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Foto: Reuters
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¿En qué va la carrera por la vacuna?

Todos soñamos volver a salir sin la preocupación por contagiarnos, pero eso no va a suceder mientras no haya vacuna contra el SARS–CoV–2, el virus que causa la…

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Desde enero, cuando empezamos a ver la epidemia de COVID–19 crecer en Wuhan, la comunidad científica y farmacéutica se puso en marcha buscando desarrollar una vacuna que logre ponerle fin a pandemia, evitar que haya nuevos rebrotes y prevenir muertes.

Todas las vacunas funcionan exponiendo el cuerpo a antígenos que han sido diseñados o modificados para provocar una respuesta inmune sin que la persona o animal enferme.

Estos antígenos pueden tener varias formas:

  • El virus inactivo o debilitado
  • Un virus distinto que ha sido genéticamente modificado para tener características similares al del virus cuyo contagio se quiere prevenir. Por ejemplo, modificar el virus del sarampión para que produzca la proteína espiga que el SARS–CoV2 usa para infectar una célula.
  • El uso de partes del material genético del virus (ADN o ARN).
  • Proteínas –como la proteína espiga– o partículas similares al virus que permitan que el cuerpo aprenda a identificar el virus sin estar expuesto a él (porque se expondría a la parte más externa del virus, no al material genético que usa para reproducirse).

Decenas de investigaciones están en la carrera, entre universidades, grandes farmacéuticas y centros de investigación financiados por organizaciones sin ánimo de lucro. A finales de abril la revista Nature reportaba que eran más de 90 y de acuerdo a un Op-Ed publicado por el New York Times, hay más investigaciones en curso ahora que las que jamás hubo en el esfuerzo por desarrollar una vacuna contra el polio.

Hasta ahora, la vacuna que está despertando más esperanza es la desarrollada por Moderna, que esta semana anunció que había concluido exitosamente la primera ronda de pruebas en 45 voluntarios –luego de haber hecho una en ratones– y se estaban preparando para una segunda fase de pruebas en un grupo más grande.

El anuncio de la farmacéutica ha sido recibido con precaución porque aún no ha publicado los datos que lo respaldan, pero el mercado de valores reaccionó de forma positiva inmediatamente.

Incluso si la vacuna desarrollada por Moderna pasa exitosamente por todas las etapas de pruebas, o cuando quiera que alguna vacuna lo logre, los siguientes retos a los que nos vamos a enfrentar son primero el logístico y luego el geopolítico.

Si bien desde mediados del siglo pasado las farmacéuticas han trabajado en el desarrollo y producción de vacunas en grandes proporciones –de nuevo la vacuna contra el polio sirve de referente– sigue sin ser una tarea sencilla, rápida ni infalible fabricarla en las cantidades necesarias para vacunar –literalmente– a todo el planeta. No es solamente un problema de fabricar la vacuna en sí misma con el mismo grado de calidad, luego de tener la vacuna hacen falta millones de agujas, jeringas, toneladas de algodón, garantizar que las cadenas de distribución logren mantener la vacuna siempre en las condiciones necesarias –de temperatura, por ejemplo– y hacer que todo llegue a cada población, priorizando a las personas más vulnerables –como personal médico, adultos mayores y personas con condiciones médicas agravantes como diabetes o fallas cardiacas–.

En el ámbito geopolítico, nos encontramos con la pugna por qué país va a tener primero la posibilidad de inmunizar a sus ciudadanos, con las ventajas económicas que eso va a traer en la medida en que se eviten nuevas pandemias –con los miles de muertes que hemos visto y el coma en que se ha inducido a las economías para detener la transmisión comunitaria.