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Servini de Cubría, una jueza "interminable"

Nadie como ella ha durado tanto en el Juzgado Federal 1 de Buenos Aires donde tiene un alto perfil.

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María Servini de Cubría, la jueza
argentina que rechazó hoy una demanda para investigar los crímenes
del franquismo, puede jactarse de una verdad irrefutable: nadie como
ella ha durado tanto en su estratégico Juzgado Federal 1 de Buenos
Aires, donde lleva casi dos décadas con un alto perfil.

Sus
defensores alaban su honestidad e idoneidad, y atribuyen esta
prolongada permanencia en el ámbito judicial a su "habilidad" para
nadar en las turbulentas aguas de la política.

Sus detractores,
en cambio, le consideran funcional al gobierno
de turno y, entre otras cuestiones, no le perdonan una decisión que
marcó su carrera y de la que alguna vez dijo sentirse arrepentida:
censurar a uno de los humoristas más importantes del país.

María
Romilda Servini de Cubría nació en la ciudad bonaerense de
San Nicolás hace 73 años, en el seno de una familia peronista y de
marcada impronta judicial (su abuelo y su padre fueron jueces).

Mientras
estudiaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires
conoció al que sería su marido, Juan Tomás Cubría, un capitán de la
Fuerza Aérea que a poco de casarse fue designado agregado militar en
Río de Janeiro, donde la pareja vivió dos años.

Servini de Cubría
fue ascendida a jueza durante la presidencia de
María Estela Martínez de Perón (1974-1976) y durante la dictadura
que sucedió de facto al Gobierno de la tercera esposa de Juan
Domingo Perón estuvo a cargo de un Juzgado de Menores.

Desde allí
forjó una sólida relación con las Abuelas de Plaza de
Mayo, que le agradecen haberles recibido en los oscuros años del
régimen militar y la restitución a sus familias biológicas de varios
hijos de desaparecidos.

Su actuación en resonantes casos
judiciales y en varios motines
carcelarios, en los que solía presentarse en persona, le hicieron
ganar fama de implacable en la década de 1980.

A finales de 1990
asumió el cargo de jueza nacional en lo
criminal y correccional con competencia electoral, nombrada por el
entonces presidente, Carlos Menem (1989-1999).

Nada más asumirlo,
debió investigar un escandaloso caso de lavado
de dinero proveniente del narcotráfico, denominado por la prensa
"Yomagate" porque, entre otros, se acusaba a Amira Yoma, cuñada del
jefe del Estado.

No salió bien parada de aquella causa, aunque la
mayoría
peronista en el Parlamento hizo que no prosperara un pedido de
juicio político con fines de destitución, el primero de varios que
ha habido en su contra.

Corría 1992 cuando se enteró de que el
actor Tato Bores pensaba
satirizarla en su programa de televisión, por lo que prohibió al
humorista mencionar su nombre.

La respuesta del popular cómico
fue reunir un coro, formado por
periodistas, cantantes y figuras del espectáculo, que le dedicó una
canción que en su estribillo decía: "la jueza Buruburubudía es lo
más grande que hay". Años más tarde expresó arrepentimiento por
aquella reacción.

En su vasta carrera judicial ha "dirigido" más
de una docena de
procesos electorales y se ha excusado en dos grandes expedientes
contra militares.

Entre sus casos más resonantes investigó el
doble crimen (1974)
en Buenos Aires del general Carlos Prats, jefe del Ejército chileno,
y su esposa, y las responsabilidades políticas y de las fuerzas de
seguridad en el estallido social que en diciembre de 2001 acabó con
el Gobierno de Fernando de la Rúa.

El año pasado, Servini de
Cubría no pudo lograr su objetivo de
que se bloquearan informaciones e imágenes que aludieran a su
persona en los más populares buscadores de internet, con el
argumento de que perjudicaban su imagen.