Adichie: "Descubrí que era negra al llegar a Estados Unidos"
“Americanah” es un adjetivo popular en Nigeria para expresar desprecio hacia quienes emigran a los Estados Unidos y después regresan americanizados. También es el título de la última novela de Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana residente en los EE. UU y una de las voces literarias en contra el racismo más aclamadas a nivel internacional.
“No descubrí que era negra hasta llegar a los EE.UU, y eso es algo muy común entre los inmigrantes africanos o caribeños,” explicó Adichie en una conferencia celebrada el pasado 4 de octubre en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, en España. Adichie se mudó a Nueva York con 18 años y admite que hasta aquel momento se sentía “igbo” (una etnia nigeriana) y cristiana, pero que nunca se había sentido negra. “Yo no quería ser negra,” explicó, soltando una carcajada, al recordar cuando pocos días después de llegar a los Estados Unidos, un desconocido, afroamericano, la saludó por Brooklyn con un “hola hermana” y ella pensó “pero si yo no soy su hermana.”
Adichie tardó un tiempo en entender que ser negro en EEUU no era cuestión de piel, sino de una etiqueta sociocultural. “EE.UU te impone una identidad – negro, Latino, lo que sea - y es una identidad política. La aceptas o estas en contra”, explicó Adichie ante el concurrido público que vino a escucharla. “A mi me encanta mi piel: es fantástica, aguanta todo tipo de clima, no la cambiaría por nada,” bromeó. El problema es que en EEUU ser negro “implica varios estereotipos, como no ser tan inteligente y trabajador como un blanco, o tener muchas posibilidades de ser visto como un delincuente,” comentó. “Me puse a ver los telenoticias y pensabas que todos los criminales de este país son negros,” dijo.
Sin duda, el tema principal de Americanah es el racismo. Pero también la conexión con sus raíces culturales, con su familia nigeriana, con África. La autora criticó que en las sociedades occidentales - EEUU y Europa- impere una doble moral, donde “el racismo o el machismo no son evidentes, no se dicen a la cara, pero si mira a la gente a su alrededor, lo verá implícito en su comportamiento, ” dijo. Por ejemplo, mucha gente no votó a Hillary Clinton por ser mujer. “No lo dirán abiertamente, pero lo piensan”, comentó.
Que EE.UU. tenga un presidente como Donald Trump no ayuda. “Si el líder de un país es racista y machista, el racismo y el machismo quedan abiertamente aceptados,” comentó Adichie, convencida de que “el lenguaje del racismo es el lenguaje del nacionalismo.” Solo hay que observar lo que dice Trump- el “America First”, los insultos a los jugadores negros de la NFL que se arrodillan cuando suena el himno nacional … - para entender como el racismo va integrándose al patriotismo. “Es como si tuvieran que estar agradecidos por poder jugar a futbol,” lamentó la autora.
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En Europa, en cambio, cree que el racismo es más sutil, pero también está: “les cuesta creer que un negro puede ser europeo. Y yo no tengo dudas de que un negro puede ser muy británico: tiene tanto acento que no le entiendo,” dijo, rompiendo a reír.
En los últimos años, Adichie también se ha convertido en una de las protagonistas de la lucha feminista, aunque ella insiste en que es “feminista desde muy pequeña”. “Cuando era una niña ya era muy consciente de esta doble moral entre hombres y mujeres, de los papeles diferentes que la sociedad asigna a cada uno,” dice la escritora, autora de dos ensayos breves sobre el tema: Todos deberíamos ser feministas y Querida Ijeawele: Cómo educar en el feminismo, ambos publicados por Random House.
Adichie recuerda que en su casa, en Nigeria, sus padres eran bastante “modernos”. Eran un matrimonio bien avenido, “eran amigos, trabajaban, cenaban juntos, hablaban... pero cuando faltaba ayuda en la cocina “era yo la que tenía que ayudar, mientras mis hermanos se iban a jugar a futbol. Y yo decía: ¡ey!, yo quiero ir a jugar a futbol con ellos”.
También recuerda que una de sus tías estaba casada con “un monstruo”, un hombre con una doble vida, tenía hijos con otra mujer. “Y tanto mi madre como las otras mujeres de la familia le decían: no rompas el matrimonio, aguanta… ¿Por qué todo el mundo era cómplice de esta injusticia?, pensaba yo.”
Según Adichie, el machismo tiene mucho que ver con la cultura occidental. “Antes del colonialismo, en África occidental les mujeres tenían roles más complejos. Eran comerciantes, artesanas... Con la llegada del colonialismo victoriano, el lugar de la mujer pasó a ser el dormitorio y la cocina,” concluyó.
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