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 La artista y muralista Michelle Angela Ortiz creció en el barrio de South Philly al cuidado de su abuela colombiana mientras sus padres, inmigrantes Latinoamericanos, se pasaban el día trabajando. Foto: Neal Santos
 La artista y muralista Michelle Angela Ortiz creció en el barrio de South Philly al cuidado de su abuela colombiana mientras sus padres, inmigrantes Latinoamericanos, se pasaban el día trabajando. Foto: Neal Santos

“Todos merecemos dignidad y respeto, sea cual sea nuestro trabajo”

Nacida en South Philly de padres inmigrantes Latinos, Michelle Angela Ortiz ha sido premiada con la prestigiosa beca de la Robert Rauschenberg Foundation por…

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Si hace dos años usted llegó a pasrarse frente a las oficinas del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) de Filadelfia en Callowhill St, es probable que viera las llamativas letras en color amarillo pintadas en el asfalto,  en las que se leía, en mayúscula: “WE ARE HUMAN BEINGS, RISKING OUR LIVES FOR OUR FAMILIES & OUR FUTURE”. (Somos seres humanos, arriesgando nuestras vidas por nuestras familias y nuestro futuro).

El mensaje – una llamada de apoyo a los inmigrantes indocumentados–  forma parte de una las últimas instalaciones de arte público de Michelle Angela Ortiz, una de las artistas y muralistas más prometedoras de nuestra ciudad.

Nacida en South Philly, de padre puertorriqueño y madre colombiana, Michelle, de 38 años, ha sido uno de los siete artistas de todo EEUU premiados con la prestigiosa beca “Artist as Activist” que cada año otorga la Robert Rauschenberg Foundation de Nueva York. Dotada con $100,000, la beca tiene en cuenta la obra de artistas que trabajan con temas de implicación social, como la justicia racial y la encarcelación masiva, y está pensada para que los artistas ganadores puedan dedicarse a sus proyectos durante dos años completos.

En su caso, Michelle Angela Ortiz usará la beca para trabajar en el proyecto “Familias Separadas”, una serie de instalaciones de arte público (entre las que se incluye el mensaje frente a las oficinas del ICE de Filadelfia) que tienen como fin despertar la conciencia ciudadana sobre el trauma que supone para las familias la detención de madres indocumentadas y sus hijos. A parte, Ortiz también le interesa denunciar la criminalización de la comunidad Latina, víctima de una política racista de encarcelaciones y deportaciones.

“Yo misma soy hija de inmigrantes y la historia de mi familia siempre va conmigo,” explica Ortiz en una entrevista telefónica con AL DIA NEWS desde su taller en South Philly, a menos de una cuadra de la casa en la que creció. “Me crie entre cumbias, salsas y boleros”, bromea. Pero Ortiz tiene muy claro lo que más valora como hija de inmigrantes:  el esfuerzo que supuso para sus padres tirar adelante a la familia.

“Me crie entre cumbias, salsas y boleros”

“Mis padres se marcharon de Puerto Rico y Colombia con los mismos deseos que los que hoy miles de inmigrantes latinoamericanos dejan atrás sus países para entrar – como sea – en los EEUU: “No tenían estudios. Tuvieron que trabajar muy fuerte para tirar adelante a sus familias y dar a sus hijos acceso a lo que ellos no habían tenido: trabajo y educación”, dice la artista, madre de un hijo de tres años.

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Su primer sketchbook: hojas de papel botadas

La mediana de tres hermanos, Michelle se crio al cuidado de su abuela colombiana y su abuelo puertorriqueño, mientras sus padres trabajaban. Ambos eran empleados de la limpieza.  Su madre trabajaba todo el día en casa de una familia italiana del barrio y de noche limpiaba oficinas en el centro de la ciudad. “Cuando se marchaba, le hacía dibujos para que se los encontrara a la vuelta del trabajo, de madrugada. “Una vez le hice un dibujo de Minnie Mouse y no podía creerse que no lo había calcado” , dice Ortiz, que se recuerda dibujando desde los tres años.

En el colegio, los profesores le repetían que tenía mucho talento, pero en casa no había dinero ni para pagarle el material. “Para dibujar, usaba las hojas de papel botadas que mis padres recogían de las oficinas donde limpiaban. Y también algunas plumas. Fueron mi primer sketchbook”, explica, orgullosa.

Y es que cuando habla de su familia, Michelle se deshace en elogios. “De mis padres aprendí la idea de que para seguir adelante hay que trabajar duro”, dice. De convivir con sus abuelos durante más de treinta años, aprendió “la importancia de respetar a nuestros mayores”.  Y también a valorar la cultura de sus orígenes, el idioma español... Nostálgica, recuerda las fiestas y parrandas que organizaba su familia, a su abuela, quien ella ayudaba a hacer flores de papel y otras manualidades decorativas. También le gustaba quedarse en la cocina escuchando a su madre y a su abuela conversar sobre Colombia, sus casas, sus gentes … ese país lejano y mágico, que ella imaginaba sobre el papel. “Siempre tuve mucha curiosidad por mis orígenes”, explica Ortiz, que viajó por primera vez a Colombia con siete años.

"Me gustaba quedarmee en la cocina escuchando a mi madre y a mi abuela conversar sobre Colombia"

Ahora intenta inculcar esta curiosidad por la cultura y el idioma español en su hijo de tres años. “Porque hablar español no solo me ha enriquecido como persona, “sino que también me  ha servido como herramienta de trabajo”, admite Ortiz, que en los últimos ocho años ha trabajado como enviada cultural para diversas embajadas de EEUU en América Latina y Europa. Ortiz ha estado al cargo de diversos proyectos de arte público en Cuba, Honduras, México, Venezuela…  países donde intenta tender puentes de diálogo entre las diferentes comunidades a través de sus murales. “Trato de usar el arte para sacar a relucir el valor de las personas y sus lugares, sea en un Museo o en barrio de pocos recursos de Honduras, pero con una riqueza cultural y espiritual.” 

Al mismo tiempo, el dominio del español le ha ayudado a trabajar con comunidades latinas inmigrantes en Filadelfia y otras ciudades de los EEUU. “Algo especialmente importante en estos días, en que los inmigrantes cargan con la imagen de criminales”. Sus instalaciones y murales sirven para contar “historias que combatan otras historias más negativas, difundidas en los medios, que infunden el miedo”.

Cuestión de dignidad

“Como hija de inmigrantes, soy fruto de dos personas que lucharon para no vivir en la pobreza material. “Todos merecemos dignidad y respeto, sea cual sea nuestro trabajo”, dice. “Ya que todo empleo tiene su valor, incluso limpiar o cocinar”, explica Michelle, en referencia a la labor de miles de inmigrantes indocumentados en EEUU.

Michelle asegura que siempre se sentirá agradecida de que sus padres no la presionaran para que estudiara alguna carrera más lucrativa, como Derecho o Medicina. En todo momento la apoyaron para que desarrollara su carrera de artista.  A los 15 años, por recomendación de un profesor, entró con una beca en el Moore College of Art & Design de Filadelfia. Más adelante recibió su Maestría en Arte y Gestión Cultural en Rosemont College, lo que le permitió ganarse la vida como educadora y gestora cultural, además de artista. Entre sus proyectos más destacados está la realización del primer proyecto de arte público apoyado por EEUU en Cuba desde la reapertura de la embajada americana, en 2015.

Sus proyectos de arte público y murales giran en torno a los problemas sociales de la inmigración. En la serie “Familias Separadas” (2015), por ejemplo, el objetivo del proyecto es desviar la atención de las estadísticas y cifras sobre deportados y concienciar a la gente del drama humano que supone separar a las familias.

A parte del premio Rauschenberg, Ortiz también ha sido becada este año con el Kennedy Center Art Citizen Fellowship, que premia aquellos artistas de todo el país que usan su arte para lograr un impacto positivo en las comunidades.

Enganchada a Filadelfia

Sin embargo, lo que más le gusta es poder trabajar en su ciudad. “Filadelfia me ha permitido desarrollarme como artista”, dice . Ortiz no solo ha realizado proyectos en su vecindario, South Philly (donde trabajó en un proyecto con vendedores ambulantes de fruta y verdura de la Calle 9) sino también en barrios más pobres del Norte y el Sur, con mayor inmigración Latina.

En nuestras calles hay mucho valor y riqueza,” dice la artista, para quien Philly es una combinación de dureza y encanto. Por un lado, la ciudad sigue afectada por grandes lagunas de pobreza y desigualdad, pero por otro, “sigue luchando por ser una ciudad santuario”, una batalla impulsada por activistas locales con el apoyo del alcalde Kenney en medio del clima de miedo y redadas del ICE.

Según Ortiz, en EEUU hay muchas historias de inmigrantes y dramas de familias separadas que contar, pero hasta ahora estaban muy centradas en el Oeste del país: California, Texas.. “¿qué pasa en el Norte?”, se pregunta. “La amenaza sobre los indocumentados es un tema que nos afecta a todos de cerca. Yo misma tengo seres queridos que están asustados pero sigo inspirada por su lucha y resistencia”.