Rompiendo mitos sobre la salud de los Latinos
La salud de los Latinos sigue siendo incomprendida por muchos. La verdad es que somos diferentes, pero enfermamos igual que cualquier otra comunidad del mundo.
En 1981, tuve la necesidad de ingresar con mi padre a un hospital privado de New Orleans para el tratamiento de un Accidente Cerebrovascular hemorrágico. Veníamos de Venezuela y para ese momento, no contábamos con los recursos tecnológicos para una cirugía tan compleja en el país.
Recuerdo aún con molestia que, por venir de Latinoamérica, nos trasladaron a un área de “aislamiento”, con todas las medidas rigurosas de cuidado por una “posible enfermedad infecciosa” latinoamericana. Era un Accidente Cerebrovascular, en un hombre de 51 años, obeso, hipertenso y fumador, pero venía de Venezuela y, por lo tanto, primero se pensaba en una enfermedad infecciosa.
Muchas veces nos preguntamos si por ser Latinos tenemos más enfermedades raras de esas que se “cocinan” en la exótica selva amazónica o en las paradisíacas playas del Caribe, y las enfermedades comunes del resto de la humanidad en el siglo XXI no nos tocan.
Pues las estadísticas desmontan nuevamente este mito: según la Organización Panamericana de Salud, para febrero 2019 los Latinoamericanos enferman igual que el resto del mundo.
Es cierto que la raza, el medio ambiente, las condiciones socioeconómicas y la educación influyen en nuestra manera de enfermar, pero el ser humano transita el camino de la evolución como un todo y en ese grupo estamos incluidos los Latinos.
La población Latina cuantificada en EE.UU es la mayor de las minorías, contando con alrededor de 56,6 millones (17,6%) y cuyas dolencias más comunes son cardiovasculares 5%, cáncer 4%, accidentes por causas externas, accidentes cerebrovasculares, diabetes e hipertensión arterial 20%. El común denominador de los factores de riesgo para todas estas enfermedades es la obesidad y la mala calidad en la alimentación y hábitos de vida.
Pero las 5 primeras causas de muerte en la comunidad latinoamericana en EE.UU son: cáncer, enfermedad cardiovascular, accidentes y lesiones por causas externas, y accidentes cerebrovasculares, en ese orden.
Si consideramos que la población no hispana tiene como principales causas de mortalidad las enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, accidentes y lesiones por causas externas, y accidentes cerebrovasculares, la conclusión es obvia: los Latinos enfermamos y morimos como cualquier ser humano del siglo XXI.
La obesidad es un común denominador en las enfermedades que más nos afectan, además de malos hábitos alimentarios ligados a la cotidianidad acelerada en la lucha por sobrevivir y por mejorar la condición socioeconómica de nuestros grupos familiares.
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Pero uno de nuestros factores de riesgo más importantes es el pobre acceso a los servicios de salud por sus altos costos causados por la ignorancia absoluta de nuestros gobiernos ante el mandato de la OMS y OPS: “acceso y cobertura universal de la salud”.
La mayoría de las veces, los Latinos nos eximimos de las consultas médicas preventivas y nos limitamos a acudir a la sala de urgencias ante un síntoma que suele ser indicador de una enfermedad ya instalada.
El lenguaje no es sólo una limitante instrumental al momento de enfrentarnos al personal de salud, sino como generador de temores: muchas veces preferimos callar antes de vernos sometidos al rechazo por no ser entendidos.
Asociado a esta limitación encontramos la situación migratoria, como factor importante en la atención de la salud. En los últimos 15 años, los movimientos migratorios a lo largo y ancho del continente americano se han incrementado en un 36%, lo que trae consecuencias claras en la prestación de servicios de salud para nuestras comunidades.
De hecho, los Latinos tenemos factores protectores inherentes a la cultura, entre ellos la costumbre de la lactancia materna que favorece la salud no sólo del niño, sino que previene múltiples enfermedades en la madre como el cáncer de mama y de ovario.
Asimismo, en América Latina los esquemas de vacunación se han instalado desde hace varias décadas convirtiéndose en una conducta importante de prevención de enfermedades. Y la existencia de redes latinas en los EE.UU son un recurso de fuerza que pueden funcionar como entes difusores de información educativa para la salud y que forman parte de esa solidaridad latinoamericana que nos caracteriza.
Finalmente recordar dos palabras de suma importancia en cuanto a la salud latina: Informar y Educar. Esas son las dos premisas para fomentar la salud y la prevención de enfermedades en nuestra comunidad.
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