Si fue niño en los 90’ recordará a las míticas Tortugas Ninja saliendo del alcantarillado para plantar cara a los malvados en una ciudad sin ley. 

Inspirado por una infancia pegada al televisor (la niñera de una generación), el artista y diseñador angelino Javier Solórzano ha publicado Super Lucha Cats, posiblemente el cómic de mutantes latinx más enloquecido e inspirador que pueda leer un amante de los cómics. Especialmente, si ha nacido en el SELA (el sudeste de Los Ángeles) -u oído hablar de él, con frecuencia “mal”.

Super Lucha Cats cuenta la historia de una familia de gatos entrenados por su madre adoptiva, una luchadora de lucha libre retirada, para proteger Bell Gardens de los monstruosos villanos que siembran el caos. 

Unos gatos latinx que se alimentan de puros tacos, pero que además comparten muchos de los valores de su comunidad, como el amor por la familia y las tradiciones, y la pasión por esos grandes luchadores como el Santo. 

“Quiero mostrar que una familia puede no ser tradicional y aún así ser amada. Que podemos crear una familia a través de la comunidad, el cuidado, el amor, y golpear al mal en la boca juntos cuando sea necesario”, explicó Solórzano a LA Taco.

La lucha contra los prejuicios no sólo contra los latinx sino contra la imagen distorsionada que se da del SELA como un lugar peligroso y lleno de pandillas está en el germen de este proyecto. Un intento, contaba el artista, de imprimir algo de justicia después de tantos años de tener que explicar a la gente dónde estaba Bell Gardens y que no era realmente ese lugar estigmatizado que muchos creían. 

"La experiencia latinx en el SELA es más que sólo los pandilleros", añadió Javier.

Una de sus principales preocupaciones era cómo librarse de la imagen del cholo traficante y malvado tan encallada en el inconsciente colectivo y que hoy en día se ha instalado en Internet, y en plataformas como TikTok como algo bastante cool de la que beben incluso bandas musicales. La reaproapición cultural de una estética que nació arraigada a ciertas situaciones sociales y precariedades que hoy es puro esnobismo.

“ Vi al hermano de mi amigo asesinado frente a su casa cuando era adolescente", recordaba. 

Así que le dijo a su editor que sus gatos mutantes no iban a luchar contra cholos y traficantes, que había que poner punto final a esa historia y destacar otras muchas cosas del sudeste de Los Ángeles liberándola de su pátina de suciedad y violencia impuestas.

Lo más genial de esta historia es que Solórzano sí consigue salirse del cuadrilátero y lanzar una patada voladora a los tópicos, mostrando a través de unos personajes tiernos y un tanto delirantes lo maravillosa que puede ser y es Bell Gardens, y la vida en comunidad. 

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