La violencia atribuida al crimen
organizado en México dejó en las últimas horas al menos cuarenta
muertos, la mayoría de ellos en los estados de Tamaulipas (noreste)
y Oaxaca (sureste), al tiempo que el presidente Felipe Calderón negó este jueves que su Gobierno esté protegiendo a algún cártel de las drogas.

El estado más afectado por esta espiral violenta fue Tamaulipas,
en el Golfo de México y fronterizo con EE.UU., donde las autoridades
reportaron 19 muertos y ocho heridos por enfrentamientos entre
miembros de la Fuerzas Armadas y grupos de sicarios, así como entre
bandas rivales.

Los choques ocurrieron principalmente en ciudades fronterizas con
EE.UU., donde existe miedo entre la población después de versiones
de otros enfrentamientos, al punto de que desde ayer los padres de
familia no llevan a sus hijos a las escuelas.

El fiscal tamaulipeco, Jaime Rodríguez, explicó este miércoles
que los tiroteos tuvieron lugar del domingo a ayer martes y que
entre los muertos hay 18 civiles y un policía municipal, además seis
agentes están reportados como desaparecidos.

Señaló que tras estos hechos se instaló un consejo que reúne a
autoridades tamaulipecas y de seguridad federal, para analizar lo
que está pasando y diseñar estrategias a seguir, pero no dio pistas
sobre qué grupos estarían tras estos hechos.

Mientras, este miércoles en el vecino estado de Nuevo León cinco
presuntos sicarios murieron en un tiroteo con soldados en un
municipio rural, confirmó a Efe un portavoz militar.

La fuente precisó que el enfrentamiento ocurrió cerca de la plaza
principal del municipio Los Ramones, a unos 80 kilómetros de
Monterrey, capital de Nuevo León.

El tiroteo tuvo lugar cuando un convoy del Ejército, que
patrullaba la ciudad, fue atacado desde un negocio por lo que los
militares repelieron la agresión y sostuvieron un intercambio de
disparos durante unos 30 minutos.

Medios locales informaron que el martes, en el municipio vecino
de China, un grupo de sicarios que se movilizaban en camionetas
secuestró al menos a doce personas, cuya suerte se desconoce.

Al parecer los hechos de Tamaulipas y Nuevo León están vinculados
con un mismo grupo criminal.

El fiscal de Nuevo León, Alejandro Garza, informó hoy que
militares y policías se han desplegado en la frontera con
Tamaulipas, debido a que se ha confirmado que el cártel del Golfo y
los Zetas, que venían siendo aliados, se han declarado la guerra.

Agregó que esta tarde se registro otro tiroteo en el municipio de
China, vecino de Tamaulipas, donde murió un policía y otro resulto
herido.

Por otra parte, en el sureño estado de Oaxaca un comando de unos
20 hombres armados y a bordo de siete camionetas Hummer mataron la
noche del martes a trece personas, de las cuales hoy se confirmó que
ocho eran policías de varias corporaciones y cinco más civiles.

Los civiles eran habitantes de Vicente Camalote, ubicado en los
límites con el vecino estado de Veracruz, Golfo de México.

En tanto, en la capital mexicana fueron hallados los cadáveres de
dos hombres dentro de una camioneta, en la exclusiva zona de Bosques
de Las Lomas. Según la prensa, en el auto fue dejado un mensaje, lo
que permite especular que puede tratarse de un ajuste de cuentas.

En medio de esta situación, el presidente Calderón declaró hoy
que su Gobierno no encubre al cártel de Sinaloa, como han denunciado
un diputado del gobernante Partido Acción Nacional (PAN) y grupos de
narcotraficantes rivales de la banda dirigida por Joaquín "El Chapo"
Guzmán.

En días pasados el diputado del PAN Manuel Clouthier dijo que "la
supuesta guerra contra los cárteles" no ha pasado por Sinaloa.

"Me parece increíble que cuando estamos atrapando a criminales de
la talla del 'Teo' (Teodoro García Simental), que es del cártel de
'El Chapo' Guzmán, se diga que el Gobierno está encubriendo a ese
cártel", dijo Calderón hoy en una rueda de prensa.

En México operan al menos seis grupos de narcotraficantes, entre
ellos los más poderosos son el de Sinaloa, encabezado por "El Chapo"
Guzmán, y el del Golfo.

Calderón, quien asumió el poder en diciembre de 2006, ha enviado
a 45.000 soldados y 20.000 agentes federales a combatir a los
carteles de las drogas en las zonas más conflictivas del país.

Durante esos tres años, 17.000 personas han muerto, la mayoría,
según las autoridades, por ajustes de cuentas entre bandas enemigas.