Los Premios Ariel del cine mexicano, son otorgados anualmente  por  la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), y reconocen lo más destacado de la producción cinematográfica iberoamericana. Esta edición y por segundo año consecutivo, la estatuilla dorada se entregó de manera virtual debido a la pandemia del coronavirus. 

La premiación fue transmitida a través de Canal 22 (México) y desde la página de Facebook de la AMACC. Las categorías fueron a mejor dirección, actuación, producción y piezas audiovisuales, además de dos premios especiales, los Arieles de Oro, que son otorgados en reconocimiento a la trayectoria.

Entre los participantes, la cinta “Sin señas particulares” se llevó 9 estatuillas, entre ellas las categorías más cotizadas como mejor ópera prima de la directora Fernanda Valadez, mejor dirección y mejor película. Por otro lado, el filme documental chileno dirigido por Maite Alberdi, “El agente topo”, ganó el premio a Mejor película Iberoamericana. Mientras que “El baile de los 41” del mexcano David Pablos, se llevó dos estatuillas, al Mejor vestuario y por el mejor diseño de arte

Un Ariel de Oro fue otorgado a Fernando Cámara, quien en su discurso remarcó sobre la importancia del carácter colaborativo de la industria y la necesidad del trabajo en equipo, desde la dirección, producción, microfonía, sonido. “La industria fue teniendo áreas de calidad porque cada pieza se comprometía; creo yo que este Ariel representa la suma de todas esas etapas”, dijo Cámara.

La nota emotiva de las premiaciones estuvo presente con el reconocimiento “In Memoriam”, donde se presentó un video que mostraba a algunas de las figuras del cine mexicano de la industria cinematográfica que ya no nos acompañan. Algunos de los nombres mencionados fueron Libertad Leblanc, Alfonso Zayas, Lilia Aragón, José Ángel García, Flor Silvestre, Isela Vega, José Manuel Zamacona, entre otros.

La estatuilla representa, de acuerdo a su creador (el escultor Ignacio Asúnsolo), a un hombre en actitud de emprender el vuelo y es, al mismo tiempo, un símbolo del espíritu idealista de nuestra raza y del anhelo de la ascensión del cine mexicano.