Souleymane Fall: cómo colocar a los inmigrantes en el camino del éxito
Como Director de Servicios de Empleo y Desarrollo de Trabajadores en JEVS Human Services, Souleymane Fall asesora a profesionales inmigrantes sobre cómo…
Souleymane Fall se expresa utilizando elocuentes refranes y anécdotas personales que definen la experiencia universal del inmigrante americano.
Como director de servicios de empleo y desarrollo de trabajadores del Servicio Judío de Empleos y Profesiones, más conocida como JEVS Human Services, lleva 13 años trabajando para llevar a cabo la misión de la organización: “convertir la esperanza en realidad”, entendida como llevar a la comunidad inmigrante por el camino del éxito profesional. Fall nació en Senegal y conoce bien el sueño del inmigrante: llegar a los Estados Unidos y construir un legado profesional. Pero sabe algo más: cómo conseguirlo.
Cuando Fall llegó a la ciudad de Nueva York por primera vez, un hombre se le acercó para pedirle dinero. Se quedó confundido — ¿el avión le había dejado en el país equivocado? Por lo que le habían contado, en América todo el mundo era rico. Fall hablaba bien inglés — lo estudió mientras cursaba una maestría en Lenguas Extranjeras y Psicología en la universidad Cheikh Anta Diop en Dakar, Senegal — pero algo que no comprendió en ese momento era que la pobreza es prevalente tanto en su país como en Estados Unidos, y hay gente pidiendo limosna en la calle para poder comer.
“Todos creíamos que una vez aquí el dinero nos llovería del cielo”, dijo Fall, refiriéndose a muchos inmigrantes como él.
Después de haber vivido en EE.UU. durante casi dos décadas, Fall se da cuenta ahora de la ingenuidad que encapsulaba su sueño de abandonar un país pobre por el “país encima de una colina”.
Cuando envió su primer cheque de 200 dólares a su familia, una práctica habitual en la cultura senegalesa, su madre le preguntó si estaba vendiendo drogas. No creía que su hijo hubiera podido ganar dinero tan rápido de otra forma, a pesar del hecho de que estaba trabajando de profesor asistente gracias un programa de intercambio del instituto Amity en Winthrop, Maine, a cambio de 200 dólares cada dos semanas.
Tras dos años como profesor, Fall aprendió la importancia de seguir una carrera profesional. Hoy en día, su trabajo es formar a otros inmigrantes − abogados, desarrolladores de software, profesionales con altos títulos académicos en sus países de origen o sin ningún tipo de estudio − y ayudarles a marcarse una hoja de ruta profesional. Y a menudo les dice la cruda verdad, y les aconseja que rebajen sus expectativas.
“Un empleo es un empleo. Un sustento para mantener a tu familia”, dijo Fall. “Preferiría ser empleado de la limpieza o estar volteando hamburguesas antes de hacer algo que pueda terminar maniatado, perdiendo mi libertad”.
A causa de la diferencia horaria con Senegal, Fall atendía llamadas telefónicas de su familia al amanecer. Querían saber cuándo llegaría el siguiente cheque. Fall cree que muchos inmigrantes que consiguen tener éxito en América y experimentan en propia piel la cultura de las oportunidades olvidan fácilmente la visión idealizada que tenían de los Estados Unidos, así como la pobreza y la mala calidad de vida en sus países de origen.
Pero tampoco es que los trabajos estén esperándoles a la salida del avión. Fall explicó con detalle la larga y a menudo dificultosa carrera de obstáculos que experimentan los recién llegados para poder llegar a cobrar sus salarios, empezando por el aprendizaje del idioma y la integración en una cultura tan diferente como la estadounidense, única en todo el mundo.
No baje la vista cuando le hablan, es señal de engaño o decepción; no se acerque demasiado, a los americanos no les gusta que les invadan su espacio personal; si un afroamericano, o un hombre africano, le llama por esa palabra que empieza por “n”, no es que esté tratando de insultarle; en la calle las discusiones no se resuelven a puñetazos, aquí podría recibir un tiro en menos de un minuto.
“Las calles de Filadelfia podrían devorarlos vivos”, dijo. No estar al tanto de estos pequeños detalles culturales puede ser peligroso. Por ejemplo, Fall, que aprendió el inglés británico, no entendía a un amigo suyo cuando éste le contaba que unos hombres que le llamaron “n----” en una esquina de Trenton estaban “hustling and packing”, dos palabras que en inglés estadounidense significan “vender droga” y “tener arma”. Fall dijo que los inmigrantes necesitan mentores experimentados, como los que ofrecen organizaciones como JEVS o el Welcoming Center for New Pennsylvanians, para evitar que se produzcan confusiones peligrosas.
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JEVS ofrece su servicio básico de clases gratuitas de inglés como segunda lengua (ESL) en sus centros para recién llegados − Center for New Americans (CNA) − ubicados en tres puntos del área metropolitana de Filadelfia, que están abiertos a refugiados y beneficiarios de asilo, aunque también ofrece coaching individual para mejorar la preparación para un empleo. El JEVS reportó que el año pasado 110 de sus 180 participantes en los programas del CNA obtuvieron empleos, y la mayoría de ellos retuvo su puesto durante un mínimo de 90 días.
JEVS también respalda a los profesionales que necesitan convalidar sus diplomas extranjeros en EE.UU y familiarizarse con los procesos de solicitud de empleo. Aquí es donde el programa para profesionales inmigrantes (IPP) del Welcoming Center entra en juego. Fall defiende el IPP, así como otras formaciones adicionales, el mentoreo individual, el voluntariado y los programas de prácticas del tipo “gana dinero mientras aprendes” como primeros pasos para que los inmigrantes mejoren su empleabilidad.
Según Fall, en América existe una “sabiduría situacional” que solo puede adquirirse con tiempo y experiencia, y ese es el motivo por el que JEVS trabaja para ofrecer programas de mentoreo que ayuden a los nuevos americanos a saber manejarse en la vida diaria y las relaciones sociales en los Estados Unidos, manteniéndolos enfocados en el camino hacia la prosperidad.
“La mayor parte del tiempo no valoramos las maravillosas cosas que nos enseñaron nuestros padres hasta que es demasiado tarde”, dijo Fall, añadiendo que el mentoreo juega un papel muy importante en ayudar a los nuevos americanos a evitar peligros o obstáculos que podrían interrumpir su camino hacia la prosperidad.
El voluntariado, a pesar de no ser remunerado, también es una buena oportunidad para que los nuevos americanos practiquen el idioma, hagan contactos y ganen conocimiento real de la vida profesional en los EE.UU. También puede ayudar a completar un currículum. Para un inmigrante con aspiraciones a largo plazo, el voluntariado es una forma fantástica de empezar.
Vivir en América, sin embargo, tiene un coste inmenso, que requiere unos ingresos estables. Fall explicó que los inmigrantes se dan cuenta enseguida del peso financiero de los impuestos, vivienda, cuidado infantil, seguros — esenciales que los nuevos americanos no siempre anticipan al llegar. Los programas de JEVS dedicados a “sabiduría situacional” también intentan reducir la brecha del aprendizaje económico.
En su papel a JEVS, Fall debe satisfacer a las tres partes implicadas: profesionales inmigrantes, empleadores y donantes de la organización. La debe seguir una serie de regulaciones para poder recibir fondos federales y estatales, además de tranquilizar a los donantes que canalizan dinero hacia los programas que maneja Fall.
En referencia a los empleadores, éstos suelen dudar a la hora de contratar inmigrantes que no dominan el inglés, pero JEVS anima a las compañías a ofrecer oportunidades de formación remuneradas e invertir en empleados que muestren habilidades evolutivas. El incentivo principal por parte del empleador es poder diversificar su fuerza laboral y la oportunidad de moldear a sus empleados de acuerdo con la visión de su empresa.
Fall explicó que su “escalera de incentivos” — un salario inicial para un individuo cualificado debe ser 17 dólares la hora, así que un supervisor puede empezar con un salario de aprendiz de 10 dólares, y a medida que va adquiriendo habilidades nuevas ir subiendo de sueldo. Según Fall, los inmigrantes necesitan estar motivados durante este periodo, pero también les aconseja que no actúen de una forma culturalmente muy diferente, lo que no siempre es fácil, añadió. El objetivo es adoptar una actitud que ayude a mejorar tanto a la empresa, a la familia como al país, y eso significa también alinearse con los objetivos de los empleadores.
La variedad de enfoques que JEVS ofrece a sus clientes individuales ha sido clave para poder mantener a profesionales inmigrantes y sponsors satisfechos. Fall dijo que él y el resto de su equipo parten de la base de que nadie llega a los Estados Unidos con la misma experiencia o expectativas de sueño americano, por lo que los temas de empleo deben ser abordados desde diversos ángulos.
“En definitiva, mi posición es insignificante en comparación a la de la gente con quien trabajo”, dijo Fall. “Tengo éxito simplemente porque los participantes con quienes trabajo tienen éxito. Si ellos no tuvieran éxito, creo que alguien se pondría muy contento devolviéndome a África sin un billete de vuelta”.
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