Con vestidos largos, estampados en telas de colores brillantes, se ve a los hombres que realizan la danza de las farotas en Bolívar y Atlántico. 

Esta tradición de danza nació hace casi 500 años como una conquista indígena sobre el yugo español. Actualmente, El pueblo de Talaigua Nuevo, Bolívar es el que carga la tradición. 

“Para mí es un orgullo ser farota porque estoy representando la firmeza de nuestros antepasados, que vengaron a las mujeres indígenas que fueron maltratadas y abusadas por los españoles. Eso es lo que contamos a través de nuestro baile”, dijo Luis Miguel Mendoza, quien desde hace 15 años pertenece a las Farotas de Talaigua a la Radio Nacional de Colombia. 

Lo que hoy se conoce como un baile inició como la forma en la que los hombres indígenas defendían a las mujeres de sus tribus de los golpes y abusos que les proporcionaban los españoles cuando asaltaban sus asentamientos. 

Para evitar que las mujeres de la tribu fueran agredidas, en ese entonces, el cacique Talygua disfrazó a sus mejores guerreros con faldas, blusas y sombrillas, como las mujeres españolas, y los dejó fingir durante la noche que eran las mujeres del pueblo. 

Cuándo los soldados españoles vieron que intentaban seducirlos, se acercaron y cayeron en la trampa del cacique. Los pocos que quedaron vivos llevaron el mensaje que a las mujeres del pueblo se les tenía que respetar. 

Hoy en día la danza de las farotas busca conservar y difundir el legado histórico que hace más de cinco siglos comenzaron los indígenas, el cual busca reivindicar la importancia de las mujeres en los asentamientos del Caribe colombiano.