¿Cuál es el significado del paso de Seth Williams por la Fiscalía?
Este martes 16 de mayo la ciudadanía celebrará una jornada de elecciones primarias en las que, entre otros, se escogerá al candidato oficial demócrata y prácticamente futuro reemplazo de Seth Williams en la Fiscalía Distrital de Filadelfia.
Aunque la atención se concentrará en cuál de los siete demócratas será el elegido por la población, una cuestión quedará aún en el tintero: ¿cuál es significado en términos políticos del paso de Williams por una entidad cuya misión está directamente relacionada con la percepción ciudadana de seguridad y confianza?
De lo primero que hay que hablar es sobre el desempeño del propio Williams, un hombre que en 2009 despertó todo tipo de esperanzas al convertirse en el primer Fiscal Distrital afroamericano de la ciudad y cuya agenda prometía reformar al ente investigador que hasta entonces había permanecido 19 años bajo la mano de hierro de Lynne Abraham, clasificada por el Fair Punishment Project como una de la cinco fiscales más letales de Estados Unidos por haber enviado a 108 personas al corredor de la muerte durante su gestión en la oficina.
Pero la promesa que significaba tener a un fiscal afroamericano, cuyo testimonio de vida proyectaba un giro en la manera como la Fiscalía ejercería sus funciones judiciales, pronto se quedó sin sustento. Si como candidato Williams prometió impulsar políticas para reducir el hacinamiento en las cárceles, durante sus dos periodos como Fiscal Distrital Filadelfia pasó a tener la tasa de encarcelamiento más alta del país.
Un artículo de Josie Duffy Rice, abogada e investigadora del Fair Punishment Project, publicado por el portal de noticias Slate, hace un detallado resumen sobre el legado de Williams en la Fiscalía Distrital.
Según el documento, durante su gestión, el fiscal tuvo doble rasero a la hora se investigar y llevar a la cárcel a los delincuentes. Por un lado, encarceló a una de cada cuatro personas sospechosas de haber cometido un delito menor solo porque no podían pagar una fianza; por el otro, se hizo el de la vista gorda ante funcionarios de su oficina envueltos en el escándalo del intercambio de mensajes pornográficos y misóginos.
Como si fuera poco, un informe de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés), encontró que desde 2010 se ha presentado un abuso en la implementación de medidas como la confiscación de bienes, que le ha representado a la Fiscalía ingresos por 2 millones de dólares a costa de 1.500 personas que esperaban un juicio.
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Estos hechos sumados a su posición en contra de la decisión del gobernador Tom Wolf de congelar temporalmente la imposición de penas de muerte en el estado, dan cuenta de que Williams fue todo menos un reformador del sistema judicial de Filadelfia.
Aunque semejante historial sería suficiente para hundir la carrera política de cualquier funcionario público, lo cierto es que de no haber sido por el escándalo de corrupción y evasión de impuestos que lo tiene en el ojo del huracán, Seth Williams estaría hoy compitiendo para conseguir su tercer período en la oficina.
El que tantas personas se hayan postulado para sucederlo evidencia la crisis que un fiscal cuestionado genera en el organismo. La pregunta es ¿por qué Williams no da un paso final en la misma dirección del que dio en febrero cuando renunció a sus intenciones de buscar su reelección? Claramente no es una cuestión de honor la que lo mantiene atornillado a su puesto, sino una más práctica: la plata.
Renunciar sería decirle adiós a un salario de $175.000 anuales, lujo que no se puede dar tras la multa de 62.000 que el Comité de Ética le impuso en enero y los costos de defensa que debe asumir para enfrentar los 29 cargos disciplinarios por soborno, corrupción y extorsión que le han sido imputados. Tal es la crisis del fiscal que hasta puso su casa en venta por un valor de $450.000 a finales del mes pasado.
Este martes se conocieron nuevos detalles sobre la imputación de cargos que Williams debería enfrentar en juicio el próximo 31 de mayo. Según la imputación de cargos citada por Philly.com, Williams se habría apropiado de $10.000 donados a sus campañas para usarlos en gastos personales, entre los que se destacan una cena con su novia por $777.00, un viaje personal al municipio State College por $616.00, y la apropiación de cerca de $4.136 mediante un falso pago de servicios de consultoría.
¿Cómo puede permanecer un hombre tan cuestionado al frente de la Fiscalía sin causarle un daño irreparable a la entidad? La respuesta es clara: de ninguna manera. Es por eso que el próximo fiscal tiene el gran reto de borrar el legado de Williams y devolverle la credibilidad a una institución fundamental en la administración de justicia, la misma que tendrá que enfrentar quien hoy se aferra al cargo de Fiscal Distrital de Filadelfia.
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