Leí Distancia de Rescate (2014) entre la confusión y el hechizo, dejándome llevar por descripciones como pintadas de campos yermos y la intrigante voz de alguien a quien no pones nombre hasta el final, y que interpela a la protagonista. Una novela difícil de clasificar, que roza, como las obras de Schweblin, la ciencia ficción, pero está hecha de una materia más oscura si cabe, de la propia vida. E igualmente Kentukis (2018), que es una historia apocalíptica y anacrónica a la vez sobre unos pequeños robots domésticos y los voyeurs y exhibicionistas que los pilotan. 

Nominada al Man Booker en 2017 y ganadora del Premio Casa de las Américas, el Juan Rulfo y el Shirley Jackson Award, sin duda, Samanta Schweblin es una de las voces clave de la narrativa argentina actual, aunque resida en Berlín y eso a su vez dote su escritura de unos matices que impone el tener cada pie en un continente diferente. 

Su última novela, Nuestra parte en la noche (2019), ha consagrado a Enríquez, aunque ella sea poco amiga de “consagraciones”, como una de las autoras que mejor maneja el género de terror y que además lo reivindica. Sobre todo cuando la guerra entre los géneros tradicionalmente considerados ‘nichos’, como la fantasía, la ciencia ficción y el terror, está siendo ganada por estos últimos.

Enríquez tiene la habilidad de Stephen King para convertir un entorno cotidiano anclado en su Argentina natal en un lugar donde todo es posible, incluso que exista la magia y brujos que realizan sacrificios. O casas encantadas y leyendas urbanas como en las que nos introduce en soberbios libros de relatos como Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016).

La escritura de esta argentina radicada en Francia es una metralleta que dispara la palabra certera, la que hace que te duelan todos los huesos, que te transmuta y te enfrenta a algunos de los mayores tabúes sociales: La relación entre madre e hijos, la pederastia, el amor que acaba convirtiéndote en un ser indeseable y enloquecido.

Con pulso musical y un lirismo made in Harwicz, obras como Mátate, amor, nominada al Man Booker en 2018, La Débil Mental (2014), Precoz (2015) o Degenerado (2019) son un triunfo para la literatura radical al tiempo que su autora reflexiona sobre el lenguaje, que retuerce para delicia de sus lectores.