El presidente Donald Trump volvió ayer a cruzar la línea roja de la decencia al pronunciar delante de un grupo de legisladores en Washington que quería ver más inmigrantes de Noruega, y no de “países de mierda”, como Haití u otros estados africanos.

Trump dijo estas palabras en una reunión para renegociar el futuro del estatus temporal de protección (TPS, por sus siglas en inglés) a los inmigrantes de Haití, El Salvador y otros países africanos. La Administración Trump anunció esta semana que retiraba el TPS para los 200,000 salvadoreños residentes en EE.UU; el pasado noviembre dictaminó lo mismo para más de 50,000 haitianos.

El TPS, en vigor desde 1990.  es un proceso migratorio especial que permite dar “asilo” político temporal a todos aquellos inmigrantes cuya vida corre peligro en caso de regresar a su país de origen, sea por un conflicto armado, una catástrofe natural o un problema mayor.

El tuit del Presidente, “¿Por qué recibimos a gente de países de mierda?” despertó indignación en Washington, que en estos momentos se encuentra en pleno debate sobre qué tipo de reformas migratorias aplicar. El presidente Trump quiere presionar a los congresistas para que aprueben el presupuesto de 18,000 millones de dólares para la construcción de un muro fronterizo con México, a cambio de una solución para los casi 800,000 “Dreamers”, jóvenes inmigrantes indocumentados que entraron en el país con menos de 16 años.

En Septiembre, Trump anunció la eliminación del programa DACA, la ley implementada por el expresidente Barack Obama para dar permiso temporal para vivir y trabajar en EE. UU a todos aquellos indocumentados que entraron en el país con menos de 16 años, los llamados “Dreamers”.

Sin embargo, un juez federal de San Francisco ha ordenado esta semana bloquear la eliminación del programa DACA, al menos hasta que se solucionen las demandas judiciales interpuestas por diversos estados e instituciones en contra de su eliminación.

Unos 200,000 “Dreamers” se encuentran este año bajo riesgo de deportación al verse impedidos de renovar su DACA (el permiso se renueva cada dos años, con la condición de que no haber cometido ningún crimen).

También está en el aire el futuro de los indocumentados centroamericanos amparados hasta ahora por el TPS. Trump ha dado plazo hasta el año próximo para que encuentren una forma legal de quedarse en EE.UU o regresar a sus países de origen. “Países de mierda”, según su criterio.

“Los comentarios del presidente no llegan sin precedentes”, observa el diario El País. En junio del año pasado, Trump dijo de los haitianos que “todos tienen sida”. Sobre 40.000 nigerianos, el presidente pidió: “Que vuelvan a sus cabañas en África”.

Tras un año de mandato, la política antiinmigración de Trump se ha traducido en un aumento del 50% de las deportaciones, un veto migratorio contra países musulmanes y refugiados y la eterna promesa de construir un muro fronterizo con México.

Sus polémicas declaraciones contra los inmigrantes han logrado desviar la atención mediática de la orden del juez de San Francisco, que ha dictado mantener el programa DACA parcialmente, y las incendiarias críticas a la capacidad intelectual del presidente reveladas en el libro Fire and Fury, del periodista Michael Wolff.

Está previsto que Trump pase hoy su primer examen médico como presidente.

También está previsto que no renueve sanciones a Irán, aunque presionará para que el Congreso de Estados Unidos y sus aliados europeos pongan una fecha límite para mejorar los acuerdos nucleares pactados en 2015.