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 Los índices de lectura de los estadounidenses caen año tras año. Photo: News Thump
 Los índices de lectura de los estadounidenses caen año tras año. Photo: News Thump

Los escritores que quieren ‘salvar’ a América de Trump

Autores como Valeria Luiselli y Paul Auster reivindican más activismo intelectual en la campaña electoral. ¿Qué poder de influencia tienen en la U.S. del siglo…

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Pedro & Daniel

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Al escritor Paul Auster le hubiera gustado haber tenido una bola de cristal hace diez años para poder anticipar la situación política que se les venía encima. A tres meses escasos de las elecciones, cuando ya no hace falta ser mago para prever cuál será el escenario político y social si Trump vuelve a ganar, ha tirado de veta de su responsabilidad como escritor y como ciudadano para llamar al cambio político. 

“Lanzamos un mensaje de emergencia, sobre todo a los jóvenes: salgan y voten”, aseguró Auster durante la charla que mantuvo el pasado viernes con la autora mexicana Valeria Luiselli en el marco del Hay Festival de Querétaro. Una conversación muy centrada en la política estadounidense en donde tanto Auster como Luiselli, que ha documentado la situación de los migrantes en los centros del ICE, especialmente los niños, representan dos pilares del progresismo norteamericano.

“Es urgente que los intelectuales pasen a un activismo más radical para tener éxito, más allá de dar nuestras opiniones, pensar qué vamos a hacer para salir juntos de este caos”, sugirió a su vez la autora de Los niños perdidos.

Por supuesto, Auster ya estaba en ello. 

El autor del Palacio de la Luna fue uno de los primeros y más combativos integrantes de Writers against Trump, una coalición de escritores que quieren la derrota del actual presidente y animan a los ciudadanos descontentos a que ejerzan su derecho al voto. 

En las filas del grupo figuran algunas de las mentes, la poesía y la prosa más soberbias del país, como la escritora Siri Husvedt -esposa de Auster-, Margaret Atwood, Carolyn Forché o Natasha Trethewey, y también escritorxs latinxs como Julia Álvarez, Robert López, Edwin Leslie Contreras Schwartz o la mexicana Carmen Boullousa. 

“Nací en la Ciudad de México. Estoy aquí con orgullo para unirme al movimiento "Escritores contra la Trampa". He visto cómo maltrata a mi gente. Mi gente. He visto quién es.  No sólo está en juego el futuro de América: está en juego toda la Tierra”, declaró entusiasta Boullousa en un video publicado en el site de Writers Against Trump. 

La escritora continuó: Los animo a que vayan y voten, como yo lo haré, por Biden y Kamala. "¡A votar, Latinos!". Nuestro voto va a decidir quién es el próximo Presidente. ‘A votar por Biden y Kamala’".

Parte de la iniciativa consiste en que los autores que quieran participar escriban un pequeño statement sobre la importancia de las próximas elecciones y por qué son clave para ellos, y publiquen esta declaración en el site y en la cuenta de Instagram del grupo.

Luiselli, que no se encuentra de momento entre los integrantes de Writers Against Trump, mantiene a su vez su beligerancia contra un gobierno que siente hostil con los mexicano, pero lo hace a su propia manera:

“Les doy a los estudiantes literatura para encender la mecha, para que salgan a votar”, dijo la escritora en Hay Festival, y añadió que los libros son una herramienta para el cambio social. 

El grupo Writers Against Trump no sólo no oculta su apoyo a Biden-Harris, sino que está organizando lecturas y seminarios virtuales en apoyo de su campaña, y anima a los escritores a ofrecerse voluntarios para salir a hablar en los eventos de ambos líderes demócratas. 

Prueba de ello fue la charla que tuvo lugar el pasado 5 de septiembre en Carolina del Norte entre la asesora del Moviment Voter Project, Jillian Johnson, y la escritora Jill McCorkle. Una segunda intervención tendrá lugar el 19 de septiembre, aunque se desconocen aún los participantes. 

Buena voluntad y ya

Sin embargo, conviene preguntarse cuál es el poder de influencia hoy en día de los escritores en un país donde los índices de lectura caen año tras año -algo que es extrapolable a gran parte de los países, especialmente tras el auge de las redes sociales. 

Según la encuesta del Pew Research Center sobre los hábitos de lectura de los estadounidenses en 2019, una cuarta parte de los norteamericanos “afirmaba” no haber leído ningún libro el pasado año y los que estaban más propensos a admitirlo eran adultos cuyo ingreso familiar anual es de 30.000 dólares al año o menos, con estudios de secundaria o sin ellos y en un 33% y 40% afroamericano e hispanos, respectivamente.

Un lector indeciso de Paul Auster que haya votado republicano la mayor parte de su vida puede cambiar su voto movido por el necesario activismo político de una élite intelectual a la que quizás pertenezca; una joven estudiante que accede mediante becas o pagando las altísimas tasas a la universidad también puede verse influida por las lecturas de grandes autores como Valeria Luiselli e inspirada por su activismo. ¿Acaso no pensaba votar?

El peso de facto de las grandes mentes progresistas en un país donde el acceso a la cultura todavía sigue estando tan estrechamente relacionado al poder adquisitivo es minúsculo en comparación al que tienen las celebridades de la gran y pequeña pantalla. 

“Salgan y voten”, clama Auster, es urgente que giremos la balanza. Pero como también escribió él una vez: “Lo real va más allá de lo que podemos imaginar”, y esa ‘otra’ realidad es también América.