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Crisis y conflictos bilaterales tienen en jaque integración

La integración en América Latina, tras los firmes pasos dados en los últimos años, parece hoy en jaque por el recorte de créditos originado por la crisis…

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La integración en América Latina, tras los firmes pasos dados en los últimos años, parece hoy en jaque por el recorte de créditos originado por la crisis financiera global y por diversos y recurrentes conflictos entre algunos países.

El derrumbe de parte del sistema financiero en las naciones más desarrolladas y su efecto dominó en la economía global se han convertido en el más reciente obstáculo para un proceso integrador que avanza con distintos ritmos a lo largo de toda Latinoamérica.

En el marco de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el más reciente mecanismo de integración regional, constituido en mayo pasado, se ha tomado conciencia de los efectos de la crisis y se buscan alternativas que garanticen el crédito para la integración.

Una de ellas es reactivar el Banco del Sur, un organismo que hasta ahora sólo existe en el papel y fue constituido a fines del 2007 por Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

La institución, ideada como un banco de fomento regional volcado a la integración, debía comenzar a operar este año con un capital de 7.000 millones de dólares, pero diferencias sobre las aportaciones financieras de cada país la mantienen en dique seco.

Fuentes brasileñas dijeron a Efe que, pese a la voluntad política para ponerla en marcha, la crisis financiera puede impedir a algunos países cumplir con sus cuotas de capital, que aún no han sido definidas, pues la prioridad ahora es garantizar el crédito en sus propias economías.

En plena crisis internacional, las necesidades de inversiones en toda América Latina son gigantescas.

Un reciente estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) calcula que en el área de energía, en la que el potencial regional es uno de los más importantes del mundo, América Latina requiere inversiones por 1,38 billones de dólares.

En el área de infraestructura vial, sólo en Suramérica existen proyectos que requieren de un capital cercano a los 40.000 millones de dólares para mejorar la interconexión.

En Centroamérica también se teme que la crisis financiera lleve a una reducción de las remesas de ciudadanos que viven en el exterior y representan cuantiosos ingresos para países que, además, tienen como principal socio comercial a un Estados Unidos técnicamente en recesión.

Pero más allá de las consecuencias financieras de la crisis, aún persisten obstáculos políticos que frenan la integración.

El más reciente surgió entre Brasil y Ecuador, tras la decisión del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, de expulsar de su país a la firma brasileña Odebrecht por alegado incumplimiento de contrato en la construcción de una hidroeléctrica.

El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva reaccionó y suspendió la discusión de todos los proyectos de infraestructuras que tenía con Ecuador, incluido el llamado Eje Manta-Manaos, una red vial, aérea y fluvial que incluye también a Bolivia, Perú y Venezuela.

Ecuador también mantiene tensas relaciones con Colombia desde el incidente fronterizo en que murió el jefe guerrillero colombiano Raúl Reyes, y por esa razón el presidente Álvaro Uribe se ausentó de la reciente Cumbre Andina, celebrada en Guayaquil.

En el Mercosur, Argentina y Uruguay aún no superan el conflicto causado por la construcción de una papelera en suelo uruguayo, y el Gobierno de Paraguay, presidido por el ex obispo Fernando Lugo, presiona a Brasil a fin de que pague más por la electricidad que recibe de la represa binacional de Itaipú.

Pese a esos frentes de tormenta, hubo este año una muestra contundente de que al menos se busca superar los conflictos y dar una respuesta política unitaria a los problemas.

En medio de la aguda crisis institucional en Bolivia, la Unasur convocó a una reunión de emergencia en la que todos los países de Suramérica se unieron para condenar todo intento de golpe de Estado y advertir que no reconocerán a ningún gobierno que no resulte de las urnas.

La firmeza del manifiesto firmado por los países de la Unasur fue uno de los factores que ayudaron a aliviar las tensiones en Bolivia, pese a que aún persiste el conflicto.

Ahora, la Cumbre Iberoamericana de El Salvador puede ser otro escenario de resolución de problemas.

Luiz Inácio Lula da Silva ha dicho que entre los objetivos de su asistencia a la cumbre está la posibilidad de reunirse con Rafael Correa e intentar zanjar las diferencias entre Brasil y Ecuador.