Beneficiarios DACA y Juntos piden que Philadelphia Eagles boicoteen a Trump
Dicen algunos en Latinoamérica –parafraseando a Marx– que el fútbol es el opio del pueblo. Para el caso estadounidense, esa afirmación puede que no sea del todo acertada.
Basta repasar las imágenes del año pasado en la que jugadores de varios equipos de la NFL se arrodillaron durante la entonación del himno nacional para protestar por la violencia policial contra los afroamericanos y en general contra toda forma de discriminación racial.
Basta recordar la polémica reacción del presidente Donald Trump a dichas protestas para entender porqué este año la victoria de los Philadelphia Eagles en el Súper Tazón puede significar algo más que una eufórica y multitudinaria celebración en las calles de la ciudad.
A eso hay que sumarle las recientes declaraciones de Malcom Jenkins (esquinero), Chris Long (liniero defensivo) y Torrey Smith (receptor abierto), jugadores de los Eagles que descartaron su presencia en la Casa Blanca durante la tradicional visita de los campeones de la Liga Nacional de Fútbol.
La organización pro inmigrantes Juntos recibió con beneplácito las declaraciones públicas de los tres jugadores e hizo un llamado a la totalidad del equipo para que rehuse verse con el mandatario.
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Érika Almirón, directora ejecutiva, le pidió a los Eagles que “impongan el tono para esta ciudad mediante un boicot a la Casa Blanca, a Trump y que le den ejemplo a los demócrtas para que hagan lo mismo esta semana durante la negociación [de una reforma migratoria]”.
Para Almirón, la protesta de los jugadores de los Eagles debe ser también por cientos de comunidades inmigrantes que sufren una persecución oficial y cuyos futuros son aún más inciertos desde el pasado 30 de enero cuando el presidente Trump expuso los cuatro pilares de su reforma migratoria.
Carla Rojas, una de esos tantos estadounidenses indocumentados (el oxímoron explica su situación), señaló que no está dispuesta a ser parte “de este juego de fútbol político en el que tendría que escoger entre mi futuro y la seguridad de otros en mi comunidad”.
Para esta mujer de 20 años –quien además afirma que ‘dreamer’ es un término más del juego político [en Washington]– la reforma propuesta por Trump no es más que un chantaje para conseguir llevar a cabo su “agenda de supremacista blanco”.
“Moralmente no puedo apoyar ninguna forma de alivio que criminalice a mis seres queridos, a mis padres y al resto de mi comunidad a cambio de mi seguridad”, señaló Rojas.
En el mismo sentido se manifestó Maritza Piña Rodríguez: “Como beneficiarios de DACA, nos opondremos a ser usados como moneda de cambio por legislaciones inhumanas”. Para ella, la sociedad debe recordar que no habría ‘dreamers' ni DACA sin el sacrificio de miles de madres y padres indocumentados.
Juntos y varios beneficiarios de DACA residentes en Filadelfia hicieron un llamado para que la celebración por el campeonato de los Eagles no permita olvidar que esta misma semana el futuro de millones de vidas inmigrantes podría ser decidido en Washington y para reafirmarse en su pocisión de que solo un 'Dream Act' limpio –que no incluya ningún tipo de chantajes– es aceptable.
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