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La plataforma Patreon estaba entre la espalda y la pared con sus inversores lo que la obligaba a aumentar su porcentaje o buscar nuevos nichos. FOTOGRAFÍA: Patreon
La plataforma Patreon estaba entre la espalda y la pared con sus inversores, lo que la obligaba a aumentar su porcentaje o buscar nuevos nichos. FOTOGRAFÍA: Patreon 

Músicos en Patreon: ¿llegará el e-begging al mercado latino?

El gigante del micromecenazgo valorado en mil millones extiende sus sedes y añade creadores hispanos.

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Pese a la falta de transparencia de la famosa firma de micromecenazgo Patreon, fundada por la pareja Jack Conte y su esposa Natalie Dawn en 2013, que impide conocer datos por países o idiomas, sí ha trascendido la apertura de una sede en Berlín (Europa) y la entrada en el mercado español como síntoma de su próxima fase de expansión.

Recientemente reportamos el intento de las nuevas plataformas de streaming bajo demanda de expandirse a incipientes mercados, una vez han logrado el máximo de permeabilidad tras la pandemia.

Del mismo modo, los nuevos modelos de negocio digital buscan encontrar nuevos continentes en los que mutar su panorama cultural. Podría ser esta la primera fase para pasar al mercado hispano.

La verdad es que la compañía es actualmente un imperio valorado en mil millones de euros. Opera con más de cien mil creadores que dan contenido para más de dos millones de personas en forma de diversos tipos de propinas, de un dólar hasta doce, de las que la firma se queda el 10%.

Entre los nombres que más suenan en Patreon están la rapera M.I.A., Amanda Palmer o Einstürzende Neubauten.

Claro está que el sistema de los micropagos ha arrasado entre diversos modelos artísticos estadounidenses, dando lealtad más allá de los crowfunding y ofreciendo la intimidad mediatizada de las redes en clave personalísima.

Este modelo de negocio ha funcionado tanto para artistas como para trabajadoras sexuales, de modo que incluso conocidas actrices como Bella Thorne se sumaron a la propuesta en otra famosa de micromecenazgo de contenido sexual llamada Onlyfans.

Panorama en crisis

Las transformaciones de la escena musical, que ha adelgazado a productoras y promotoras por la falta de conciertos y directos, que era precisamente el eje de la industria después de que la piratería disolviera el imperio de los discos, deja a los creadores más solos que nunca.

No solo desde una perspectiva empresarial, también institucionalmente.

A falta de grandes industrias y planes estatales el sistema de editoriales independientes y pequeñas discográficas se ve obligado a confiar en que la variedad del mercado deba ser fundamentada en pequeñas donaciones.

Del mismo modo que durante la burbuja de usuarios y creadores de contenidos de YouTube descubrieron que no podía vivirse solo de la publicidad o el patrocinio, diversificándose en forma de contenidos para otros canales monetizables, parece ser que el panorama musical se haya en la misma encrucijada sobre su futuro.

De este modo, una buena idea para proporcionar recursos independientes se convierte en el aparato de perfecta mercadotécnica para monetizar contenido y lo que hace la compañía es arrebatar el rol de intermediarios que antes podían tener tanto las productoras como las antiguas redes sociales.

Pero tal vez habría que reconsiderar quién es el cliente real en este modelo de negocio.

Los problemas de la industria musical convergen con las predicciones de Nate Hoffelder en The Digital Reader. En su artículo señalaba que el aumento del e-begging iba a la par con las presiones de la propia compañía en la bolsa para aumentar sus beneficios.

La plataforma Patreon estaba entre la espalda y la pared con sus inversores lo que la obligaba a aumentar su porcentaje o buscar nuevos nichos.

Con la apertura de sedes y la conquista de cantantes en español, del mundo del reguetón y el rap especialmente, así como los podcast latinos, parece pues que todavía está por ver si el e-begging funcionará en Europa y Latinoamérica.

También si a la larga se convierten las donaciones en el único modo de mantener una burbuja incompatible con el escenario pandémico.