Que en esta 92 edición de los Premios Oscar se haya decidido cambiar la categoría de “mejor película de habla no inglesa” por la de “mejor película internacional” dice mucho de los esfuerzos de la industria por librarse de su histórica endogamia y reconocer, entre otras cosas, que un 41,2 millones de personas en Estados Unidos hablan español. Y a juzgar por la calidad y el calado político y social de las cintas latinoamericanas que entran en competición, entre las que abundan las de temática LGTBI, deberíamos estar muy orgullosos de ello.

Una de las películas favoritas en esta edición es es el drama LGTBI boliviano “Tu me manques” (Rodrigo Bellott), que narra la historia de un padre que tras el suicidio de su hijo vuela a Nueva York para conocer a su pareja y averiguar más de su vida en Estados Unidos. Un filme, que según aseguró su director, es “una catarsis” basada en sus propias vivencias.  

También la panameña “Todos cambiamos” (Arturo Montenegro) es candidata, dejando una estela de polémicas en su país, donde se llegaron a recolectar más de 3.000 firmas para pedir al gobierno que se abstuviera de promoverla porque “daña los preceptos constitucionales”. ¿Y lo hace? Por supuesto que no, a menos que entendamos que el drama social y familiar de una persona transexual para aceptarse y ser aceptado sea "indigno" o "antidemocrático", lo que dice mucho de la valentía de directores como Montenegro para contar una historia necesaria en un país donde la comunidad LGTB sigue manifestándose y reclamando la igualdad de sus derechos civiles. 

En “Retablo” (Álvaro Delgado Aparicio), una de las cintas peruanas más premiadas en todo el mundo, viajamos al Perú rural para explorar la homofobia y la masculinidad tóxica en las pequeñas comunidades campesinas a través de un adolescente que descubre el secreto mejor guardado de su padre, su homosexualidad. Un filme difícil, duro, no exento de violencia física y verbal.

De las 15 candidaturas, tan solo 4 son para mujeres, donde destaca la venezolana Patricia Ortega con “Siendo imposible”, que aborda los dilemas de la intersexualidad, y “La Mala Noche”, de la ecuatoriana Gabriela Calvache, que retrata la prostitución, las drogas y la esclavitud sexual. 

Sin imponerse límites y con una extrañeza hipnótica que no deja indiferente al espectador, “Monos”, el segundo filme de Alejandro Landes (“Porfirio”) se ha convertido en la ‘rara avis’ de la terna latinoamericana. Una película impactante sobre un grupo de guerrilleros que secuestra a una doctora estadounidense en la selva y el nuevo sistema de relaciones que van creando, donde la sexualidad es fluida e indefinida, muy diferente a la de sus progenitores. 

Sin duda, estos Oscars 2020 serán, al menos en lo que a Latinoamérica atañe, muy reivindicativos.