Ante la duda, lea un libro
El próximo domingo 23 de abril, las calles de Barcelona se llenarán de puestos de rosas y de libros. Coincide con el día de San Jorge- Sant Jordi, patrón de Catalunya – y según manda la tradición, los caballeros deben regalar una rosa roja a su amada, y ellas en su turno obsequiarles con un libro.
Dejando al margen el debate feminista que despierta dicho intercambio de regalos (libros para él, flores para ella), la realidad es que con los años la tradición de Sant Jordi ha ido popularizándose cada vez más, hasta el punto en que es el día del año en que más libros se venden en Catalunya y en el resto de España. El año pasado, la cifra superó los dos millones de libros, más de la mitad de los libros vendidos al año.
Aprovechando la popularización de la diada de Sant Jordi, y que casualmente el mismo 23 de Abril coincide también con el fallecimiento de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso, en 1995 la UNESCO decidió proclamar el 23 de Abril como el “Día Mundial del Libro”.
En los próximos días, pues, las librerías de Londres, París, Madrid, Amsterdam… intentarán aprovechar la fecha señalada como un reclamo para potenciar la lectura y de paso, vender libros. En España, el día del libro coincide además con la entrega del Premio Cervantes, uno de los galardones literarios más prestigiosos en lengua española, que este año ha ganado el escritor Eduardo Mendoza, de Barcelona. La entrega del premio se ha avanzado al jueves 20 de abril, ya que este año el 23 de abril cae en domingo.
En Estados Unidos, el Día Mundial del Libro – World Book Day - no es tan popular como en Reino Unido o en Barcelona. No obstante, los que quieran disfrutar de su particular Diada de Sant Jordi este domingo pueden desplazarse hasta Kensington, Maryland, donde el Casal Català de Washington DC celebra cada año un pequeño festival del libro al aire libre, en el que no faltan tampoco las rosas.
La celebración del Día Mundial del Libro abre las esperanzas al sector editorial, que sufrió un batacazo a nivel mundial en 2010 con el estallido de la crisis y la competencia de las tecnologías digitales.
Recortes en el número de títulos publicados, priorización de autores mediáticos, apuesta de comunicación por las redes digitales… Las editoriales de cada país luchan a su manera por sobrevivir en un mundo que, a pesar de todo, sigue consumiendo libros.
La consultora Gfk llevó a cabo en 2016 un estudio sobre el mercado del libro a nivel internacional, basado en entrevistas online a más de 22.000 personas, mayores de 15 años, en Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, Italia, Japón, México, Países Bajos, Rusia, Corea del Sur, España, Reino Unido y Estados Unidos.
Según el estudio, España es el segundo país entre 17 analizados en todo el mundo con mayor porcentaje de personas que lee algún libro de manera diaria o casi diaria. Un 32% de los entrevistados españoles declara leer todos o casi todos los días, una cifra igual a la de Reino Unido y menor que en China (36%). Si se suman aquellos que declaran leer al menos una vez a la semana, en España el porcentaje asciende al 57%, por detrás de China (70%) y de Rusia (59%).
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Por otro lado, los porcentajes más altos de no lectores se encuentran en Países Bajos y Corea del Sur (16%), seguidos de Bélgica (14%), y Canadá, Francia y Japón (11%).
En el caso de Estados Unidos en particular, el porcentaje de americanos que afirma haber leído un libro en los últimos doce meses es del 73% - la misma cifra que en 2012- , según un estudio publicado en 2016 por el Pew Research Center.
A pesar de las amenazas de que el libro electrónico iba a eliminar el papel, la venta de libros físicos sigue siendo mayor. El 65% de los americanos leyó un libro físico en 2016, más del doble de los que leyeron un e-book (28%) o un audio-book (14%). Los smartphones también han ido ganando terreno como plataforma de lectura, especialmente entre las comunidades no-blancas o los nichos de población sin estudios universitarios, afirma el estudio de Pew.
Paradójicamente, el papel vuelve. Evidencia de ello es la aparición de numerosas editoriales independientes, que han sido capaces de encontrar un nicho importante de lectores, especialmente en Estados Unidos y Reino Unido –los países que impulsaron el crecimiento del e-book hace cerca de una década.
Según la Asociación de Editores Norteamericanos (AAP, por sus siglas en inglés), que recoge información sobre el mercado editorial de Estados Unidos, entre 2014 y 2015 la venta de e-books se redujo un 9,7 por ciento. Una tendencia similar a la del informe sobre Reino Unido que Nielsen publicó hace un mes, según el cual entre 2015 y 2016 la venta de libros digitales bajó un 4 por ciento, mientras que la de impresos aumentó un 7 por ciento.
La semana pasada, la revista colombiana Semana, coincidiendo con la feria del libro de Bogotá, razonaba el auge de los libros físicos con el crecimiento de sagas y novelas juveniles, y el hecho de que las editoriales han sabido adaptarse a los nuevos gustos. Hoy los libros impresos les dan mucha importancia a los detalles visuales; las novelas gráficas y los cómics dejaron de ser géneros menores y las pequeñas editoriales están haciendo ediciones en las que la apariencia externa del libro es un plus a la hora de comprarlo.
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