Diga que no es racista y le demostraré lo contrario
“Trump dice “yo no soy racista” y le salen réplicas de todo lo contrario”. Así titulaba este martes el diario español La Vanguardia un artículo en el que analizaba la polémica surgida en EEUU después de que el presidente Donald Trump soltara en un encuentro con congresistas en Washington que ojalá Estados Unidos recibiera más inmigrantes de Noruega y menos de “países de mierda” como Haití u otros países africanos.
Trump soltó estos comentarios durante una reunión con dos congresistas en las que debatían una posible solución para los Dreamers – los inmigrantes indocumentados que llegaron a EE.UU siendo niños. Tanto Trump como la Casa Blanca han desmentido que el presidente soltara esa expresión durante el encuentro y a las preguntas de la prensa de si era un racista, el presidente respondió con contundencia que no. “No, no, yo no soy racista. Soy la persona menos racista que tú has entrevistado nunca”, tuiteó el presidente Trump el pasado domingo desde su resort en Mar-a-Lago, Florida.
Sin embargo, sí admitió que había usado términos duros durante esa reunión.
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La Vanguardia recuerda que antes de ser presidente, Trump y su padre tuvieron un proceso judicial por prohibir que los negros accedieran a los apartamentos de su propiedad. Por otro lado, el actual presidente de EE.UU fue uno de los primeros instigadores de la campaña que proclamaba falsamente que Barack Obama nació en Kenia, y no en Estados Unidos. Más adelante, durante su campaña electoral y después como presidente, Trump ha teñido de racismo sus discursos antiinmigración, especialmente con los mexicanos, a los que ha insultado sin reparo, tildándolos de criminales. Su insistencia en decretar un veto migratorio a los ciudadanos de países musulmanes tampoco dice mucho en su favor como “no-racista”.
Durante las últimas dos semanas, la imagen de Trump no solo se ha visto dañada por sus comentarios xenófobos. La publicación del libro Fire and Fury, del periodista Michael Wolff, ha revelado opiniones de diversas personas que cuestionan su capacidad mental.
Mientras tanto, en el resto del país, los manifestantes anti-Trump, están aprovechando al máximo los comentarios cargados de improperios del presidente para lanzar iniciativas mediáticas. El sábado, la fachada del Trump International, el hotel en el centro de Washington propiedad del presidente de EEUU, fue “adornado” con emojis de "caca" y una proyección que decía: "Este lugar es un mierda".
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