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Casi un siglo más tarde y atravesando otra mala racha histórica cobra más relevancia esa nueva dirección hacia la sobriedad. FOTOGRAFÍA: Getty Images
Casi un siglo más tarde y atravesando otra mala racha histórica cobra más relevancia esa nueva dirección hacia la sobriedad. FOTOGRAFÍA: Getty Images

Ganó la agenda de la Academia

Dos meses de retraso comentando los premios Oscars más diversos y los #OscarsSoWhite para que al final la realpolitik se lo llevara todo por delante.

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Una velada que pasaba del empacho visual a la sobriedad de múltiples presentadores y escenarios así como un par de sorpresas entre los satisfechos vencedores no deberían distraernos del símbolismo de esta 93º edición de los premios Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas (AACC) en la que terminó por imponerse la realpolitik del sindicato.

Realpolitik es un concepto político que se emplea para hacer referencia a los sistemas que funcionan por criterios de facto antes que ideológicos. Sirve también para señalar los momentos en los que se desdobla cualquier otro sistema entre los actos y votos de los que realmente ostentan el poder y toda la nube de política y agenda mediática a su alrededor en la que en ocasiones parece que sucede otra cosa distinta.

Este es el caso con la Oscarpolitik que de nuevo viene el día posterior a la gala a marcar nuestros titulares y portadas tras las semanas de juego mediático previo que, como siempre, terminan por ser desmontadas. Convendría recordar que la AACC fue creada en 1927 por Louis B. Mayer como modo de protegerse de movimientos laborales y sindicatos y promover los intereses de sus directores y estrellas.

Así que durante décadas de malas rachas aquellos galardones se convirtieron en los adornos y dulces del sueño americano en el escenario de fondo del conservadurismo de sus miembros. De ahí que casi un siglo más tarde y atravesando otra mala racha histórica cobre más relevancia esa nueva dirección hacia la sobriedad que marca un estado de debilidad de dicho sueño.

Ganadores de la noche

Estado de debilidad que por cierto, ya sea para sus conservadores miembros o para la audiencia, no había otro film que en su actualidad representara mejor que Nomadland de Chloé Zhao, quien ha logrado las estatuillas a mejor película y dirección junto el de actriz principal para Frances McDormand.

El drama migratorio de miles de estadounidenses retratado y encarnado por dos mujeres era la mejor opción en ese escenario de tira y afloja entre la academia y sus nuevas audiencias frente a la favorita de Netflix, la también multipremiada Mank que se llevó diez estatuillas, un premio difnitivo que por otro lado hubiera supuesto ahora sí en términos de realpolitik el certificado de defunción de las salas de cine.

La otra sorpresa de la velada en los mismos términos ha sido el mejor actor para Anthony Hopkins en The Father que muchos pensaban que sería para Chadwick Boseman en el que habría sido uno de los mejores papeles de su trayectoria. Pero es que a la academia le cuesta premiar la ficción social, siempre se ha movido más cómoda en los homenajes de grandes actores en los papeles de diversos tipos de enfermos.

Por eso la Oscarpolitik se ha impuesto finalmente por Anthony Hopkins en una interpretación de autocontrol constante entre la impotencia y la confusión. La cinta también ha ganado el premio a mejor guión.

La salud, en este caso en referencia a las adicciones, ha llevado hasta Dinamarca el Oscar a mejor película extranjera por Another Round en un momento en que alcoholismo y pandemia vuelven a alarmarnos frente a otra gran favorita como Agente Topo que no pocos seguidores echaron de menos a través de las redes.