Andrea Echeverri, la rockera feminista colombiana que no quiso ser diva
Su apuesta original y transgresora no le impidió obtener importantes logros
Andrea Echeverri, popular cantante de rock colombiana y líder de la banda Aterciopalados, es una figura particular de la música latina. A diferencia de muchas otras artistas, que aspiran a alcanzar la fama y el éxito con sus canciones, ella renunció a ser una diva. “No quería ser como Madona ni como Shakira”, reconoció la cantante, conocida por reivindicar el feminismo en sus letras mucho antes de que se convirtiera en un movimiento masivo internacional.
Su apuesta original y transgresora no le impidió obtener importantes logros. Entre ellos, destacan múltiples premios Grammy, MTV o Lo Nuestro. Su último disco en solitario fue “Ruiseñora” (2012), donde predominan las percusiones y las letras reivindicativas. Ella misma lo dejó claro: “es importante seguir hablando de feminismo en el siglo XXI, porque el machismo existe, aplasta, viola, mata y pega diariamente”.
La suya es una apuesta por continuar el legado de la canción protesta latinoamericana, conocida por nombres como Silvio Rodríguez, Soledad Bravo o León Gieco. La “suramericana rockera” se rodea de vaginas de cerámica que ella misma elabora para reivindicar las injusticias que siguen sufriendo las mujeres colombianas y en todo el continente. En una entrevista concedida al diario El País, no se reconoce como una “feminista en el sentido estructurado”, pero si aclara que sus letras y su música luchan por los derechos de la mujer.
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La autora de canciones como “Cosita Seria”, “El estuche”, “Ruiseñora” o “Ovarios” se declara antibélica, alejada de las divas del pop. También promueve el “Do it yourself”: su disco “Dos” (2010) fue grabado íntegramente en el salón de su casa. Ella misma compuso y tocó todos los instrumentos, en una obra que es una oda a la maternidad.
Reconoce que “ahora hay cosas en la industria musical que me dejan fría, no puedo ir por ahí haciéndome la moderna”. Originalmente, Echeverri era ceramista, y se dejaba influenciar por la obra de Simone de Beauvoir. La culminación de sus ideales se refleja en “Ruiseñora”, que intenta motivar a la mujer latinoamericana a ser “dueña de su propia historia”.
En “Cosita seria”, denuncia el acoso en forma de piropos agresivos. Según cuenta, la canción nació tras leer un artículo del diario amarillista “El Espacio”, y pese a su letra chistosa y exagerada, es un mensaje de alerta para que con ellas “no se metan”. También reivindica la belleza al natural, con la particularidad de cada cuerpo. “Y aunque tenga celulitis, yo amo mis piernas. Aunque quede mal en ropa interior con un reguetonero, yo amo mis piernas”, canta en “Piernas”, una canción de su banda Aterciopelados.
El cuerpo y la mente de Echevarri son puro mensaje. Como estudiante de arte, entendió el cuerpo humano desde otra óptica. Cuando subió al escenario por primera vez, no pretendía seducir. Empezó a jugar con vestimentas de colores y otros símbolos para trasladar sus mensajes reivindicativos. Desde su lugar visible, quiso poner en el centro a las víctimas de la violencia sexual en Colombia, que se calcula que podrían ser millones.
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