"Mother!” es una película aparentemente simple en términos de producción, pues se desarrolla en su totalidad al interior de una remota casa recientemente consumida por un incendio. Dos personas viven en ella, llamados Him (Bardem) y Mother (Lawrence). Juntos trabajan para remodelar el lugar. Él es un escritor con un pasado exitoso, que ha perdido las ganas de crear. Ella es quien toma las decisiones en la casa, escogiendo colores para pintar las habitaciones decrépitas. 

Una noche hay golpes en la puerta. Todo indica que los personajes están separados de la civilización por una enorme distancia, el tratamiento del espacio sugiere ante todo aislamiento. Mother no espera visitas y tampoco está interesada en sorpresas. Es Él (him) quien se lanza a abrir la puerta. Una persona identificada como Man (Ed Harris) se presenta y obtiene une noche de estadía.

A la mañana siguiente, llega  Woman (Michelle Pfeiffer). El personaje de Lawrence no ve con buenos ojos la presencia de los extraños en la casa. De nuevo, es Él quien se muestra ansioso por acoger a los desconocidos. Ayuda, por supuesto, que Hombre (Man) se declara un admirador de las letras de Él. Una pequeña caricia en el ego masculino siempre abre puertas. 

A partir de este momento, la historia se torna incluso más extraña. Bizarra, es quizá la palabra. Lo que empieza en un registro absurdo pero realista, se convierte en algo que deliberadamente transgrede las fronteras de lo racional. Aunque, para ser honestos, hay que decir que el director, Aronofsky, ofrece pistas de este cambio desde temprano.

El personaje de Lawrence pone su mano en un muro y hacemos zoom sobre la casa para ver algo que parece un corazón agonizante.  Las metáforas surreales se siguen acumulando para, en definitiva, conducir a un clímax perturbador y alucinante.  Una nueva marca en la carrea de Aronosky, que ya había dejado desenlaces angustantes en “El Luchador” y sobre todo en “Requiem por un Sueño”.

Hay que decir que “Mother” está lejos del cine de horror tradicional, aunque en algún momento pareza inscribirse en la línea de “Rosemary’s Baby”. Desde el inicio Arofnosky deja claro que su intención es vulnerar las reglas del género. Su idea es buscar un lenguaje inexplorado para interrogar las tensiones de género y  las leyes de la creación artística. Es una apuesta ambiciosa y original que va mucho mas allá de los escalofríos y el suspenso.