¿Por qué leer a Julia de Burgos?
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisora
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
Así empiezan los primeros versos de “Yo misma fui mi ruta”, uno de los poemas más conocidos de Julia de Burgos, considerada una de las mejores poetisas que ha dado Puerto Rico.
Si es usted residente de Filadelfia, su nombre quizás le resulte familiar porque da nombre a una escuela primaria Julia de Burgos Elementary School, en el 401 de W. Lehigh Ave. Pero en general, la obra de esta destacada poetisa y activista feminista nacida en 1914 una familia humilde de Carolina, en el noreste de la isla, sigue pasando bastante desapercibida.
La mayor de 13 hermanos, de Burgos trabajó de profesora universitaria en Puerto Rico y a los 25 años emigró a Nueva York para trabajar de periodista y editora de la sección de cultura para diversas revistas.
Fue en Manhattan - después de un periodo en la UNiversidad de La Habana - donde también desarrolló su carrera literaria, así como su activismo político en defensa de los derechos de las mujeres latinas y de color. de Burgos se resistía a identificarse como blanca, y se proclamaba “negra, de puro tinte”.
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“La innovadora y atrevida poesía de De Burgos forjó un nuevo camino para feministas y latinas a principios del siglo XX”, escribe Laura Lomas,historiadora y experta en Estudios Latinos de la universidad Rutgers, en The Conversation.
De Burgos completó su primera colección de poesía en 1935, titulada Poemas exactas a mi misma (Poemas para mí). Pero se negó a publicarla y guardó solo un poema de esta colección: Río Grande de Loíza, que sigue siendo uno de sus más conocidos. Río Grande de Loíza alaba el paisaje de su isla natal mientras recuerda el legado de conquista y esclavitud que caracteriza a Puerto Rico. Incluyó este poema en su segunda colección, Poema en veinte surcos, publicado en 1938. Esa colección se adentra en los temas de justicia social y derechos de las mujeres, consolidando a De Burgos como una feminista antiimperialista y anticolonial. Canción de la verdad sencilla, publicada en 1939, ganó el Premio Literario del Ateneo Puertorriqueño, la principal institución cultural puertorriqueña de la época.
Considerada también una de las figuras importantes dentro del movimiento niuyorican, “de Burgos fue una gran defensora de la identidad y el nacionalismo de Puerto Rico”, escribió The New York Times en una obituaria publicada en mayo en honor a todas las mujeres ignoradas en su sección de obituarios en las últimas décadas.
En 1953, Burgos fue hallada muerta, sin nada que la identificase, en la parte alta de Manhattan. Una muerte trágica, como la que ya parecía haber anunciado en su Poema para mi muerte:
Morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.
Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.
En 2010, coincidiendo con el mes de la Herencia Hispánica, el servicio de Correos de los Estados Unidos conmemoró a la inmigrante latina con un sello postal.
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