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"Fragmentos de un sueño", la condición de hombre

Simón Bolívar fue ante todo un hombre que sintió, dudó, se derrumbó y triunfó, pero que, sobre todo, vivió intensamente.     

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Aunque 200 años de independencia le han convertido en un mito, en leyenda plasmada en miles de estatuas, Simón Bolívar fue ante todo un hombre que sintió, dudó, se derrumbó y triunfó, pero que, sobre todo, vivió intensamente.

Bajo esta premisa se desarrolla "Bolívar: fragmentos de un sueño", obra teatral dirigida por Ómar Porras y escrita por William Ospina, ganador del Premio de Novela Rómulo Gallegos.

El autor explicó en una entrevista  que dicha idea surgió "de la consciencia de que sabemos poco" de un Bolívar que la gente ve en bustos o billetes, pero no "en la complejidad de un ser humano".

"Al final de su vida, sus generales no le comprendieron y optaron por caminos distintos. Bolívar sufrió muchos desengaños. Pero después de su muerte todos se arrepintieron del trato que le habían dado y exaltaron su figura tratando de compensar su ingratitud y traición, e intentaron aprovecharse de su imagen", relató Ospina.

Con esa paradoja se inicia una obra que, a juicio del autor, "gira más sobre su espíritu que sobre su presencia física", y que muestra a un Bolívar con "sus contradicciones, su sufrimiento, sus alegrías y sus tragedias", un hombre tan inquieto que solo transformándolo en estatua pudo ser manipulado.

Encarnado por el colombiano Ómar Porras, quien ejerce al mismo tiempo de director, actor y narrador, Bolívar interactúa sobre el escenario con aquellos personajes históricos que impregnaron su pensamiento y su vida, así como con los ritmos de la región, pues la música tiene un papel destacado en la función.

Simón Rodríguez y sus enseñanzas; Francisco Miranda y su visión opuesta del sueño de la Independencia; Napoleón y su influencia militar; Alexandre von Humboldt y su admiración por la naturaleza latinoamericana; o Manuela Sáenz, símbolo del amor que le profesaron tantas mujeres, son algunos de esos nombres que ayudan, sobre el escenario, a "deshacer el mito" de Bolívar.

De una manera "casi inconsciente" hay en el montaje un esfuerzo por "desvanecer la idea del héroe único y mostrarlo como el fruto de la interacción de muchos seres humanos".

Entre una multitud andrajosa, Bolívar recita con un megáfono su famosa "Carta de Jamaica". Al inicio todos le evitan, después le escuchan y, finalmente, acaban alzándolo sobre un pedestal entre abucheos, cubriéndolo con una sábana y abandonándolo bajo la lluvia, mientras él sigue recitando solo, menospreciado, convertido metafóricamente en una simple estatua ignorada.

"La política se ha encargado de construirnos una imagen de Bolívar sesgada fundamentalmente por el contenido militar", afirmó Ospina.

"Yo diría -añadió- que se le adultera no por lo que se dice, sino por lo que se calla de él, por lo que se olvida. Nadie ignora que fue un gran general, pero se descuida su lado humano, de gran amigo, de hombre desprendido, generoso, gran bailarín y seductor".

La obra, que ha abierto en Bogotá una gira por Colombia tras pasar por España y Francia, no partió de ningún texto, sino que a medida que avanzaba Ospina fue moldeándola junto a su amigo Porras, director del Teatro Malandro, con sede en Suiza.

Al igual que el estadista y revolucionario Francisco Santander, quien en la función reflexiona sobre "cómo se pueden construir naciones si siempre hay que estar pagando cuentas de nuevas batallas", el escritor opinó sobre las "discordias" que hoy enfrentan a algunos líderes latinoamericanos.

"Bolívar siempre luchó por la unidad del continente -recordó- y es un poco triste ver que la manera cómo algunos líderes celebran el Bicentenario es más con discordias, discursos agrios, acusaciones y respuestas agresivas, que, por supuesto, contrarían totalmente el espíritu del Libertador".