En Estados Unidos 1 de cada 100 adultos mayores han muerto por COVID
La sombra de la pandemia se sigue ensañando con los adultos mayores, aunque muchas de las víctimas pudieron haberse salvado de haber sido vacunados a tiempo.
Aunque desde el comienzo de la pandemia, a comienzos de 2020, se conocía que los adultos mayores, en especial aquellos con marcadas comorbilidades, serían uno de los grupos más vulnerables a los efectos del coronavirus, las altas cifras de mortalidad, a pesar de las vacunas, plantean más dudas que certezas sobre las estrategias y medidas que se han tomado en Estados Unidos para proteger a esta población.
Cerca de superar las 800 mil muertes por COVID-19, el 75 % de estos fallecimientos se han dado en pacientes con 65 años o más, sin importar que hayan sido protegidos o priorizados para recibir antes que nadie las vacunas anticovid.
The US confirmed Covid deaths exceeds 800,000
— Eric Topol (@EricTopol) December 13, 2021
Killed 1 of every 100 Americans over age 65
Killed 1 of every 415 Americans.https://t.co/kaFJNo7WVN by @juliebosman @albertsun @amy_harmon
~300,000 deaths well after US vaccine rollout pic.twitter.com/ghdYZmcp0K
De acuerdo con una investigación realizada por The New York Times, Estados Unidos está cerca de alcanzar un hito negativo con el porcentaje de fallecimientos entre adultos mayores de 65 años, donde 1 de cada 100 personas han perdido la batalla ante la COVID-19.
Según información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC, en los últimos dos meses, con más de 1.200 muertes por día, la proporción de muertes en personas mayores ha vuelto a aumentar. Esto, a pesar de que el grupo de la tercera edad es uno de los que continúan restringiendo en mayor medida sus actividades normales, además de que ya muchos cuentan con tres dosis de la vacuna, (al menos el 87 % según los CDC).
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A diferencia de la mayoría de fallecimientos en el verano, que se concentraron especialmente en el sur del país, a partir de comienzos de octubre se han extendido de manera más rápida por todo el país, especialmente en estados como Pensilvania, Texas y Michigan.
En este momento, la COVID-19 es la tercera causa principal de muerte entre los norteamericanos con 65 años o más, después de las enfermedades cardíacas y el cáncer. Cerca del 13 % de todas las muertes en este segmento de la población, desde principios de 2020, son atribuidas al virus, un porcentaje mayor que el de la diabetes, los accidentes, el Alzheimer o la demencia.
Hospitales en el medio oeste y el sudoeste, así como en Nueva Inglaterra, han incrementado nuevamente sus niveles de ocupación por la alta afluencia de pacientes este mes, especialmente de no vacunados.
La expansión de la variante delta, así como la llegada de la nueva ómicron, en un momento en que niños, jóvenes y adultos menores de 60 han relajado muchas de las medidas de autoprotección, incrementa el estrés de la población adulta que se ve obligada a aislarse, descuidando así su salud mental y el seguimiento de otras patologías ajenas al virus, lo que aumenta en ellos la sensación de que no los están teniendo en cuenta en medio de esta pandemia.
A pesar de que en algunos escenarios se ha considerado que estos fallecimientos se habrían dado de cualquier manera por la edad de las personas, han sido las patologías preexistentes y las infecciones de vanguardia las que han influido más allá de la fecha de nacimiento de los pacientes, quienes por las restricciones y la saturación de los centros de salud han tenido que descuidar el correcto cuidado de condiciones médicas especiales adquiridas con anterioridad.
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