George Harris, comedian
George Harris sufrió el dolor de la cancelación cuando un grupo de asistentes a su set en Viña del Mar no lo dejó hacer su show (Captura de pantalla tomada de su canal de Youtube).

¿Era solo un chiste?: George Harris

El humorista tuvo una mala experiencia en Viña del Mar. Otra prueba de que el espectro de la corrección política está recorriendo el mundo.

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El Festival de Viña del Mar 2025 dejó una huella imborrable en la carrera del comediante venezolano George Harris, pero no por las razones que él hubiera esperado. Su actuación, que prometía ser una celebración del humor y la sátira, se vio abruptamente interrumpida por un público dividido entre la risa y el rechazo. Este episodio pone sobre la mesa un debate que ha tomado fuerza en los últimos años: la hipersensibilidad y el humor.

George Harris no es un humorista cualquiera. Su trayectoria lo ha convertido en una voz influyente entre los venezolanos en el exilio y en la comunidad latina en general. Su comedia se apoya en la sátira política y el análisis de las realidades socioculturales de América Latina, con un énfasis particular en las consecuencias del socialismo. Ha sido crítico abierto de gobiernos de izquierda y ha compartido opiniones que, aunque respaldadas por una parte de su audiencia, han generado controversia en otras latitudes. Como cuando reposteó un tuit de Emmanuel Rincón en el que se citaba al hoy presidente de Argentina, Javier Milei. El argentino decía:  "El socialismo fue un fracaso en lo económico, fue en fracaso en lo social, en lo cultural, y además ese sistema repugnante que asesinó a 150 millones de personas... El socialismo está basado en valores inmundos, en la envidia, en el odio...".

Su participación en Viña del Mar estuvo marcada por la tensión desde antes de subir al escenario. Comentarios previos en sus redes sociales, en los que criticaba a Salvador Allende y a la izquierda chilena, hicieron que su presentación fuera vista con recelo por una parte del público. Pero todo ello había aparecido hace más de un año y en medio de sus presentacionesa.

Nos obstante, una parte del pública hizo que desde el inicio, los abucheos y pifias dejaran claro que no todos estaban dispuestos a escuchar su propuesta humorística.

Humor u ofensa

El caso de Harris no es aislado. En la última década, varios comediantes han enfrentado el dilema de hasta dónde se puede llegar con el humor sin despertar la ira de ciertos sectores de la sociedad. Ricky Gervais, Dave Chappelle y hasta Chris Rock han sido objeto de cancelaciones o boicots por abordar temas polémicos sin filtros. Pero, como bien señala Gervais en sus shows: "La gente confunde el tema del chiste con el objetivo del chiste, y rara vez son lo mismo".

En América Latina, donde la historia política sigue pesando en la identidad de muchos países, el humor se convierte en un campo minado. La sátira política siempre ha existido, pero en tiempos de redes sociales y sensibilidades extremas, cualquier comentario puede convertirse en una crisis de reputación. Harris lo experimentó de primera mano en Viña del Mar, donde su comedia fue interrumpida antes de que pudiera concluir su presentación.

Lo ocurrido con Harris refleja una tendencia preocupante: la incapacidad de muchas sociedades para manejar la ambigüedad del humor. Una broma, por definición, no es una declaración política, pero en tiempos de polarización, todo puede ser interpretado como un ataque. La risa, que históricamente ha sido una herramienta de resistencia y reflexión, se está convirtiendo en un motivo de censura social.

Además, Harris puede pensar lo que quiera sobre cómo se deben manejar los países. Ese es un tema distinto. Y para hacer valer su posición puede usar las redes sociales y luego ir a votar por el candidato de su preferencia. Probablemente, si votó en las pasadas elecciones, lo habrá hecho a favor de Trump. Ese es el juego de la democracia.

La cancelación de comediantes en festivales, eventos y plataformas de streaming sugiere que estamos ante una tendencia más amplia. La hipersensibilidad y la cultura de la cancelación pueden llevar a sociedades donde el miedo a la reacción del público limite la creatividad y la libertad de expresión.

Lejos de ver el episodio de Viña del Mar como un fracaso, este debería ser un punto de partida para una discusión más amplia. ¿Debemos dejar que nuestras emociones determinen lo que puede o no puede decirse en un escenario? ¿Es justo juzgar a un comediante por sus opiniones personales en lugar de evaluar su capacidad humorística?

El humor, cuando se ejerce con inteligencia, permite explorar realidades incómodas sin la necesidad de caer en la confrontación. Pero esto solo es posible si el público está dispuesto a aceptar que la comedia no es un espacio para dogmas, sino para la ironía, la sátira y la reflexión.

Ricky Gervais tiene claro que puedes hacer humor sobre la mayor parte de temas de la existencia:"Creo que puedes burlarte de cualquier cosa excepto de las cosas que la gente no puede evitar. No pueden evitar su raza, su sexo o su edad, así que ridiculizas su pretensión o su ego".

George Harris no es el primer comediante en enfrentar una reacción adversa por sus chistes, y probablemente no será el último. Sin embargo, su caso nos recuerda la importancia de mantener un espíritu crítico sin perder la capacidad de reírnos de nosotros mismos. Si permitimos que la sensibilidad extrema defina los límites del humor, corremos el riesgo de perder una de las herramientas más poderosas que tenemos para entender el mundo.

El exceso de corrección política también puede ser un signo de malos tiempos; unos tiempos sin humor.

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