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El consumo de vino está normalizado en nuestra sociedad. Foto: Kelsey Knight
El consumo de vino está normalizado en nuestra sociedad. Foto: Kelsey Knight

¿Es bueno beber vino tinto?

Sigue el debate en los medios sobre si el vino puede considerarse parte de una dieta saludable

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Es uno de las conversaciones más habituales en los medios de comunicación. Y es que, cada cierto tiempo se publican estudios que demuestran por una parte que el vino puede ser considerado parte de una dieta saludable o que más bien deberíamos desterrarlo de nuestra vida. ¿En qué quedamos? ¿Quién tiene razón en este contínuo enfrentamiento?

 

La realidad es que existe una fina línea entre ambas afirmaciones. La respuesta es la llamada “paradoja francesa”. Este término creado por el cardiólogo Samuel Black se refería a la situación que se vivía en Francia a finales del siglo XIX. En este momento, la población francesa contaba con bajos índices de enfermedad cardiaca, a pesar de consumir altas cantidades de grasa, especialmente saturadas. Fue a finales de la década de los 80 cuando aparecieron varios estudios que apuntaban al consumo de vino tinto como agente dietético que protegía a la población francesa de los efectos nocivos del consumo de grasas saturadas. ¿Por qué? Simplemente porque el nivel promedio de consumo de alcohol en ese país era muy alto.

 

La aparición de estos estudios creó entonces una ola de buena prensa para el vino tinto, cuyo icono llegó a aparecer en las pirámides nutricionales, animando más aún a su consumo. Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que la razón de la buena salud de los franceses está fundamentada en el consumo de más alimentos integrales que otras comunidades y en un estilo de vida saludable.

 

No hay alcohol bueno

Ante tanta confusión y tantos mensajes de “una copa al día de vino tinto es buena para el corazón”, fue la propia OMS la que se pronunció en el año 2008. “No hay un nivel de consumo de alcohol libre de riesgos”. Además, la Organización ya avisó de que el supuesto efecto protector que el consumo de alcohol tiene en las enfermedades cardiovasculares solo es real en la enfermedad isquémica. Además, este efecto está limitado a tipo concreto de personas, dejando a un lado, por ejemplo, a la población jóven. Es por ello que la OMS tacha al alcohol como elemento perjudicial para el sistema cardiovascular.

 

La conclusión es por tanto, que aunque existan algunos mínimos vínculos entre el consumo moderado de alcohol y ciertos beneficios para la salud, su consumo reporta más consecuencias dañinas que beneficiosas. Si se quiere mejorar la salud, se recomienda seguir otros hábitos saludables como hacer deporte o llevar una dieta saludable.