enviar a adictos bien fuere a la cárcel o a otras partes del país con grandes poblaciones puertorriqueñas. Estos esfuerzos se han realizado para “limpiar” las calles, según se informa, debido a la falta de recursos para rehabilitaciones y el estigma que viene con la adicción a las drogas dentro de la isla.
En contraste, con la epidemia de opioides creciendo en Filadelfia, especialmente en el área de Kansington, ha habido presión sobre las autoridades locales no sólo para contener los crímenes y las drogas en las calles, sino también para proveer tratamiento a aquellas personas que han migrado recientemente a Filadelfia. Como el área de Kensington ha estado plagada con el estigma de la drogadicción, la adición de nuevos afligidos por el abuso de sustancias, combinado con las personas sin techo, ha impactado drásticamente la comunidad y sobrecargado a algunas autoridades públicas.
Al hablar con uno de los alcaldes de una de las ciudades de Puerto Rico, reconocida por enviar pacientes al continente a recibir tratamiento para adicciones, la concejal María Quiñonez-Sánchez le dijo al alcalde: “Usted ha sobrecargado a otro gobierno por su incompetencia para trabajar las cosas aquí”, recuerda Sánchez, “¿Es acaso eso justo?”. Quiñónez-Sánchez está encargada de una de las áreas de la ciudad que ha estado enfrentando drogadicción y desamparo a mayor escala.
El elemento clave en este problema son las casas de recuperación que han sido parte de la comunidad de Kensington durante algún tiempo ya. Normalmente son dirigidas por curas y hombres del clérigo, y siempre han estado en contacto con autoridades del gobierno en áreas clave dentro de Puerto Rico, para ayudar a mantener el canal del Puente Aéreo y el proceso de “recuperación”. El problema con estas casas de recuperación no es sólo que se quedan con una cuarta parte del pago de aquellos que deciden quedarse en sus instalaciones, sino que también utilizan tácticas de recuperación que algunos profesionales de la salud consideran poco efectivas y, a veces, más perjudiciales.
Las tácticas incluyen la humillación, la obligación a la oración y el sistema de castigo-premio. Algunas descripciones sobre las casas de recuperación incluyen cuartos sobrepoblados, recursos insuficientes y poco espacio. Saving Lives ha estado en el centro de la discusión, trabajando incluso directamente con la Concejal Quiñonez-Sánchez para proteger a los adictos y devolverlos a sus casas de recuperación si por alguna razón lo necesitan. “Hago esto con el corazón”, dice Willis Osario, el Capellán de Saving Lives a Alfred Lubano en el Inquirer, aunque muchos se han quejado del cuidado actual y del servicio que reciben bajo su cuidado. A pesar de las tácticas, quienes se hallan en recuperación están todavía enfocados en volver a Puerto Rico una vez que hayan logrado superar la adicción.
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