Jason Stanley
El filósofo Jason Stanely es experto en el fascismo como régimen político. (Imagen tomada de su entrevista para Amanpour and Company)

Ya tenemos un régimen fascista: Jason Stanley, el académico de Yale que deja Estados Unidos en medio del giro autoritario de Trump

El profesor de filosofía dice que emigra a Canadá porque nadie defiende las instituciones democráticas en Estados Unidos.

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Jason Stanley, profesor de Filosofía en la Universidad de Yale y reconocido experto en el estudio del fascismo, ha decidido dejar Estados Unidos. Lo hace, según afirma, ante lo que describe como la consolidación de un “régimen fascista” bajo la administración del presidente Donald Trump. Su salida no es silenciosa: Stanley ha venido denunciando públicamente el clima de temor que, a su juicio, se ha instalado en las universidades y otras instituciones académicas del país.

En una entrevista con Amanpour and Company, transmitida por YouTube el 26 de marzo de 2025, Stanley advirtió que “el autoritarismo requiere una cultura de miedo” y que, en su visión, Estados Unidos ya está recorriendo este camino. “Están creando una cultura de miedo en K-12 y en las universidades”, afirmó, al señalar que las nuevas directrices del Departamento de Educación apuntan a imponer una ideología estatal y patriótica, censurando contenidos que reconozcan la existencia del racismo estructural en el país.

La preocupación de Stanley no se limita al plano académico. En conversación con BBC Mundo, el académico explicó que su decisión de mudarse a Canadá obedece también a motivos personales: “La razón principal es el clima político, tanto para mi profesión de académico como para mis hijos, que son negros y judíos”. Añadió que observa con alarma cómo los judíos estadounidenses están siendo colocados en el centro del debate político y utilizados, según sus palabras, por la administración Trump como “una especie de mazo para el fascismo”.

Un giro inquietante en la política educativa

Las declaraciones de Stanley se producen en un contexto de creciente presión gubernamental sobre las universidades estadounidenses. La polémica escaló recientemente tras la difusión de una carta del Departamento de Educación, fechada el 14 de febrero de 2025, que advertía sobre una supuesta “toxico adoctrinamiento” en instituciones educativas, acusando a estas de promover ideas como la existencia del racismo sistémico bajo el paraguas de políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI).

Para Stanley, esta carta representa una señal clara de la intención del gobierno de avanzar hacia un modelo de educación patriótica y de control ideológico. “Cuando comienzas diciendo que universidades y escuelas no pueden enseñar hechos, ya estás en un terreno muy problemático”, afirmó en la entrevista con Amanpour and Company. Según él, la ambigüedad de las nuevas normativas facilita que cualquier profesor pueda ser acusado de violarlas, generando autocensura y miedo dentro de la comunidad académica.

Stanley recordó que figuras clave en la estrategia conservadora, como Christopher Rufo, han defendido públicamente el uso de términos vagos como DEI para permitir un amplio margen de acción contra el pensamiento crítico en las universidades. “Eso es precisamente lo que están haciendo”, subrayó.

Columbia, un punto de inflexión

Uno de los momentos que llevó a Stanley a considerar su partida fue la controversia en torno a la Universidad de Columbia. La administración Trump retiró alrededor de 400 millones de dólares en fondos federales a la institución, alegando que no había protegido adecuadamente a sus estudiantes judíos durante las protestas contra la guerra en Gaza. Finalmente, Columbia accedió a una serie de demandas del gobierno para recuperar esos recursos.

Stanley calificó esta acción como “el peor ataque a la libertad de expresión en mi vida, peor que el macartismo”, según declaró a la BBC. “Intervinieron un departamento académico porque el gobierno federal no estaba de acuerdo con su ideología”, añadió, subrayando que la decisión de Columbia marcó un precedente alarmante para la autonomía de las universidades.

Para el académico, la renuncia de la entonces presidenta de Columbia, Katrina Armstrong, tras aceptar las exigencias del gobierno, no cambió la situación. “Nombraron a una integrante del consejo directivo como presidenta interina. Es aún más inquietante”, dijo a la BBC. A su juicio, la decisión demuestra que la Casa Blanca está observando de cerca las acciones de las universidades y ejerciendo presión directa sobre sus dirigentes.

Stanley también cuestionó el enfoque del gobierno respecto a las protestas universitarias, acusando a la administración de tergiversar los hechos. En Amanpour and Company, recordó que en las manifestaciones de Columbia había numerosos estudiantes judíos críticos con la política israelí que fueron ignorados en la narrativa oficial. “La administración está diciendo que hay buenos judíos y malos judíos. Los buenos son los que apoyan las acciones de Israel en Gaza, y los malos son los que, como yo, critican esas acciones”, afirmó.

Una alerta sobre el rumbo del país

Las preocupaciones de Stanley van más allá del ámbito universitario. En sus declaraciones tanto para Amanpour and Company como para la BBC, el académico pintó un panorama sombrío sobre el estado de la democracia estadounidense. “Ya somos un régimen fascista”, sentenció en la entrevista con la BBC. Según él, el Estado de derecho se ha erosionado hasta el punto en que el presidente Trump y figuras como Elon Musk actúan con impunidad, mientras las instituciones fallan en contenerlos.

Stanley subrayó que los ataques no se limitan a las universidades, sino que se extienden a los medios de comunicación y al sistema judicial. “El presidente y Elon Musk están haciendo lo que quieren. Los tribunales son un desastre”, lamentó ante la BBC, alertando sobre el riesgo de que Estados Unidos se encamine hacia un sistema de partido único.

Consultado sobre la respuesta de la sociedad estadounidense ante estas tendencias, Stanley reconoció que existe un segmento significativo que simpatiza con el autoritarismo. “En todos los países, el 30% de la gente quiere fascismo”, afirmó, aludiendo a dinámicas históricas donde los demagogos explotan temores internos y externos para consolidar el poder.

Un exilio estratégico

Aunque deja claro que considera Estados Unidos su hogar, Stanley ve en su salida a Canadá una oportunidad para continuar la lucha desde un espacio que, en su opinión, todavía preserva los valores democráticos. “La política para las universidades y para la libertad se ve sombría en este país”, dijo en Amanpour and Company. Y añadió: “Puedo luchar mejor desde un país que está dedicado a la libertad y la igualdad”.

Con dos hijos pequeños que —como él mismo señala— son negros y judíos, Stanley dice sentirse obligado a buscar un entorno más seguro para su familia. No descarta regresar a Estados Unidos si la situación mejora, pero por ahora, su análisis no deja mucho espacio para el optimismo. “Estados Unidos siempre será mi hogar”, dijo a la BBC, “pero creo que las instituciones que amo están existencialmente amenazadas y no se están defendiendo de una manera que me dé alguna esperanza”.

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