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¿Quién es Mama Duke? Trap, underground y fanfarroneo

La celebración de esta rapera queer del lanzamiento de su nuevo álbum, Ballsy, a través de un visceral directo de cinco horas nos invita a indagar en la…

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Sería una ardua tarea encontrar un disco tan bien grabado, intenso y underground para este 2020 como el debut de Mama Duke en Ballsy. Precisamente en un año proclive a la autoproducción es cada vez más complejo encontrar discos modernos y traperos con la esencia del hip-hop de los orígenes, contestario y fanfarrón sin ceder a las dinámicas gansteriles, puro extrarradio que agarra el micrófono para destripar emociones al beat. Y eso es lo que logra en Ballsy.

Mama Duke, nombre artístico proveniente del apodo para las matronas de los bloques, fue criada en Palacios, Texas, proveniente de unos religiosos padres mexicanos. Primero tuvo que aceptar su homosexualidad frente a su madre, lo que supuso muchos más problemas en la escuela que con su progenitora, que se mostró totalmente como un verdadero apoyo, motivo por el que en una entrevista inducía que ella era la clave para su rap sin complejos ni filtros: “Cuando tenía quince años mi madre me dijo que sería una hij***ta. Creo que me fuí al extremo porque literalmente soy una hij***ta”.

Pero los retos no hicieron otra cosa que empezar entonces. Progresivamente le fue cruelmente recordado que era una triple “whammy”: negra, mujer y lesbiana. Desde entonces no tuvo otro remedio que abrirse paso a codazos tanto en la escena pública y educativa como en el panorama del hip-hop en Austin, donde incluso tuvo problemas entre sus participantes más queer: “No soy negra suficiente para la gente negra. Tampoco soy mexicana suficiente para los mexicanos. Piensan que no me he enfrentado a las dificultades porque tengo la piel más blanquecina”.

Todas estas dificultades y múltiples inscripciones funcionan como una lluvia de meteoritos de contradicciones en canciones como "Over my head", en que lucha por reapropiarse de todos aquellos comentarios insidiosos como cuando le preguntaban qué hacía con su novia en los shows. La conciencia de su posición como artista es indiscutible ya desde el propio nombre de la productora del disco, Triple Whammy Records.

Hay que subir los graves, bajar las luces y desconectar de muchas de las responsabilidades para dejarse llevar con propiedad por la lluvia de emociones que supone el directo de cinco horas del estreno de su disco. De las risas a las lágrimas, toda esa carrera por lograr una voz y un micrófono estallan en el escenario que llena de amistades, incluida su pareja como uno de los dj. 

Siguiendo con el estilo del mejor trap de Atlanta mostraba un poco su potencial anteriormente con dos mixtapes que le valieron en 2019 en los Austin Music Awards los premios a mejor artista y mejor artista femenina del año. La primera, Pre-K, versaba en vibraciones del R&B. https://soundcloud.com/mamaduke"Save Travels" sin embargo parecía un freestyle sobre una base de lo-fy, casi como si recreara los primeros poemas de amor que escribía a las chicas de su escuela. 

Pero su primer disco, Ballsy, que ella misma ha definido como “fanfarrón”, ciertamente se muestra crudo y visceral. Ni por asomo hay notas de lo-fy, la dirección es la Roland TR-808 y el autotune justo para demostrar su maestría domesticando el trap a favor de sus intereses. La voz y el discurso suenan rabiosos, personales e integrados en su comunidad y por ello puede jugar en la liga actual sin renunciar a la mencionada esencia underground original. 

La acompañan más de diez artistas locales en esa pequeña fiesta, auténtico espíritu del hip hop en tiempos de pandemia, incluidos J Bluu y dj Edgar, un curioso tipo con pintas esquivas a quien explica conoció en el trabajo. No sé qué hay más real que eso. 

Y un último elogio que funciona también como respuesta a los interrogantes que los todavía no oyentes puedan tener al escuchar el título. La verdad es que Ballsy es un modo de hackear todos esos códigos patriarcales del hip-hop original que tanto he elogiado para en un sano ejercicio (complicado) de apropiacionismo re-interpretarlos en clave totalmente queer. Les arranca la primitiva energía para ponerla al servicio de un discurso LGTBIQ+. Quien quiera una muestra puede catar “Get off my dick” y, tras comprobarlo, disfrutar de este hackeo maestro.